Cada año, la muerte súbita provoca alrededor de 40.000 fallecimientos en Argentina, una cifra que alarma y que exige acción inmediata.
La prevención, la capacitación en RCP y el acceso a Desfibriladores Externos Automáticos (DEA) son herramientas fundamentales para salvar vidas y reducir este impacto.
La muerte súbita es la pérdida inesperada de la función cardíaca, acompañada de un colapso respiratorio y cerebral. Puede ocurrir en personas aparentemente sanas y en cualquier lugar. Según la Sociedad Argentina de Cardiología, por cada minuto que pasa sin atención médica, las chances de sobrevivir disminuyen un 10%.
El dato más alarmante: el 70% de los episodios sucede fuera del hospital. Eso significa que la vida de un paciente puede depender de la reacción de quienes lo rodean en la calle, la oficina, un club o una escuela.
La importancia del RCP y los DEA
El RCP (reanimación cardiopulmonar) es una maniobra vital que combina compresiones torácicas y respiración boca a boca para mantener la sangre oxigenada en circulación hasta que llegue la asistencia médica.
El DEA (Desfibrilador Externo Automático) es un dispositivo diseñado para ser usado por cualquier persona: analiza el ritmo cardíaco y, si es necesario, aplica una descarga eléctrica que puede restablecer el pulso normal. Hoy en día se puede adquirir o alquilar, con costos similares a otros elementos de seguridad como un extintor.
Un marco legal que avanza, pero aún insuficiente
En Argentina existe un marco legal que busca garantizar espacios cardio protegidos. El Decreto 402/2022 obliga a que en lugares de concurrencia masiva haya un DEA accesible y personal entrenado en RCP. A su vez, la Ley Nacional 27.159 promueve la capacitación en estas técnicas.
Sin embargo, especialistas advierten que persisten falencias en la fiscalización y que la normativa no siempre se aplica de manera uniforme en todo el país.
Capacitación y prevención: la responsabilidad de todos
El acceso a cursos de RCP se ha ampliado en los últimos años gracias a organizaciones que capacitan a empresas, instituciones educativas y particulares. Pero el desafío es mayor: incorporar este conocimiento en la vida cotidiana.
Según Ámbito la prevención de la muerte súbita no debe quedar solo en manos del sistema sanitario. Es una responsabilidad compartida: capacitarnos, exigir espacios cardio protegidos y estar listos para actuar son pasos claves para salvar vidas.