David Hock tiene 19 años y aunque nació con una malformación congénita es uno de los diez aspirantes a periodista que siguen los Juegos. Conocé su historia.
Además de ser la fiesta mundial del deporte, los Juegos Olímpicos suelen convertirse en el lugar justo para que miles de atletas superen sus propios límites, para que derriben barreras y se conviertan, prácticamente, en leyendas. Los Paraolímpicos, entonces, van por el mismo camino. Aunque tienen una vuelta de tuerca más. Sus protagonistas, con sus vidas a cuestas, no sólo están en la elite de sus disciplinas: también dejan al mundo con la boca abierta por su espíritu de superación.
En los Juegos Paralímpicos que se están disputando en Río de Janeiro, sin dudas, hay cientos de historias que merecen ser contadas. Pero hay una en particular que llama la atención. Y es la de David Hock, un joven de apenas 19 años y una pasión pocas veces vista.
Ojo, aunque es alemán, David no integra la delegación germana. Y si bien la natación le encanta desde el día que sus padres lo llevaron a una pileta, en su Berlín natal, tampoco está compitiendo por una medalla. El rubio es uno de los 22 aspirantes a periodista que día tras día cubren, desde el IBC (el centro de prensa), cada una de las competencias. Y lo que lo hace más especial aún es que David no escribe con sus manos, sino que lo hace con… ¡los pies!
Rodeado de computadoras y decenas de periodistas profesionales, este alemán se toma muy en serio su trabajo. Y es que, junto con nueve compatriotas, diez brasileños y dos ingleses, son las caras visibles de un proyecto periodístico inclusivo que se puede seguir en las dos ediciones del Paralympic Zeitung (en alemán), el Paralympic Post (en inglés) y dos cadenas en portugués que serán publicadas por el diario O Globo.
«Estoy fascinado. Es una experiencia única». David no oculta su felicidad. Y no le preocupa en lo más mínimo lo que piensen sus colegas. «Al principio algunos se sorprendieron al verme. Pero yo siempre dije que mis pies son como mis manos. Y apenas me saco las zapatillas, puedo hacer lo mismo que el resto», aclara.
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Y no exagera. Ayudado por un teclado con Bluethoot y un mouse cuadrado que pacientemente coloca en el piso, David se caracteriza por la velocidad para escribir sus textos. Y, claro, sorprender. Es que el joven nació con una malformación congénita: no tiene el brazo izquierdo y se maneja con tres dedos de su mano derecha, que apenas le sale del hombro.
Aunque eso realmente ni se nota al verlo trabajar. «Yo estoy disfrutando mucho. No soy el único que tiene una deficiencia aquí, y eso me ayuda», cuenta. Y agrega: «Estoy trabajando específicamente con la natación, que es mi especialidad. Y nada puede salir mal».