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El papa Francisco calificó este jueves como «héroes» a los padres y las madres migrantes que escapan de las guerras con sus hijos y que «son rechazados en los confines de Europa» y en otros lugares.

«Pienso también en tantos padres, en tantas madres, en tantas familias que escapan de las guerras, que son rechazadas en los confines de Europa» y otras regiones, afirmó el pontífice en una entrevista con la prensa oficial del Vaticano sobre San José y la paternidad publicada este jueves.

«Quisiera decir a estos padres, a estas madres, que para mí son héroes, porque encuentro en ellos el coraje de quien arriesga su propia vida por amor a sus hijos, por amor a su familia»
Papa Francisco

Francisco denunció que esos padres y madres migrantes «viven situaciones de dolor, de injusticia, y que nadie toma en serio o se ignoran deliberadamente»,

«Quisiera decir a estos padres, a estas madres, que para mí son héroes, porque encuentro en ellos el coraje de quien arriesga su propia vida por amor a sus hijos, por amor a su familia», agregó el Papa.

En la entrevista, publicada en el diario oficial de la Santa Sede L’Osservatore Romano y en los portales oficiales del Vaticano, Jorge Bergoglio trazó un paralelismo entre los migrantes de hoy y figuras de la tradición católica, como María y San José, padres de Jesús, que según la Biblia huyeron a Egipto desde Israel para salvar a su hijo de la muerte.

Así, expresó que «también María y José han experimentado este exilio, esta prueba, debiendo escapar a un país extranjero a causa de la violencia y del poder de Herodes», el rey judío vasallo de Roma que mandó matar a todos los niños nacidos en Belén menores de dos años, según el Evangelio de Mateo.

«Este sufrimiento suyo les hace cercanos precisamente a estos hermanos que hoy sufren las mismas pruebas», añadió luego Francisco, y planteó que recuerda a los migrantes «siempre».

Además, Bergoglio prometió que «en la medida de lo posible» seguirá «dándoles voz» y no los olvidará.

Además de las familias migrantes, el Papa manifestó que se acuerda de quienes perdieron el trabajo durante la emergencia del coronavirus y en especial «de esas familias, de esos padres y de esas madres que están viviendo una particular dificultad, agravada sobre todo a causa de la pandemia».

El papa Francisco calificó hoy de «vergüenza» la desaparición de 130 migrantes desde el jueves tras un naufragio en el mar Mediterráneo, y se declaró «muy entristecido por esta tragedia»

«Les confieso que estoy muy entristecido por la tragedia que, una vez más, se ha producido estos últimos días en el Mediterráneo. Hermanos y hermanas, interroguémonos sobre esta enésima tragedia. Es un momento de vergüenza», dijo a los fieles tras la oración Regina Coeli, en la plaza San Pedro del Vaticano.

El barco Ocean Viking, de la ONG SOS Mediterráneo, y tres naves mercantes estuvieron horas buscando supervivientes, sin éxito hasta que el jueves pasado detectaron cerca de las costas de Libia decenas de cuerpos al lado de una barca neumática, que volcó mientras viajaban en ella unos 130 migrantes.

Alarm Phone, un servicio telefónico de ayuda a los inmigrantes, alertó desde el miércoles que las barcazas en las que viajaban estaban en gran dificultad por la marea.

Las embarcaciones habían zarpado desde Libia con olas de hasta seis metros.

Las ONG humanitarias acusan a los países de la Unión Europea (UE) no solo de no querer socorrer a los migrantes en peligro, sino también de impedir sus actividades de salvamento.

«Ciento treinta migrantes murieron en el mar, son personas, son vidas humanas que durante dos días enteros imploraron en vano ayuda. Una ayuda que no llegó» prosiguió el Papa, citado por la agencia de noticias AFP.

«Pidieron ayuda durante dos días. Recemos por ellos, por los que siguen muriendo y por quienes podrían ayudar y miran a otro lado», señaló Francisco.

Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), al menos 453 migrantes murieron ahogados en el Mediterráneo desde principios de 2021, la mayoría de ellos en la ruta central que conecta las costas de Túnez y Libia con las de Italia.

En medio de una nueva oleada de migrantes y menores no acompañados en la frontera sur de Estados Unidos, el presidente Joe Biden ha instado a los que buscan asilo en el país norteamericano a quedarse en casa.

Durante una entrevista en la cadena ABC, el presentador George Stephanopoulos le preguntó al mandatario qué consejo le daría a los miles de migrantes que esperaban ingresar al país desde México: «¿Tiene que decirle claramente: ‘No vengan’?»

«Sí, puedo decir con bastante claridad: no vengan», respondió Biden. «No abandonen su pueblo, ciudad o comunidad».

Al ser preguntando sobre por qué su Administración no «anticipó este aumento» de migrantes, el líder estadounidense se desvió y afirmó que en 2019 y 2020 también hubo picos de inmigración, aunque finalmente reconoció que la crisis de este año «podría ser» peor.

Los comentarios se produjeron horas después de que el secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., Alejandro Mayorkas, advirtiera que Washington está actualmente «en camino de encontrarse con más personas en la frontera suroeste que en los últimos 20 años», señalando que las condiciones en la zona continúan deteriorándose.

A pesar de las promesas de que su Administración aplicaría políticas fronterizas más flexibles que las de su predecesor, Biden insistió en que a la mayoría de los inmigrantes ilegales no se les permitirá residir en Estados Unidos.

«Escuché el otro día que vendrán porque saben que soy un buen tipo, este es el punto: no entrarán», continuó el mandatario, agregando que «los adultos están siendo enviados de regreso, número uno».

Asimismo, aseveró que los menores no acompañados no serán enviados de vuelta. «Número dos: ¿Qué haces con un niño no acompañado que llega a la frontera? ¿Repites lo que hizo Trump? ¿Quitárselos a sus madres, mantenerlos en celdas, etcétera? No estamos haciendo eso», afirmó el presidente.

En ese sentido, Biden aseguró que las agencias federales están trabajando para proporcionar «instalaciones seguras» para los jóvenes migrantes y sacarlos de la custodia de la policía fronteriza lo antes posible.

El gobierno de Joe Biden permitirá una entrada gradual a Estados Unidos de miles de migrantes que han solicitado asilo y que esperan en México una respuesta.

A partir de la próxima semana, unas 25.000 personas que ya tienen casos activos podrán ser aceptadas.

Los solicitantes primero deberán registrarse y pasar una prueba covid-19, antes de poder ingresar a través de uno de tres cruces fronterizos.

Esta nueva medida revierte las políticas del expresidente Donald Trump, que en 2019 promulgó los Protocolos de Protección a Migrantes, también llamado «Remain in Mexico» (quédate en México), que hacía que los solicitantes de asilo tuvieran que esperar en un «tercer país seguro» a que se resolviera su caso.

En el caso de los migrantes de Centroamérica, se les exigía que esperaran en México mientras sus casos eran procesados por los tribunales de inmigración de Estados Unidos.

Fuente: BBC Mundo.

A los riesgos habituales de la travesía, como ser víctima del crimen organizado y la trata de personas, a las caravanas de migrantes que parten cada año desde Centroamérica hacia Estados Unidos se les sumó la pandemia y el cierre de fronteras, aunque «ni la pandemia, ni sus consecuencias detienen el desplazamiento forzado», afirmó a Télam Angelita Caredda, directora de Norte de Centroamérica y México para el Consejo Noruego para Refugiados.

La última gran columna partió a mitad de enero desde el norte de Honduras, en un intento de huir de la pobreza, la violencia y la crisis dejada por el paso de dos huracanes en noviembre, y con la esperanza de que haya una flexibilización de las políticas migratorias tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca

Sin embargo, a los pocos días la procesión fue frenada a golpes de palos y gases lacrimógenos por militares y policías de Guatemala en el departamento fronterizo de Chiquimula.

La autorización para el uso de la fuerza partió de un decreto del presidente guatemalteco Alejandro Giammattei, con el argumento de evitar la propagación de la Covid-19 detectada en una veintena de integrantes de las caravanas de unas 7.500 personas, entre ellos familias enteras con niños.

«Las autoridades guatemaltecas identificaron casos positivos entre la población que se movilizaba desde Honduras y que se encontraba en Chiquimula. Pese a esta situación, el temor por la expansión de la Covid-19 no puede ser una causante de deportación», afirmó Caredda

«Los retos para garantizar la salud de la población pueden y deben abordarse sabiendo que personas solicitantes de asilo que huyen en estas caravanas no sólo pueden encontrar la muerte por el virus, pero también si son deportadas a sus lugares de origen», agregó la directiva de la ONG humanitaria con presencia en 30 países.

Tras la represión, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pidió evitar el uso de la fuerza «injustificada o excesiva contra migrantes, solicitantes de asilo o refugiados», y el Secretariado Episcopal de Centroamérica, que representa a obispos de la región, instó a los Gobiernos a «no vulnerar sus derechos humanos y tener una actitud profundamente humanitaria».

Pese a que el derecho internacional obliga a los países a proteger a solicitantes de asilo y refugiados, autoridades de Estados Unidos, México y Guatemala acordaron prohibir el paso de las caravanas de migrantes debido a la pandemia.

«No vengan», fue el mensaje del flamante secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, un antiguo defensor de los refugiados, cuando en la audiencia de confirmación para el cargo que tuvo lugar en el Senado le preguntaron sobre la última caravana.

Sin embargo, el argumento de la emergencia sanitaria no parará el flujo migratorio, como explicó Ceredda: «Ni la pandemia, ni las consecuencias de la pandemia han detenido el desplazamiento forzado. Ni las cuarentenas, ni las medidas de distanciamiento social propuestas por los Gobiernos frenaron los reportes de amenazas, intimidaciones o extorsiones de grupos criminales».

«Una persona que durante la cuarentena es amenazada tiene dos opciones: quedarse y cumplir con las medidas impuestas por su Gobierno y pagar el precio de las amenazas o huir y romper con la cuarentena. Cientos de personas no tienen otra opción que huir», añadió.

Así como la pandemia llevó a los países a intensificar los controles en sus fronteras, también agravó la pobreza: el PBI de Honduras, punto de partida de las caravanas, se contrajo a la cifra récord de 10,5% en 2020, según admitió el presidente Juan Orlando Hernández, muy cuestionado por la gestión ante el coronavirus y la crisis económica.

En noviembre del año pasado la ya difícil situación empeoró con el paso de los huracanes Eta e Iota que afectó a al menos 5,5 millones de personas en Centroamérica, más de la mitad en Honduras (2,8 millones), según las cifras difundidas por el Consejo Noruego para los Refugiados que trabaja en el terreno para brindar asistencia.

Las consecuencias fueron devastadoras, relató Caredda: «Comunidades enteras fueron inundadas y miles de familias afectadas perdieron sus casas y todos sus bienes. Personas que no lograron acceder a los alojamientos de emergencia pasaron a vivir en la calle, debajo de puentes y en los costados de las rutas. Estas personas necesitan ser asistidas y protegidas, no es el momento de dejar a nadie atrás».

La representante de la ONG indicó que tres meses después de los huracanes hay 6.937 personas en albergues, aunque hay muchas más que «viven en condiciones aún más precarias, sin acceso a alojamiento, agua, elementos de higiene, salud o educación» de las cuales no se tiene registro.

«El número de personas que huyen a través de las denominadas caravanas puede aumentar en 2021 si la situación de violencia, los desastres y la pandemia no dan tregua a la población y si no hay una atención a tiempo y efectiva para la población», alertó.

Ante este panorama, el reclamo del Consejo Noruego para los Refugiados y de otras organizaciones humanitarias es claro: mejorar las condiciones de vida de la población y garantizar la protección de quiénes huyen para salvar sus vidas dentro y fuera de su país.

«Hace casi tres años se presentó ante el Congreso de Honduras una ley para prevenir, asistir y proteger a las personas desplazadas por la violencia. Su aprobación e implementación podría brindar oportunidades a quiénes reciben amenazas de las maras y pandillas y que no encuentran más opción que dejar su país atrás para salvar la vida de sus familias», ejemplificó Caredda. Informó Telam.

Las mafias se estarían aprovechando del confinamiento para reforzar su control, lo que supone más extorsión, narcotráfico, violencia sexual y de género.

La delicada situación de los miles de migrantes y desplazados centroamericanos -720.000 personas habían abandonado sus hogares hasta fines de 2019- amenaza con agravarse bajo la acción de la pandemia de coronavirus, sobre todo por las restricciones de movimientos impuestas para evitar la expansión del brote, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur).

Casi la mitad de estas personas huyeron a otras zonas dentro de su propio país, entre ellas 247.000 en Honduras y unas 71.500 en El Salvador, pero muchas otras han optado por cruzar fronteras, en su mayoría rumbo al norte, hacia Estados Unidos, principal destino de las denominadas caravanas.

«Una situación cada vez peor de violencia e inseguridad crónicas, sumada a las restricciones relacionadas con la Covid-19, pone en peligro las vidas y empeora la situación para decenas de miles de personas en el norte de Centroamérica», advirtió un portavoz de Acnur, Andrej Mahecic, reprodujo la agencia Europa Press.

Las mafias se estarían aprovechando del confinamiento para «reforzar su control», lo que supone más extorsión, narcotráfico, violencia sexual y de género.

Según Mahecic, «utilizan desapariciones forzosas, asesinatos y amenazas de muerte contra quienes no cumplen».

Las restricciones de movimiento complican también la búsqueda de protección, hasta el punto de que «quienes necesitan escapar para salvar sus vidas se enfrentan a mayores obstáculos», y suponen la pérdida de las fuentes de ingresos para numerosos hogares vulnerables, especialmente en el sector informal.

Los líderes locales en las zonas de «alto riesgo», principal fuente de información de Acnur, advirtieron a la organización internacional que habrá «un rápido incremento en el desplazamiento forzado en cuanto se levanten las medidas de confinamiento».

La agencia reforzó sus programas para tratar de paliar el impacto de las restricciones sobre la población local, por ejemplo con asistencia en efectivo para los desplazados internos o el reparto de cestas de comida o utensilios de higiene. La actual situación, avisóo Mahecic, podría «revertir el progreso» logrado hasta ahora.

En tanto, el independiente Observatorio Ciudadano Covid-19 elevó este viernes a 233 muertos y a 1.270 los casos sospechosos en Nicaragua, cuyo gobierno reconoce únicamente 25 contagios y ocho fallecidos, desde que la pandemia ingresó oficialmente al país, a mediados de marzo pasado.

Según ese Observatorio, que localiza de forma independiente casos no reconocidos por las autoridades, la cantidad de personas contagiadas aumentó de 765 a 1.270 en la última semana, es decir 505 nuevos casos sospechosos para un 62 % de incremento, recogió la agencia de noticias EFE.

Las autoridades de salud de Panamá dijeron este viernes que se registraron seis muertes más y 150 nuevos casos, para un acumulado de 266 decesos y 9.268 contagios confirmados de la enfermedad.

La cifra de fallecidos en El Salvador se elevó a 25 este viernes con dos nuevos casos, mientras que los recuperados sumaron 417 y los contagios suman 1.150, informó el ministerio de Salud.

Sin embargo, el dato dramático en la capital salvadoreña lo dio un grupo de familias que colgó banderas blancas en señal de que necesitan alimentos para enfrentar la cuarentena y de que sus recursos se han agotado, según pudo constatar EFEeste viernes.

En una casa ubicada en el Centro Histórico de San Salvador, en la que habitan 17 personas de distintas familias, decidieron colocar la señal y un cartel para pedir ayuda, sin que las autoridades estatales respondieran al menos por tres días.

Los muertos en Honduras desde marzo ya suman 134 y 2.460 los casos de contagiados, informó este viernes el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager), mientras que el gobierno, ante mucha gente que no usa mascarilla, aboga ante el Parlamento para que sea obligatorio llevarla puesta.

Cuba mantendrá por ahora sus fronteras cerradas y seguirá sin recibir turistas, pero aprovecha este paro forzoso del sector para realizar mantenimiento y mejoras en sus instalaciones hoteleras y para elaborar protocolos sanitarios que permitan reabrir en condiciones seguras frente a la Covid-19.

El ministerio cubano de Salud emitió este viernes un comunicado en el que no se menciona un horizonte temporal para la reapertura al turismo: «en aras de proteger la seguridad sanitaria nacional, premisa fundamental del Estado cubano, no se abrirán nuestras fronteras, ni se activarán los servicios turísticos, hasta tanto sea indicado por el Gobierno de la República de Cuba», subraya.

El turismo es una fuente vital de ingresos para el país, que antes de que estallara esta crisis sanitaria ya atravesaba importantes problemas económicos agravados por el bloqueo y las nuevas sanciones de Estados Unidos, la crisis de su aliada Venezuela y la ineficiencia de su economía planificada.

Cuba lleva registradas 79 muertes por Covid-19 de 1.830 casos confirmados, señaló Télam.

Con sus hijos en brazos, arrastrando desvencijadas maletas por la carretera y desafiando el clima, cientos de emigrantes venezolanos comenzaron a caminar de regreso a su país desde Colombia, desterrados por los efectos del coronavirus, en los primeros pasos de un largo e inesperado viaje.

Colombia se convirtió en los últimos años en el domicilio de más de 1,8 millones de venezolanos que huyeron de la crisis política, económica y social de su país bajo el gobierno del presidente socialista Nicolás Maduro.

La mayoría de los emigrantes de la nación petrolera se encuentran en forma irregular y muchos sobrevivían en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla vendiendo dulces o pidiendo limosna en las calles, mientras que otros trabajaban en la construcción, restaurantes o repartiendo comida a domicilio.

Pero las medidas de aislamiento preventivo que decretó Colombia para frenar la expansión del coronavirus cambiaron sus vidas. Con las calles vacías y los habitantes de las grandes ciudades en cuarentena, quedaron sumidos en la pobreza y sin nadie a quien vender sus golosinas o pedir ayuda en un país al que antes veían como un paraíso.

“Somos miles de personas que queremos devolvernos a Venezuela”, dijo Antonio Madroñedo, de 34 años, quien trabajaba como reciclador en Bogotá y regresa con su esposa y sus dos hijos de tres y seis años. “No puedo vivir en la calle con mi familia”.

Grupos de venezolanos comenzaron desde hace varios días la travesía de 556 kilómetros de regreso a pie desde Bogotá hasta la ciudad fronteriza de Cúcuta, donde esperan que el gobierno de su país aliste autobuses que los lleven a sus ciudades de origen.

“Ya no hay gente en la calle por la situación que está pasando y eso nos ha incomodado porque nosotros ganamos con lo de la gente y si no hay gente en la calle ¿cómo trabajamos?, es difícil”, dijo Paul Regales, de 23 años, quien vendía bolsas plásticas para recolectar basura en Bogotá.

Regales, que tiene la pierna derecha amputada y camina con muletas, aspira a regresar a Valencia para reunirse con su familia después de 18 meses.

Él, como cientos de venezolanos, fue desalojado de un alojamiento de Bogotá cuando no pudo pagar los 3,6 dólares de alquiler por día en medio de la emergencia sanitaria y quedó sin dinero para comprar comida. En promedio, cada emigrante asegura que ganaba unos 8 dólares diarios.

COMPLICADO CAMINO DE RETORNO

El Gobierno de Colombia, concentrado en la atención de la emergencia sanitaria por el COVID-19, no les ha suministrado hasta hora ninguna asistencia de transporte, comida o agua para el retorno, que los emigrantes estiman demorará entre dos y tres semanas.

Los camioneros, a diferencia de meses atrás, difícilmente los recogen en la carretera por temor a que los contagien de coronavirus, según los caminantes que aseguran que lo más difícil será el paso de tres páramos con bajas temperaturas.

“Yo regresé por el coronavirus, ya no podemos trabajar porque todo el mundo nos reprocha, todo el mundo nos ignora, no vendemos nada”, dijo Yosbeli Quintero, de 28 años, quien camina de regreso a Cambural, con un hijo de nueve meses en sus brazos, en compañía de su esposo, unos primos y varios amigos.

Sin embargo, la posibilidad de una fuerte expansión del coronavirus en Venezuela, donde muchos hospitales carecen de agua y equipo médico, hace que los emigrantes enfrenten una bienvenida incierta.

Algunas personas que ya retornaron a su país dijeron a Reuters que habían sido transportadas en autobús a ciudades en Venezuela y luego sometidas forzosamente a cuarentena extrema.

En el estado fronterizo venezolano de Táchira, todos los retornados deberán permanecer en aislamiento, dijeron las autoridades.

Migración Colombia no tiene registro de los venezolanos que regresan a su país. Algunos aseguraron que habían emprendido el retorno desde Ecuador, pero Reuters no pudo verificarlo independientemente.

Algunos de ellos, en efecto, están retornando a su país de origen, en algunos casos porque esta pandemia nos está llevando a todos a volver a nuestros hogares”, dijo a Reuters el director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa.

“Tenemos las fronteras cerradas y no podemos hacer movimientos de ingreso y salida”, explicó el funcionario, quien aseguró que solo se permite pasos por razones humanitarias.

Francy Flórez, dueña de un restaurante a la orilla de la carretera, 40 kilómetros al norte de Bogotá, dice que a diario ve pasar por lo menos 150 venezolanos disgregados en grupos.

Los emigrantes que emprendieron el viaje de regreso saben que en Venezuela no será fácil sobrevivir, pero todos coinciden en que no pagarán arriendo y estarán con sus familias.

No es que sea más fácil, pero allá no pagamos arriendo, estamos con la familia y si estamos todos juntos es mejor”, aseguró Regales mientras caminaba por la orilla de la carretera.

En Milán hay una comunidad argentina y latinoamericana numerosa. Algunos de ellos viven una situación económica precaria y de diáspora familiar en esta crisis provocada por el coronavirus. Están sólos o han venido para trabajar en la colaboración doméstica o en asistencia a los ancianos entre otras cosas. Y para ayudarlos, en este momento de miedo e inestabilidad, una psicóloga argentina residente en Milán, Rosa María Cusmai, ha organizado en coordinación con varias organizaciones no gubernamentales latinoamericanas, el Consulado argentino de Milán y consulados de otros países latinoamericanos, un espacio de “escucha y sostén psicológico” para los argentinos y latinoamericanos radicados en Lombardía (norte del país), la región de Italia más atacada por el coronavirus. Cusmai, que estudió en la Universidad de La Plata y en Milán y vive hace 44 años en Italia, es presidenta de la Asociación Kairos Onlus y miembro de la asociación 24 Marzo Onlus, que surgió en Italia de los argentinos que pasaron por problemas políticos durante la dictadura militar.

“Yo trabajo en un consultorio para la asistencia familiar de la región de Lombardia – contó la psicóloga a Página/12 – . En este momento de tanta emergencia sanitaria, y no sólo sanitaria sino también social porque la recaída sobre la situación económica y del trabajo es muy grande desde el punto de vista de quienes tienen un trabajo precario, hemos pensado en crear este espacio de escucha y sostén psicológico. Los inmigrantes están muy expuestos en esta situación. Nuestra idea es escuchar y dar sostén psicológico porque efectivamente el estado de la sanidad es muy crítico y muchas personas no tienen información suficiente. Si están enfermos, si son positivos al coronavirus pero no son graves, se los manda a casa en cuarentena. Los médicos de familia están llenos del trabajo.

-¿La asistencia psicológica la hacen personalmente o a través de Internet?

-En este momento nosotros por disposición de la Orden de los Psicólogos de Lombardía, no hacemos coloquios cara a cara, sino a través de Facebook , de Whatsapp o de video conferencias. Lo que quiero subrayar es que en este momento estamos trabajando con la cónsul argentina en Milán, la señora Daniela Jaite, que nos ha dado todo el apoyo y que está monitoreando las necesidades de los argentinos residentes en Lombardía. En este momento, además de la emergencia sanitaria y de la emergencia psicológica con crisis de pánico y de angustia, se presenta también el problema asistencial de la persona que está en cuarentena y que no tiene cómo aprovisionarse de alimentos y remedios.

-¿Hay muchos latinoamericanos contagiados?

-En este momento estamos monitoreando la situación. No podemos dar cifras. Pero hubieron varias señalaciones.

– ¿Cuáles son los factores que agravan la situación psicológica de los inmigrantes en particular?

-Además del tema sanitario, el hecho de no poder moverse libremente interrumpe los vínculos, crea más angustia porque uno no puede ir a ver la propia familia si vive en otra ciudad, o hay situaciones de parejas separadas que tienen que ir a ver a sus hijos periódicamente pero ahora no pueden moverse. Otro factor es el problema del aislamiento y los problemas que esto provoca al inducir a un mayor uso y abuso de los medios como Internet. Desde hace tiempo tenemos relaciones con otras asociaciones de voluntariado latinoamericano por lo cual ahora estamos haciendo el monitoreo de los socios de cada una. Porque en este momento la gente no sabe a quien dirigirse para pedir asistencia psicológica

-¿Esta asistencia es gratuita?

-Completamente gratuita. Kairos Onlus de Milán y 24 Marzo onlus, van a trabajar en todo el territorio nacional. Se designará en cada zona el psicólogo de referencia. Vamos a recuperar la red que teníamos con la Red por la Identidad (que trataba de recuperar los hijos secuestrados a los desaparecidos) en la que trabajamos por años. Con nosotros colabora el Consulado argentino de Milán, que actúa como mediador para ayudar a los inmigrantes, Alpi-Andes para los casos chilenos, Amigos de Colombia, el Consulado del Ecuador y otros grupos latinoamericanos importantes como son los inmigrantes de Bolivia, El Salvador y Perú.

– Usted me decía que también en Argentina se está intentando organizar algo parecido…

-Se trata de dar sostén a los familiares de gente que vive acá. Es muy importante, porque la gente no puede viajar ahora. Hay que contener también a los familiares que viven allá. Y esto es un llamado que hago a los psicólogos argentinos en general. Ahora estamos empezando a organizar este proyecto con los psicologos de la Universidad de La Plata. Hay que dar sostén y conforto a los de aquí y a los de allá. Y a los de aquí además, la asistencia alimentaria y farmacológica y para eso se han puesto en acción las asociaciones de voluntariado ligadas a América Latina y también a las parroquias.

El buque de rescate alemán Alan Kurdi obtuvo autorización para desembarcar a 88 migrantes en el puerto italiano de Taranto, en el sur de Italia, tras una semana de navegar sin rumbo a la espera del permiso para atracar, informó hoy el Ministerio del Interior italiano.

El navío de la ONG alemana Sea Eye había ingresado sin permiso a las aguas territoriales italianas con el argumento de que necesitaba protegerse del mal tiempo.

«El tiempo está cada vez peor; la gente que se encuentra sobre la cubierta se moja, y por la tarde temprano decidimos que el barco debía buscar protección cerca de la costa», dijo el vocero de Sea Eye, Gordon Isler, citado por la agencia de noticias alemana DPA.