Foto ilustrativa de archivo.
A través del Homenaje a Enriqueta Villagrán de Sepúlveda se homenajea a muchas mujeres rurales de Cholila, que fueron despojadas junto a sus esposos e hijos de sus tierras y que tuvieron un rol destacado soportando un sufrimiento que hasta el día de hoy se observa en los rostros de la descendencia de estas “Legendarias Mujeres Rurales”.
Así muchas familias que iban rumbo a tener sus campos, criando ganados y cultivando alfalfa, logrando prosperar, de pronto, por la tiranía de los terratenientes cómplices de las dictaduras, fueron despojadas y relegadas a tener 2 hectáreas en donde no podían tener una cantidad suficiente de ganado que le permitiera la subsistencia. Así, sus esposos se vieron obligados a dejar el hogar para pasar a servidumbre de estos “Estancieros De Factos” siendo peones no registrados viviendo en las peores condiciones humanas y soportando el maltrato de los amigos de los “Dictadores”.
De esta manera se fue rompiendo el tejido social familiar de Cholila y aquí empezó el gran sufrimiento y padecimientos de nuestras “Mujeres Rurales”, las cuales son nuestras bisabuelas, abuelas y madres a las que hoy queremos homenajear y aunque algunas ya no estén, saber que sus generaciones han legado un poco de esa fuerza que ellas derramaron con lágrimas de sangre, criando grandes familias que siempre solían ser más de 8 integrantes en algunos casos hasta 15 hijos solían tener, un gran ejemplo para aquellas mujeres que piensan en abortar.
Así, en Cholila un caso ejemplo de despojo de tierras que afectó a nuestras “Mujeres Rurales”, tiene como actor principal a un terrateniente que con la ayuda del Estado Argentino desarraigó a tres familias de Pobladores Originarios de sus campos, a la Familia Sepúlveda, la Familia Cossio y la Familia González.
Entre estas tres familias había promedio en cada familia 12 hijos o sea aproximadamente 36 niños que fueron desarraigados de sus tierras, emprendiendo así en fila india detrás de sus “Madres” un nuevo camino de servidumbre y esclavitud.
Estas “Mujeres Rurales” debieron ser el sostén del hogar debido a que sus esposos eran “tropilleros” o peones rurales que cada vez que iban a pagar al Ramos Generales de “Daher”, del terrateniente que los empleaba en el campo ¡ho sorpresa! les decía que eran ellos los que debían pero apenas habían retirado para comer.
Así las “Mujeres Rurales” tuvieron que hacerle frente a la injusticia y corrupción que fue marcando en sus caras las cicatrices y arrugas de sufrimientos en cuyos surcos han pasado millares de lágrimas de sangre, que hasta el día de hoy mojan nuestro corazón y es una vertiente que con la verdad sacada a la luz cesará, y de esas vertientes empezaran a surgir “aguas de justicia”.
Estas mujeres lejos de dejarse vencer, empezaron a realizar huertas, a criar aves de corral, a criar juntos a sus hijos más grandes animales de corral, a cazar liebres para la venta del cuero y para consumo, a la pesca de las truchas en los arroyos, ríos y lagos.
Así, hasta que llegaba su esposo, el padre de los “guricitos”, el “tata”, a su hogar en donde solamente así se podían disimular las arrugas de la “Mujer Rural” y podían tener su momento de felicidad, hasta que de nuevo el padre de familia, el “Peón Rural” tenía que volver a ensillar su caballo, preparar su pilchero y sus perros y emprender su camino de “Gaucho”, arriando ganado hacia otros lares o esquilando en estancias en donde la paga era poca.
Así las Mujeres Rurales no solamente sacaron adelante a sus familias sino que también sacaron adelante los Pueblos de la Patagonia Argentina, que si fuera por los terratenientes esto ya estaría fundido, como muchos campos en la actualidad que esos terratenientes fundieron por pensar que iban a llegar lejos con la corrupción.
Muchos hijos de terratenientes fueron criados por estas mujeres rurales a los cuales sus padres mismos habían desarraigado de sus tierras. Pero lejos de la venganza y el rencor, estas “Mujeres Rurales” sirvieron con amor, cumpliendo con su labor de empleadas domésticas en “negro”, mejor que las propias esposas de estos terratenientes.
Cuanto amor para servir, quizás esto no tenga su recompensa en la tierra por que el hombre por su codicia, su ambición es incapaz de ver esto, hasta que no se arrepienta de sus pecados, pero de seguro Dios lo vio y hasta el mismo Dios ha llorado por estas injusticias y pecados de los que ostentan el poder y lo ejecutan injustamente.
La Palabra de Dios que es la Biblia nos dice en Miqueas 2. 1, 2: ¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder! Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad.
Este amor de servicio que estas “Mujeres Rurales” y sus esposos “Peones Rurales” tenían no era otra cosa que un don dado de Dios, porque eran mujeres y hombres que servían a los demás no que se servían de los demás.
Y Jesús en el evangelio de San Marcos 10. 42, 45 lo deja bien en claro.
Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
En este día Internacional de la Mujer Rural quiero hacerle un humilde homenaje como un simple Cristiano, Poblador Originario a mi Abuela Enriqueta Sepúlveda, una “Mujer Rural” que soportó todo lo relatado en esta nota y que murió en el año 1983, después que terminara la dictadura y junto a su esposo mi Abuelo el “Peón Rural” y Tropillero Don Ramiro “Lupo” Sepúlveda, aguantaron varias dictaduras militares y cuando por fin llegó la democracia no hallaron otro descanso mejor que ir a la Estancia que Dios le tenía preparada en el Cielo, por servir con amor y sin jamás hacer uso de la violencia para recuperar sus tierras aquí en este pequeño mundo.
Mi Abuela Enriqueta Sepúlveda “Mujer Rural” y mi Abuelo Ramiro “Lupo” Sepúlveda murieron en el término de una semana, primero murió mi abuelo, luego una semana después mi abuela.
Hoy soy cristiano y preguntándole muchas veces a Jesús sobre ellos un día me respondió a
través de su Palabra en 2 de Corintios 7: 10 que dice:
“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no
hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.
Ser servidor sin esperar nada a cambio y el haber sido desarraigados y despojados produce esa tristeza que provoca muerte, con esa tristeza cargaron mis abuelos, antes de morir, le dijeron a mi madre que se vaya de Cholila para no volver a pasar por lo mismo, y mi madre por obediencia lo hizo, eran tiempos muy difíciles en Cholila, mi madre antes que yo nazca también fue despedida por la dictadura quienes ejercían presión por las tierras para que de una vez dejaran las poquitas hectáreas que tenían y emigraran a las ciudades.
Hoy soy cristiano y mi tristeza en Dios ha provocado en mí arrepentimiento para salvación,
por eso gracias a Cristo ya no hay más tristeza para muerte, sino que el mismo Jesús es el
que ha querido saldar cuenta por tantos años de injusticia y corrupción.
He vuelto a Cholila, tres generaciones pasaron, soy la cuarta, y sé que amparado en Dios,
todo se logra.
Por eso doy gracias a esas “Mujeres Rurales” en la figura de mi Abuela materna Enriqueta Villagrán de Sepúlveda, doy gracias a mi Abuela paterna Natividad “La Tona” Fernandez y a la Mujer que tuvo que lidiar por muchos años con un “bandido” como yo, que es mi madre Mirta Sepúlveda, y a todas las Mujeres Rurales de Cholila que nunca bajaron esos brazos y lucharon por sus familias, por sus hijos y que aunque pasen los años la recompensa llega.
Hoy las hijas de Enriqueta Villagrán Sepúlveda rehicieron sus vidas gracias a ese esfuerzo de su madre, Mujer Rural. Hoy sus vidas transitan una mejor calidad de vida.
A mí me ha tocado seguir el legado de luchar por la tierra y pronto sé que por la FE en Jesucristo, esas tierras por las que tanto lucharon estas “Mujeres Rurales”, serán un punto de reunión para que la Familia no se olvide de adonde salió y que hay un Dios que está esperando el arrepentimiento de muchos.
Homenaje a la “Mujer Rural” Enriqueta Villagrán de Sepúlveda y a todas las “Mujeres Rurales” que sufrieron los mismos padecimientos.
Por Darío Fernández
Cristiano, Poblador Originario de Cholila.
Cel. 02945-15469869.