Aunque no los veas, los microplásticos están presentes en casi todo lo que cocinás y comés: desde los utensilios hasta el agua o el arroz.
Sin embargo, pequeños cambios en los hábitos domésticos pueden reducir significativamente su consumo. Según BBC, las partículas de plástico están en los alimentos, el agua y los utensilios de uso diario, pero hay formas de minimizar su presencia en nuestra dieta.
Microplásticos: los invisibles de tu cocina
Los microplásticos —partículas de menos de 5 mm— y los nanoplásticos se desprenden de envases, utensilios y superficies que usamos cada día. Al calentar una sartén antiadherente o usar una espátula plástica, se liberan diminutas partículas que terminan en la comida.
Estudios internacionales revelan que los microplásticos están presentes en frutas, verduras, carnes, pescados, miel, pan y hasta en la sal. En 2018, se estimó que las personas ingerían seis veces más microplásticos que en 1990. Las fuentes son múltiples: desde cultivos contaminados hasta procesos industriales y empaques.
Cómo reducir la exposición en tus alimentos
Algunas medidas simples pueden ayudar a disminuir la ingesta de microplásticos. Enjuagar el arroz antes de cocinarlo puede reducir las partículas entre un 20% y un 40%. También se recomienda lavar la carne y el pescado, aunque no los elimina por completo.
Optar por alimentos frescos e integrales, en lugar de ultraprocesados, es clave. Cuantos más pasos industriales atraviesa un producto, más contacto tiene con materiales plásticos. Además, conviene priorizar envases de vidrio o metal y evitar calentar comida en recipientes plásticos, especialmente en microondas.
El agua y los utensilios, otras fuentes de riesgo
El agua embotellada contiene más microplásticos que la del grifo. Solo al desenroscar una tapa se liberan cientos de partículas. Por eso, los especialistas recomiendan usar filtros de carbón o cerámica para el agua potable.
Las tablas de cortar y utensilios plásticos también liberan partículas con cada uso. Las de vidrio, acero inoxidable o madera resultan alternativas más seguras. Incluso las licuadoras y las esponjas de cocina pueden desprender millones de microplásticos, por lo que se aconseja reemplazarlas cuando se desgastan.
Pequeños cambios, gran diferencia
Reducir los microplásticos en tu cocina no significa tirar todo lo que sea plástico, sino reemplazar gradualmente los utensilios dañados y evitar los productos desechables. A largo plazo, estas decisiones contribuyen tanto a la salud personal como al cuidado del medioambiente.
Como recuerdan los expertos citados por BBC, no se trata de eliminar completamente el plástico —algo casi imposible—, sino de controlar su uso para que no termine en nuestro cuerpo.