La Base Aeronaval Río Grande volvió a rugir con motores y hélices. Desde el lunes, la Aviación Naval Argentina ejecuta un operativo de adiestramiento sin precedentes en el marco de la orden “Reestructuración”, una iniciativa que apunta a fortalecer el entrenamiento en zonas de frío intenso y mantener la presencia militar en el sur del país.
El despliegue, bajo el mando del Capitán de Navío Mariano Andrés Rivolta, se extenderá hasta el 13 de octubre y reúne a diversas escuadrillas aeronavales. Las tripulaciones realizan vuelos tácticos, maniobras con la Infantería de Marina, patrullas sobre el Atlántico Sur y ejercicios de reconocimiento geográfico, aprovechando cada ventana de buen clima para perfeccionar la coordinación entre unidades.
La Escuela de Aviación Naval participa con sus T-34 Turbo Mentor, aeronaves que utilizan los futuros aviadores en la etapa final de su formación. En paralelo, la Segunda Escuadrilla de Helicópteros opera con los H-3 Sea King, que pronto integrarán la campaña antártica a bordo del rompehielos ARA Almirante Irízar.
También se sumaron las escuadrillas de Vigilancia Marítima y Antisubmarina, que entrenan con aeronaves C-12 Hurón y S-2T Turbo Tracker. Si las condiciones lo permiten, una de las misiones incluirá un vuelo hacia la Antártida, reafirmando la capacidad argentina de operar en uno de los entornos más hostiles del planeta.
Desde la Armada destacaron que “este despliegue refleja el profesionalismo y compromiso del personal de la Aviación Naval, fortaleciendo la cooperación y el vínculo con la comunidad fueguina”. La frase sintetiza el espíritu de una fuerza que combina tradición, técnica y vocación de servicio.
Como cierre simbólico, este sábado 12 de octubre la Base Aeronaval abrió sus puertas al público. Los visitantes podrán conocer las aeronaves, conversar con sus tripulantes y vivir de cerca el trabajo diario de quienes garantizan la soberanía en el extremo austral del país.




