Honduras atraviesa una etapa crítica tras las elecciones presidenciales: el escrutinio se encuentra paralizado desde hace días y las denuncias de fraude, fallas técnicas e injerencias externas dispararon la tensión política y social
La incertidumbre crece y los reclamos se intensifican mientras el país espera los resultados definitivos, según Radio3.
La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Ana Paola Hall, aseguró que la caída del sistema de conteo se originó en problemas atribuibles a la empresa encargada del servicio. Sostuvo que el organismo mantiene la “voluntad firme” de concluir el escrutinio, aunque pidió paciencia mientras continúan los inconvenientes técnicos.
Para contener la crisis, el CNE extendió los plazos de presentación de nulidades hasta el 8 de diciembre y los recuentos especiales hasta el 15. Pese a ello, las decisiones no alcanzaron para frenar el creciente malestar social y político.
Acusaciones cruzadas y sospechas de manipulación
El consejero del CNE, Marlon Ochoa, cargó con dureza contra el proceso y habló de un posible “golpe electoral”. Denunció que el sistema TREP habría sido manipulado deliberadamente, con eliminación de controles biométricos y adulteraciones automáticas de actas, lo que convertiría estos comicios en unos de los más cuestionados de la historia reciente hondureña.
La situación escaló aún más cuando se difundió un video del consultor argentino Fernando Cerimedo —contratado por el Partido Nacional— en el que reconoce haber gestionado un mensaje de apoyo de Donald Trump al candidato Nasry Asfura. Para especialistas como el abogado hondureño Ric Soto, se trataría de una injerencia extranjera, prohibida por ley y pasible de investigación judicial.
Reclamo de nulidad total y un futuro incierto
En medio del clima de tensión, el Partido Libertad y Refundación (Libre) presentó un pedido de nulidad del escrutinio de las más de 19 mil mesas del país. Afirman que los fallos del sistema TREP alteraron la voluntad popular y exigen repetir las elecciones en todos los centros de votación.
Con un proceso electoral trabado y la confianza pública en jaque, Honduras permanece en vilo a la espera de definiciones que serán claves para garantizar la estabilidad institucional.
El conflicto electoral hondureño deja en evidencia un sistema frágil, cuestionado y bajo sospecha. Mientras los plazos se extienden y las denuncias crecen, el país enfrenta el desafío de recomponer la transparencia y recuperar la calma democrática.




