La donó un excombatiente que la trajo de las islas. Ya es parte del Museo de Piedras Patagónicas, donde además se pueden conocer asombrosos detalles de meteoritos y fósiles, entre otras atracciones.
“Esta roca llegó al museo gracias a la generosidad de Miguel Ángel Courtade, un excombatiente de Malvinas, clase 1962, que nos visitó el mes pasado. Perteneció a Vigilancia y Control Aéreo de la Fuerza Aérea Argentina y cuando tuvo que abandonar las islas se abrazó a la piedra y la hizo llegar al continente”, explica en la bienvenida Eduardo Lucio, propietario del Museo de Piedras Patagónicas.
La última adquisición despierta curiosidad e interés entre turistas y lugareños que llegan hasta la chacra “Laten k’Aike”, que en idioma tehuelche significa “donde viven las piedras”, sobre el circuito de Mallín Ahogado, a 13 kilómetros del centro de El Bolsón.
El origen
Ya con un criterio más técnico, Lucio agrega que “es una roca metamórfica, un gneiss. Los datos geofísicos muestran que el Plateau de Malvinas, junto al Macizo del Deseado, forma parte de un bloque continental muy antiguo formado en el Proterozoico, unos 2.000 millones de años atrás”.
Continúa con la descripción: “Esta roca es muy antigua, otras similares fueron estudiadas en un afloramiento de Cabo Belgrano –también en las Islas Malvinas–, lo que permitió la reconstrucción paleogeográfica de la Patagonia e inferir su ubicación dentro del supercontinente de Rodinia, unos 1.000 millones de años atrás”.
Lo que cayó del cielo
Pero hay mucha más para ver en el Museo Piedras Patagónicas. Por ejemplo, es el único en Argentina que exhibe 19 meteoritos, cada uno con su informe científico correspondiente.
El matrimonio de Isabel y Eduardo Lucio recibe personalmente a los visitantes y recomienda “llegar con tiempo” ya que aún los más neófitos no dejan de asombrarse ante semejante colección de cuarzos, geodas (redondeadas, huecas y en su seno uno o varios minerales cristalizados o de extrañas formas), fluoritas de bellos colores de la costa rionegrina o el macizo de Somuncura, jaspes, ópalos; productos del vulcanismo, la sedimentación o los avances marinos que dan cuenta del paso de las eras geológicas desde millones de años atrás.
El complejo ofrece más de mil metros cuadrados de superficie con diferentes áreas: museo al aire libre, paseo geológico de la Comarca Andina del Paralelo 42º, sectores de paleobotánica, mineralógico y malacológico (con invertebrados fósiles y actuales). La muestra incluye también material didáctico con minerales de cada provincia argentina (incluyendo las Islas Malvinas), con la premisa de “realzar el reconocimiento de nuestro suelo”.
Otro de los puntos atractivos es la pirámide andina construida a partir de la posición central de un cristal de cuarzo andino cuyo prisma hexagonal corona en un monumento montado sobre un cono de rocas basálticas, de origen volcánico, mientras que su base circular se erige a partir de rocas magmáticas plutónicas.
Pulidos y tallados
Anexo al museo hay un sector en donde se ofrecen a la venta especímenes minerales de colección, con material cortado, pulido y tallado que surge del taller propio de lapidación.
Incluye desde cristales de cuarzo, amatistas, jaspes, ágatas, celestinas, baritinas, thundereggs, obsidianas, ópalos, cornalinas, calcitas, fluoritas, olivinos, aragonitos o calcedonias.
El dato
$ 70 cuesta la entrada (niños hasta cinco años gratis).
Está abierto todos los días del año de 11 a 18.
160 millones de años
Corazón de cuarzo. Brilla entre los “notables de piedras regionales” y marca “el latir de la Patagonia desde hace 160 millones de años”.
Es un nódulo de cuarzo microcristalino (Calcedonia color ámbar) con la forma natural perfecta de un corazón.
Fue formado por precipitación de sílice aportada por aguas termales que invadieron cavidades producidas en rocas volcánicas del Jurásico.
“Es muy antigua. Cuando tuvo que abandonar las islas se abrazó a la piedra y la hizo llegar al continente. Nos visitó el mes pasado”
Eduardo Lucio es propietario del museo.
Diario Río Negro