“No hay país posible sin educación pública fuerte y sin maestros valorados.” Con esa frase, Ana Clara Romero abrió su reflexión sobre el rumbo del sistema educativo argentino, en la recta final de la campaña legislativa.
Para la diputada nacional y candidata a renovar su banca, la educación es el punto de partida de toda política social real, porque define la capacidad de trabajo, de progreso y de convivencia. De acuerdo con LA17.
Romero cuestionó que la educación haya perdido prioridad en la agenda nacional. “Hoy se discuten cargos o encuestas, pero no se discute cómo mejorar la escuela ni cómo garantizar que los chicos aprendan,” señaló. Recordó que más del 40% de los estudiantes no comprende textos básicos, y que “esa es la verdadera pobreza estructural, la que no se ve en los índices económicos, pero condiciona el futuro.”
La diputada propuso un sistema de incentivos docentes y una ley que garantice piso mínimo de inversión educativa por provincia. “No puede depender del gobernador de turno que una escuela tenga calefacción o conectividad,” expresó, y subrayó que “la igualdad de oportunidades se construye con recursos, pero también con gestión y con respeto al rol docente.”
Romero planteó que la educación es el puente entre la justicia social y el desarrollo productivo. “Cuando hablamos de trabajo, hablamos de formación. No hay empleo de calidad sin educación técnica ni economía regional sin capacitación,” sostuvo. Destacó además la necesidad de vincular la educación con la matriz productiva de cada región, especialmente en provincias como Chubut, donde “la energía, la pesca y la ciencia pueden ser parte del aula.”
La legisladora también se refirió a la situación de infraestructura educativa en el sur del país. “Hay escuelas rurales que todavía dependen de garrafas o que no tienen conectividad. Eso no es federalismo,” afirmó. Enfatizó que la conectividad educativa debe considerarse un servicio esencial, y que la brecha digital “no puede dividir a los chicos entre los que pueden aprender y los que no.”
Romero reivindicó la educación como política de Estado y no como herramienta partidaria. “La escuela pública debe ser un espacio de encuentro, no de adoctrinamiento. Necesitamos recuperar la meritocracia, el esfuerzo y la cultura del respeto,” expresó. Sostuvo que los planes sociales deben incluir capacitación obligatoria, para que “el Estado acompañe sin generar dependencia.”
En su visión, el Congreso debe ser el motor de una nueva agenda educativa. “La educación no puede ser un tema provincial aislado. Tiene que ser una prioridad nacional, con un plan federal que garantice igualdad y evalúe resultados,” dijo.