Investigación confirma que muchas narcolanchas destruidas provienen de Colombia.
EE. UU. intensifica bombardeos en el Caribe y revelan que muchas narcolanchas provienen de Colombia, afectando seguridad regional y tráfico de drogas. El reciente despliegue de bombardeos selectivos y operaciones encubiertas en el Caribe, ordenado por Donald Trump durante su presidencia, ha transformado la lucha contra el narcotráfico en una confrontación de dimensiones estratégicas, con implicaciones directas para Colombia, Venezuela y la seguridad regional.
Según una investigación de Semana, la ofensiva estadounidense no solo busca desmantelar rutas ilegales, sino que apunta a debilitar las estructuras financieras del régimen de Nicolás Maduro, en un contexto donde la frontera entre la acción antinarcóticos y la presión política se ha vuelto difusa.
Documentos de inteligencia y testimonios de fuentes militares, recogidos por dicho medio, revelan que muchas de las narcolanchas destruidas por las fuerzas estadounidenses no parten exclusivamente de Venezuela, como sostiene el discurso oficial, sino que tienen su origen en territorio colombiano. Estas embarcaciones, cargadas de cocaína, operan con respaldo logístico desde Venezuela y cuentan con la protección de redes criminales como el cartel de los Soles.
Operativos y hallazgos sobre las narcolanchas en el Caribe
La coordinación de rutas, la autorización de trayectos y la protección en aguas bajo influencia de organizaciones criminales son facilitadas mediante sobornos y la complicidad de autoridades locales. El aumento del riesgo ha obligado a los grupos criminales a recurrir a semisumergibles, rutas desviadas y lanchas rápidas de última generación, lo que encarece la logística sin frenar el flujo de droga hacia el exterior.
Un oficial de inteligencia colombiano explicó que “las embarcaciones salen por las islas de San Bernardo, San Andrés o Providencia, aprovechando la complicidad de pescadores locales y embarcaciones artesanales a cambio de dinero”.
El Clan del Golfo emerge como el principal actor en la cadena de producción y exportación de cocaína desde Colombia. Controla cultivos, procesamiento y rutas marítimas, y domina territorios estratégicos como el golfo de Urabá y el norte del Chocó, zonas fronterizas con Panamá. Estas áreas han sido identificadas como el origen de cerca del 70% de los cargamentos interceptados por las autoridades estadounidenses en las últimas semanas, según Semana. Actualmente, el Clan del Golfo enfrenta presión de las fuerzas estadounidenses y la competencia de otros grupos armados mientras negocia un diálogo de paz con el Gobierno de Gustavo Petro, con mediación de Catar.
La respuesta de EE. UU. ha sido contundente: drones, rastreo satelital y sensores térmicos instalados en cazas F-18 permiten anticipar rutas y monitorear movimientos en tiempo real. Colombia aporta inteligencia, georreferenciación e identificación de capitanes reincidentes, aunque enfrenta riesgos de filtraciones internas. La relación diplomática entre Trump y Petro, marcada por la desconfianza, añade tensión a la cooperación bilateral.
Desde septiembre de 2025, Estados Unidos confirmó al menos seis bombardeos en el Caribe, con un saldo oficial de 27 muertos. Uno de los ataques más relevantes, ocurrido el 16 de octubre, dejó sobrevivientes que fueron capturados y permanecen bajo custodia naval estadounidense, un hecho inédito hasta la fecha. Trump describió este operativo como un ataque contra un “submarino” cargado de droga, aunque en realidad se trató de un semisumergible.
Washington ha movilizado bombarderos B-52, cazas F-35, submarinos y buques de guerra, en lo que analistas interpretan como una estrategia de “diplomacia de cañoneras” en América Latina. Además, Trump autorizó operaciones encubiertas de la CIA en territorio venezolano para respaldar la ofensiva terrestre contra las rutas de droga, justificando legalmente las acciones en la calificación de “narcoterroristas” y el principio de legítima defensa recogido en la Carta de la ONU.
La reacción del régimen de Maduro incluyó protestas ante la ONU, exigencia al Consejo de Seguridad y refuerzo de fuerzas navales, movilización de milicia popular y ejercicios militares en el Caribe. Caracas sostiene que varias embarcaciones atacadas eran civiles o pescadores y cuestiona la autenticidad de las pruebas de Washington. La ofensiva también ha generado disputas entre organizaciones criminales en Colombia, con participación de grupos venezolanos como el Tren de Aragua.
Impacto estratégico y seguridad regional
Estos hechos evidencian que la lucha antidrogas estadounidense ha adquirido un componente político y militar complejo, donde la coordinación entre fuerzas internacionales y locales, la sofisticación de las narcolanchas y la presión sobre grupos criminales modifican la seguridad y la geopolítica del Caribe y el norte de Suramérica, según Infobae.