Fernando LabordaLA NACION
Tras el virtual lanzamiento de la campaña electoral, con las rutilantes apariciones públicas de Cristina Kirchner, por un lado, y de Sergio Massa y Margarita Stolbizer, por otro, ha quedado claro que el eje sobre el cual machacarán las principales figuras de la oposición será la marcha de la economía, mientras que el oficialismo macrista se refugiará en la opción entre el cambio o la vuelta al pasado.
Hombres del Presidente aseguran que las próximas elecciones legislativas se ganarán gracias a la política y no por la economía, en tanto que su principal asesor de campaña, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, se muestra convencido de que la influencia de la situación económica no será decisiva en las urnas. ¿Será así?
Según señalan el gurú del primer mandatario y su colega Santiago Nieto en su libro La política en el siglo XXI, de inminente aparición, si se analiza el conjunto de mensajes que se intercambian en la red, puede constatarse que la gente no sólo habla de sus necesidades económicas y que tampoco es ésa la temática predominante en la red.
Ambos especialistas en marketing político también recuerdan que, de acuerdo con una investigación internacional publicada por la consultora Ipsos en julio de 2016, varios de los presidentes que tienen peor imagen en el continente se hallan al frente de países en los cuales la economía se encuentra relativamente bien.
«Si se analiza el conjunto de mensajes que se intercambian en la red, puede constatarse que la gente no sólo habla de sus necesidades económicas»
El Interbarómetro, un estudio que semanalmente realiza la Fundación Cigob junto a la firma Autoritas Consulting para monitorear las conversaciones en Internet referidas a actores políticos y problemas de la vida cotidiana, refiere algo parecido. Al analizarse la evolución de la conversación en la red acerca de distintas problemáticas entre noviembre de 2016 y abril último, se advierte que los temas de la justicia aparecen en primer lugar con alrededor de 1.069.000 menciones; en segundo lugar, se halla la corrupción, con 815.000 menciones; en el tercer puesto, la educación, con 607.000; en cuarto lugar, la seguridad, con 457.000. Siguen la energía, con 251.000; las jubilaciones, con 240.000; la pobreza, con 234.000, y la inflación, con 212.000. En conclusión, a los argentinos, efectivamente, hay otras cuestiones que parecen preocuparlos tanto o más que la economía.
Sin embargo, no es posible desligar la importancia de la economía de cara a una elección popular. De hecho, el radicalismo de Raúl Alfonsín se impuso en su primera confrontación electoral legislativa, allá por 1985, con la bandera del recordado Plan Austral, en pleno auge de este programa económico ideado por Juan Vital Sourrouille. Y Carlos Menem venció en sus primeras elecciones parlamentarias, en 1991, gracias a los beneficios iniciales de la ley de convertibilidad que instrumentó Domingo Cavallo y que, por varios años, doblegó a la inflación. También Néstor Kirchner se valió del viento de cola internacional que hizo crecer la economía argentina en sus primeros años de gestión y ganó los comicios legislativos de 2005.
En igual sentido, Mariel Fornoni, directora de Management & Fit, considera que «es difícil pensar que la economía no jugará un papel importante en estas elecciones». Sostiene que «no es un tema de lo que parece o no, sino de lo que dicen los números y las circunstancias».
No obstante, Juan Germano, director de la consultora Isonomía, recuerda que en las últimas elecciones exclusivamente legislativas del país la economía no influyó en el voto tanto como otros elementos políticos. Según el analista, en 2013, se trató de ponerle límites al poder kirchnerista y de evitar el reeleccionismo eterno de Cristina Kirchner, mandato que capitalizó Sergio Massa; en 2009, también se intentó ponerle un freno al kirchnerismo, ante un cansancio ciudadano con sus formas, especialmente tras el conflicto con el campo, y fue Francisco de Narváez quien cosechó los mayores apoyos en la provincia de Buenos Aires, en parte gracias a un ingenioso spot televisivo en el que se mostraban toda clase de cachetadas contra distintos ciudadanos y la consigna «Seguir así va a doler».
Germano aclara que «jamás podría decirse que la economía no importa» y que «todavía no está definido qué se jugará para el electorado en las próximas elecciones» de octubre. Admite que la recuperación económica es más lenta que lo esperado, pero que esta percepción ciudadana convive con otra percepción de optimismo hacia el futuro. Explica que, según los estudios de opinión pública de su consultora, el 48% de la ciudadanía señala que el gobierno de Mauricio Macri no le soluciona los problemas, pero también cree que le falta tiempo. Del mismo modo, destaca que una mayoría de argentinos responsabiliza por su presente negativo al anterior gobierno.
Mariel Fornoni juzga lógico que «si el Gobierno no puede establecer el valor esperado de las variables económicas trate de minimizarlas». Y considera que «para los sectores más afines al Gobierno los temas económicos no son tan prioritarios como las cuestiones más institucionales, mientras que para los sectores más alejados del Gobierno los temas económicos si son prioritarios».
La administración macrista apuesta a que la lentísima y despareja recuperación de la economía se acelere entre agosto y octubre, cuando los argentinos acudan a las urnas. Algunos economistas esperan un sol de primavera, que va a calentar, aunque no va a quemar. Pero no pocos analistas políticos creen que los números de los últimos meses previos a las elecciones no serán suficientes como para que el Gobierno pueda exhibir grandes pergaminos en materia económica.
De allí que Cristina Kirchner pretenda imponer una lectura económica, a partir de una discutible disyuntiva acerca de cómo estaba la población antes y cómo está ahora, desentendiéndose de cualquier responsabilidad de su gobierno en el presente económico, mientras el oficialismo busque que el mandato del electorado pase por la necesidad de consolidar un cambio.