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La canasta básica total aumentó el mes pasado un 7,1%, un incremento que queda casi un punto por encima de la inflación que fue del 6,2% en ese mismo período, según informó el INDEC. En los últimos 12 meses esta canasta subió más del 81%.

Según el relevamiento que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos publicó este miércoles, una familia de cuatro integrantes necesitó en septiembre un ingreso mensual de $128.214 para no caer bajo la línea de la pobreza, tras un aumento de 7,1% ese mes de la Canasta Básica Total (CBT).

En tanto, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) -que establece la línea de indigencia- también tuvo un incremento de 7,1% y estabeció que un hogar tuvo que sumar ingresos de al menos $56.732 para que sus integrantes no sean considerados indigentes.

En los últimos doce meses, la CBT experimentó un incremento anual de 81,8% y la alimentaria, un 89 por ciento.

Ambos datos son decisivos para medir el impacto de la crisis económica en los indicadores sociales. Eso sucede porque la canasta básica –que además de alimentos incluye otros ítems del gasto como indumentaria, salud, transporte o educación– determina la denominada “línea de pobreza”. Es decir, los hogares con ingresos menores a la CBT son los que pasan a ser considerados pobres.

De la misma manera, la canasta alimentaria –que tiene un alcance limitado a bienes de primera necesidad– es la que configura la “línea de la indigencia”: aquellas familias que no lleguen a cubrir los ingresos necesarios para adquirir la CBA son indigentes.

El INDEC informó que ese mes los salarios, tanto del sector público como privado, subieron en promedio un 5,5%. Sin embargo, en la carrera contra la inflación el bolsillo de los argentinos continúa perdiendo, ya que en ese mismo mes los precios subieron el 7,4%.

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) publicó este jueves el índice de salarios del mes de julio, que mostró un incremento del 5,5% con respecto al mes anterior.

Sin embargo, esta suba no fue suficiente para alcanzar a la inflación que en ese mismo mes fue del 7,4%

En la medición interanual, los salarios crecieron un 68,7% frente a julio de 2021, mientras que en ese lapso el Indice de Precios al Consumidor (IPC) subió un 71 por ciento.

Para elaborar este índice de salarios, el INDEC analiza tres componentes: salarios privados registrados, públicos y privados no registrados. En cada uno de los tres casos, perdieron frente a la inflación.

En el primer caso subieron un 5,4%, los sueldos del Estado subieron un 7,3% y los trabajadores en negro fueron claramente los más perjudicados: sus remuneraciones crecieron solamente el 3% frente al 7,4% de inflación.

La medición de julio pasado frente al mismo mes de 2021 también deja más desfavorecido a los trabajadores sin registrar, ya que sus salarios aumentaron 58,9 por ciento. En igual período, hubo un aumento del 68,7% en el sector privado registrado y del 74,7% en el sector público. Solamente este último sector consiguió vencer a la inflación.

De no mediar alguna contraorden de último momento, el precio de las naftas y gasoil aumentará como mínimo un 4% durante el fin de semana para cubrir la actualización de los impuestos que gravan la venta de naftas y gasoil. Sobre ese piso, YPF y el resto de las refinadoras aspiran a conseguir el aval del gobierno para aumentar entre 6 y 8 puntos más. La negociación se define en los próximos días.

YPF y el resto de las petroleras buscan el aval final del gobierno para aumentar el precio de los combustibles el próximo fin de semana. El escenario de máxima al que aspiran las refinadoras es a conseguir luz verde del Ministerio de Economía para incrementar hasta un 10% (o incluso más) el valor de las naftas en las estaciones de servicio. Sin embargo, en la cartera que conduce Sergio Massa no terminan de validar esa decisión debido al temor que existe en torno a la inflación, que no baja del 7 por ciento mensual.

Lo concreto es que este sábado 1 de octubre se actualizarán, por primera vez en casi dos años, los impuestos que gravan la venta de derivados del petróleo. Esa corrección sobre el valor del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y al Dióxido de Carbono -que se viene postergando repetidamente desde fines de 2020 a la fecha- será el gatillo que activará una suba en los surtidores.

El gobierno postergó siete veces seguidas la actualización impositiva (cuatro veces en 2021 y tres en 2022). La última vez fue a fines de agosto cuando a través del decreto 561/22 estableció un nuevo cronograma.

El incremento correspondiente al primer y segundo trimestre de 2021 se aplicará a partir de este sábado 1° de octubre, lo que le pone un piso de 4% a cualquier ajuste que se decida autorizar ahora, según indicaron a EconoJournal fuentes del sector de refinación. A su vez, El decreto estableció que las actualizaciones de los impuestos a los combustibles del segundo semestre de 2021 y de los tres trimestres de 2022 se implementarán recién el 1° de enero de 2023.

Números

Sobre esa base del 4%, las principales empresas del downstream -YPF, Raízen, Axion Energy y Puma- aspiran a conseguir una suba de entre 6 y 8 puntos porcentuales más para cubrir el encarecimiento de los costos medido en pesos provocado por la depreciación del tipo de cambio (el peso se devaluó en septiembre un 6%) y por el impacto de la inflación sobre la mano de obra y sobre los insumos y repuestos que se expresan en moneda local.

Por eso, el aumento final en los surtidores podría llegar a los dos dígitos. Habrá que ver si el Ministerio de Economía accede al pedido de YPF y el resto de las petroleras o termina autorizando una suba menor para atemperar el arrastre inflacionario de la medida.

En la ciudad de Buenos Aires, el precio por litro de la nafta súper en YPF aumentó 45,5% en lo que va del año, frente a una inflación acumulada (hasta agosto) de 56,4%. El 1 de enero costaba 90,40 el litro. Hoy vale 131,60 pesos.

“Los combustibles sólo explican un 4,2% de la variación mensual del IPC. Es decir, un aumento de 10% en el precio de los combustibles implica una suba de 0,42% en el IPC. En la práctica, más allá de lo que mucha gente cree, el impacto de la suba de los combustibles es bajo en la formación de los precios de los alimentos: representa un 1,6% del precio final. O sea, los alimentos encarecen 0,16% por cada 10% de aumento de los combustibles”, explicaron en una de las empresas.

Desfasados

A precios constantes, según un estudio privado, el valor de la nafta se ubicó este mes 2% por encima de lo que valía en septiembre de 2021, mientras que durante el mismo período en Paraguay la suba fue del 15% y en Brasil de 12% porque el precio acompañó la evolución del barril. La imposibilidad de trasladar al surtidor todo el impacto provocado por la suba de los costos llevó a las refinerías a operar por estos días con los márgenes de refinación bruta más bajos desde fines de 2018.

“Si no conseguimos un aumento, el EBYTDA de octubre será negativo porque los márgenes están muy justos. Con una suba de 6 puntos por sobre la recomposición de los impuestos (que arrojaría un alza total del 10%) empezaríamos a recuperar lo perdido por la devaluación y la suba de costos en pesos”, explicó el director comercial de una refinadora.

Estructura de costos

El crudo cotiza en dólares y representa cerca del 70% de la estructura de costos del combustible a la salida de la refinería. Una vez sumados los impuestos esa incidencia se reduce a cerca del 50% del precio final. Esto significa que, si el dólar viene subiendo, como ocurrió en agosto, un 5,7 por ciento mensual, la nafta debería ajustarse al menos un 2,85 por ciento por mes para no atrasarse respecto de la evolución del tipo de cambio.

A su vez, si los salarios e insumos pesificados representan el 30% de la estructura de costos y ajustan cerca del 7% mensual en línea con la inflación, otros 2,3 puntos porcentuales deberían sumarse por el impacto de los precios a nivel local. Esto le pone un piso al ajuste de los combustibles del 5,1% mensual para no atrasarse respecto a la evolución de las principales variables de la economía.

Las petroleras advierten, además, que en lo que va del año, el Estado otorgó a los productores de bioetanol, el biocombustible que se mezcla con la nafta, un aumento de 58,6%. Pasó de 65,42 a 103,76 el litro.

El nivel de actividad económica creció en julio 5,6% en relación a igual mes de 2021 y no mostró cambios en la comparación con junio pasado, informó este lunes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec)

De esta manera, en los siete primeros meses del año, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) acumuló una suba del 6,4%.

Durante julio, y en relación a igual mes del año pasado, 12 de los sectores que conforman el EMAE registraron subas, entre las que se destacaron hoteles y restaurantes, con un alza del 45,7%, y explotación de minas y canteras, con el 13,6% .

La actividad de la industria manufacturera aumentó 5,6% y resultó el de mayor incidencia en la variación interanual del EMAE, seguido por comercio mayorista, minorista y reparaciones, con el 5,7%; y transporte y comunicaciones, con un incremento de 8,8% .

Estos tres sectores explicaron 2,4 puntos porcentuales del incremento interanual que registró el índice total, destacó el Indec.

Por su parte, de los tres sectores que registraron caídas en julio en la comparación interanual, el sector agricultura y ganadería, fue el de mayor incidencia debido a que se contrajo 2,7% .

Los otros dos rubros que retrocedieron fueron pesca, con una caída del 4,1%, y distribución de electricidad y agua, con una merma de 2,1%.

El proyecto de Ley de Presupuesto 2023, elevado al Congreso por el Poder Ejecutivo el jueves 15 de septiembre, estimó para el corriente año un crecimiento del PBI de 4%, y de 2% para el próximo.

La iniciativa económica será presentada formalmente el miércoles por el ministro de Economía, Sergio Massa, en el marco de un plenario de comisiones de la Cámara baja.

El oficialismo tiene la intención de dar sanción al proyecto antes de que finalice octubre.

La semana pasada, el secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, destacó el trabajo del Gobierno para sostener y aumentar los niveles de actividad y empleo, y resaltó que en el trimestre julio-septiembre sólo se abrieron 51 expedientes por suspensiones laborales.

Tras participar de un almuerzo con la conducción de la Unión Industrial Argentina (UIA), junto al ministro Massa, De Mendiguren expresó que «la prioridad es seguir creciendo mientras se ordenan las variables macroeconómicas».

«Estamos sorteando una coyuntura difícil por la escasez de dólares pero la producción está respondiendo y casi no se registran suspensiones”, sostuvo De Mendiguren, al revelar que “los datos muestran que en el trimestre julio-septiembre de este año se abrieron apenas 51 expedientes por suspensiones laborales y casi ninguno en la industria sino en comercio y servicios». Según el último informe del Centro de estudios para la Producción (CEPXXI), en agosto la actividad industrial creció casi 5% interanual, con un mayor consumo de energía eléctrica en plantas de las industrias más relevantes. “Llevamos 612.000 empleos formales, con sectores productivos creciendo muy fuerte como la industria de servicios basados en el conocimiento, que lleva 25 meses ininterrumpidos de alza y ronda 300 mil puestos formales por primera vez en la historia”, indicó el secretario.

Las jubilaciones promedio es actualmente de 66.895 pesos, pero la mínima, que cobran 4.4 millones de jubilados, es de 43.352 pesos.

La incontrolable inflación que registra Argentina mina mes a mes el poder de compra de los ciudadanos, algo que preocupa especialmente a los jubilados quienes, en su mayoría, cobran pensiones mínimas que difícilmente alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.

«Llegamos con lo justo. Si tengo un problema, me ayudan mis hijos. No nos sobra nada«, cuenta a la agencia internacional EFE Luis Alberto Lombardi, un jubilado de 75 años que vive con su esposa, también jubilada, en el barrio de Balvanera, de Buenos Aires.

Lombardi es uno de los 6,9 millones de beneficiarios del sistema de pensiones de Argentina, administrado por el Estado y que se nutre con los aportes a la seguridad social de un porcentaje de los ingresos de los trabajadores en actividad.

La jubilación promedio es actualmente de 66.895 pesos, pero la mínima, que cobran 4,4 millones de jubilados, es de 43.352 pesos. Ese ingreso mínimo llegó este mes a 50,353 pesos (US$ 335) al sumarse a la jubilación un bono extraordinario del Gobierno para intentar paliar la acelerada inflación, que se ubicó en el 78.5 % interanual en agosto.

Carrera perdida contra la inflación
Tras trabajar desde los 18 años y dejar de hacerlo con la irrupción de la pandemia, Lombardi cobra como jubilado apenas algo más que la pensión mínima que recibe su esposa, ingresos que suman para llegar a fin de mes, pero ajustando sus gastos cada vez más por culpa de la carrera de precios en Argentina.

«Tiramos para llegar a fin de mes con lo justo. Pero hemos tenido que suprimir muchas cositas», cuenta Lombardi, quien dejó de darse, con su esposa, pequeños «gustos», como salir a tomar un café o comprar un postre para la cena.

«No nos sobra nada»: el drama de los jubilados para sobrevivir en Argentina
En la actualidad, las jubilaciones se ajustan trimestralmente, con aumentos que no siempre logra igualar el ritmo de inflación, por lo que muchas veces el Gobierno se ve obligado a conceder bonos o pagas extraordinarias a los jubilados. Por ejemplo, en septiembre las jubilaciones aumentaron un 15.53 % sobre el valor fijado en junio, pero la inflación de solo dos meses (7.4% en julio y 7% en agosto) casi licuó ese incremento antes de que llegara al bolsillo de los retirados.

Según cálculos del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, a diciembre de este año la inflación alcanzará al 95%, y las jubilaciones acumularán un incremento del 73%, perdiendo 22 puntos en el año. Con esta perspectiva, para Lombardi no queda otra que seguir «recortando».

«Vamos a tener que estudiar los números con mi señora. Posiblemente el coche que tengo ya no lo pueda mantener. Estamos pensando en venderlo. Nos seguimos manteniendo, pero restándonos costas en la vida», lamenta.

Jubilación y pobreza

La jubilación mínima que cobra la mayoría de los jubilados en Argentina apenas supera el costo de la cesta básica de alimentos y servicios que marca la línea de la pobreza y que, según los últimos datos oficiales, es de 36.018 pesos (u$s240) mensuales para una persona adulta mayor.

Sin embargo, para la Defensoría del Pueblo de la Tercera Edad de Buenos Aires, el valor de esa cesta es muy superior para un anciano y la jubilación mínima que cobran los retirados está muy lejos de cubrirla, por lo que la mayoría vive en condiciones de pobreza.

«La canasta del jubilado ronda los 120.000 pesos. Los jubilados nunca llegan a cubrir el 40-50 % de la canasta. En estos últimos meses, hubo alzas de precios con mucho peso en la canasta del jubilado por encima de la inflación promedio, como en el caso de los alimentos y los gastos de vivienda y salud», indicó el defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino.

La jubilación promedio es actualmente de 66.895 pesos, pero la mínima, que cobran 4.4 millones de jubilados, es de 43.352 pesos.

Según Semino, el 80 % de los jubilados es pobre por ingresos. «Y aquellos que puedan tener alguna ayuda de sus hijos son cada vez menos», apunta el ómbudsman, para quien «las jubilaciones pierden por goleada contra la inflación» en Argentina.

El Banco Central terminó la jornada con compras por US$ 340 millones en el mercado de cambios. En septiembre, la autoridad monetaria acumula compras por más de US$ 3.100 millones.

En una jornada estable para el mercado cambiario, el dólar blue bajó cuatro pesos y cerró a $ 285. De esta manera, la brecha entre el tipo de cambio oficial y el ilegal que se transa en las cuevas clandestinas se ubica en el 90% promedio.

Según fuentes del mercado, el volumen operado en el segmento de contado fue de US$ 710,884 millones, en futuros MAE US$ 93 millones y en el Rofex US$ 510 millones. Por operatoria vía dólar soja hubo ingresos por U$S 455,494 millones y el Banco Central terminó la jornada con compras por US$ 340 millones en el mercado de cambios. En septiembre la autoridad monetaria acumula compras por más de US$ 3.100 millones.

Por su parte, el dólar minorista cotizó a 151,77, con una suba de 11 centavos con relación a la rueda de la víspera. En tanto, en el mercado bursátil, el dólar contado con liquidación escaló 1,1% hasta $ 309,37 por unidad, y el dólar MEP trepó 0,1% a $ 292,94.

Mercados financieros

El índice S&P Merval sube 0,78% y se ubica en 148.130,40 unidades pasada la media rueda en el mercado porteño, que las acciones de empresas argentinas en Wall Street registran caídas de hasta 6,9%.

En el panel líder local, los papeles de Cresud e YPF anotaban alzas de 3,20% y 2,14%, respectivamente. En tanto, los ADRs de empresas argentinas en la Bolsa de Nueva York marcaban mayoría de rojos, en una jornada en la que Globant lideraba ese lote con un retroceso de 6,9%.

En el segmento de renta fija, los bonos en dólares cotizaban con caídas de hasta 2,3%, mientras que los títulos en pesos operaban con alzas de hasta 1,4%. Así, el riesgo país avanzaba 1,3% hasta los 2.423 puntos básicos.

Las mediciones que marcan las líneas de pobreza e indigencia continúan en escalada. Las subas de ambas canastas estuvieron por encima de la inflación registrada durante agosto.

La Canasta Básica Total (CBT) aumentó en agosto un 7,6%, según informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec); y se ubicó por encima de la inflación registrada durante el mismo periodo. De esta manera, una familia de cuatro integrantes -conformada por dos menores en edad escolar y dos adultos- necesitó al menos $119.757 para no ser considerada pobre.

En términos interanuales, se trató de un 75,2% más que el mismo mes del año pasado. La CBT marca lo que un grupo familiar tuvo que gastar para alimentarse, vestirse, movilizarse y acceder a medicamentos, entre otros bienes y servicios, para superar la línea de pobreza.

Por su parte, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) que marca el umbral de indigencia se incrementó un 7,1% y una familia de cuatro integrantes necesitó $52.990 solo para alimentarse y cubrir los requerimientos calóricos básicos. Lo que representa a nivel interanual un aumento del 81,4%.

En ambos casos, el acumulado de lo que va del 2022 superó al aumento de precios de diciembre a agosto (56,4%). La CBA sumó un 60,8% en el año y la CBT 57,3%, al igual que la inflación.

Si las encuestas preguntaran a los argentinos quién es Janet Yellen, probablemente más del 90% no tendría ni idea de quién se trata. Es la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, y una foto con esta funcionaria fue quizá lo más valioso que se trajo el ministro de Economía, Sergio Massa, de su viaje a Washington. Por la endeblez de las cuentas del país, dependientes de la voluntad del FMI a hacer alguna vista gorda y refinanciar la deuda, seguramente esa imagen tiene un valor real importante para el Gobierno y el propio funcionario. Para la gente, vale nada al lado del 7% de inflación en agosto que informó el Indec.

Es el primer número de inflación atribuible a la gestión Massa. El 7,4% que se conoció a mediados del mes pasado, ya con el líder del Frente Renovador en el nuevo sillón, correspondía a la corta gestión Batakis. Fue el récord negativo del año y ridiculizó la promesa del antecesor Martín Guzmán, que juraba que el pico había pasado con el 6,7% de marzo.

Massa tuvo un mérito inicial, indudable y palpable en la gente, cuando con algunas medidas más la estabilidad política que implicó su nombramiento se calmó el dólar -bajó más de 60 pesos el blue- y mejoraron las reservas del Banco Central. Sin esos bálsamos, el abismo aparecía a la vuelta de la esquina.

Pero si el ministro no logra contener los precios, difícil pensar en un futuro político ganador para él o alguno de los aspirantes del Frente de Todos. El objetivo, dicho en privado por sus colaboradores, es llegar a la elección del año próximo con un 2% de inflación mensual. Hoy cuesta imaginar cómo.

El parámetro de Dujovne y qué cantan las encuestas

La suba de precios se acerca al 80% interanual. Podría tocar las tres cifras a fines de diciembre. Números que aterrarían en cualquier país.

Cuando a principios de 2019, Mauricio Macri debatía con su equipo el plan para buscar la reelección, al entonces ministro de Economía, Nicolás Dujovne, le llegó un mensaje muy claro: «Con esta inflación, imposible ganar». La suba de precios superaba los 4 puntos y el objetivo era reducirla a 2%. Igual que Massa. No lo consiguió, al menos por varios meses seguidos, y la inestabilidad económica (entre otras cosas) se llevó puesto a Cambiemos.

Hoy, cualquier encuesta de opinión pública muestra que la inflación es la principal preocupación de los argentinos. Y a diferencia de otras épocas, cuando de un lado elegían datos económicos y del otro a la inseguridad o la corrupción, con la suba de precios actualmente no hay grieta: preocupa en primer lugar a los votantes de ambos lados.

Para los analistas, la explicación es simple: más allá de las internas, la caída de la economía fue una de las razones que explica la derrota del oficialismo en las legislativas intermedias y también incidiría para que los pronósticos hoy los ubiquen perdedores.

Dicho de otro modo: con esta inflación, no hay Massa que alcance para el 2023.

Luego de reunirse con el ministro Sergio Massa, la titular del FMI, Kristalina Georgieva, destacó la gravedad de los problemas a los cuales se enfrenta el país.

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, se reunió este lunes con el ministro de Economía, Sergio Massa, en el marco de la gira de este último por los Estados Unidos. Al finalizar el encuentro, la titular de la entidad internacional afirmó que la economía de la Argentina se enfrenta a problemas «muy significativos», incluido el alto índice de inflación. A pesar de esto, dijo quedar «impresionada» por la composición del equipo que formó el ministro.

“Eso es una buena señal de que estamos en contacto con todo el Gobierno para implementar el programa. Estamos en un momento en que los problemas que afronta la Argentina son muy significativos, principalmente la inflación que es devastadora especialmente para la gente pobre en la Argentina”, comentó Georgieva.

Cabe destacar, además, que, previo a la asamblea anual del FMI con el Banco Central que se llevará adelante en Washington D.C., Georgieva dio a saber que hay un “compromiso muy fuerte de Argentina con el programa, en reconocimiento de que el programa es un ancla para la economía argentina. No tienen el lujo de otros anclajes”.

“Cómo trabajar juntos para afrontar estos problemas acumulados en el tiempo con éxito fue una conversación que se extendió, que fue sustantiva y salí con la sensación de que tenemos con socio con el cual trabajar”, agregó.

Por otro lado, al poco tiempo de concluida la reunión con Sergio Massa, Georgieva emito un comunicado en cual confirmó que las metas del acuerdo no tendrán cambios, destacando también las medidas que se tomaron, como el dólar soja para acumular reservas, y dijo que continuarán en los próximos días las reuniones técnicas para redactar las metas del segundo trimestre.

“Tuve una reunión muy positiva con el Ministro Massa, luego de una semana de reuniones productivas y altamente profesionales entre nuestros equipos técnicos. Intercambiamos puntos de vista sobre la frágil situación económica y social en Argentina, la cual se ve también afectada por el complejo contexto global. Discutimos el impacto de la invasión de Rusia a Ucrania sobre la economía mundial y el precio de las materias primas, y las consecuentes repercusiones fiscales y de balanza de pagos en muchas economías en vías de desarrollo”, inició el comunicado.

“Felicité al Ministro Massa por su nombramiento y su cartera ampliada, y por los fuertes pasos que él y su equipo económico han tomado para estabilizar los mercados y revertir un escenario de alta volatilidad. El Ministro expresó su clara intención en movilizar el apoyo externo, acentuar esfuerzos para estabilizar la economía y garantizar un crecimiento sustentable con inclusión, bajo los principios de orden fiscal y el fortalecimiento de las reservas”, continuó.

La crisis económica argentina volvió a ser noticia cuando el país superó en julio pasado la barrera del 70% de inflación anual, una de las más altas del mundo.

Pero un problema aún más acuciante para la segunda economía de Sudamérica es su grave falta de dólares.

La demanda de los billetes verdes es altísima en este país: los necesita la industria para comprar insumos para producir y los ciudadanos para poder adquirir propiedades o para resguardar sus ahorros de la inflación, entre otros.

Pero la economía argentina, que depende en un 70% del mercado interno, produce principalmente pesos. Así que, mientras son muchos los que demandan divisas, son pocos los que las generan.

Este es el motivo por el cual uno de los problemas más recurrentes que ha tenido Argentina es que su Banco Central se queda sin reservas.

Y sin divisas suficientes, el país no puede hacer funcionar su economía, un problema que los expertos llaman la «restricción externa».

Cuando, además, los dólares no alcanzan para cumplir con los vencimientos de la deuda externa, Argentina cae en otro de sus problemas cíclicos: el default o cesación de pagos (el país ya lleva ocho).

Ese panorama de escasez de divisas fue uno de los principales desafíos que asumió el nuevo «superministro» de Economía, Producción y Agricultura, Sergio Massa, cuando ocupó el cargo hace un mes.

Para solucionarlo, Massa ha apelado a toda una serie de medidas que buscan engrosar las arcas del Banco Central.

Pero una de las más importantes, que se empezó a aplicar esta semana, fue la creación de lo que los medios argentinos han apodado el «dólar soja».

¿Qué es?

Se trata de una cotización especial que recibirán quienes exportan esta legumbre, que es la principal fuente de divisas de Argentina.

¿Por qué necesitan los sojeros una cotización especial?

Porque hoy, cuando exportan su producto en el mercado internacional, reciben dólares que están obligados a intercambiar por pesos a la tasa oficial de la moneda estadounidense, que es impuesta por el gobierno.

Hoy esa cotización es de cerca de $150 por dólar, casi la mitad del valor de la moneda estadounidense en el mercado paralelo, que ronda los $280.

Si a esa diferencia de cotización, que aquí se conoce como «brecha», se suma que los agroexportadores también pagan «retenciones» o impuestos a la exportación del 33%, el sector denuncia que apenas recibe cerca de un tercio del valor internacional de la soja.

Ante esta disyuntiva, muchos prefieren guardar su cosecha utilizando un sencillo sistema de almacenamiento llamado silobolsas, a la espera de que el peso se devalúe, para vender su soja cuando puedan cobrar más por ella.

El «dólar soja» busca incentivarlos a que liquiden esos granos ahora.

La oferta de Massa es que entre el 5 y el 30 de septiembre quienes vendan su soja reciban $200 por cada dólar exportado.

Así, la tonelada de soja, que hasta ahora valía unos $53.000 valdrá $70.000, una mejora del 32%.

«El objetivo es poner incentivos sobre la mesa a partir de un esfuerzo del Estado, con un reconocimiento de precio para el productor de manera muy sencilla y transparente», dijo Massa durante una conferencia de prensa convocada para anunciar el «dólar soja».