Ante sus posibles efectos cancerígenos, varios países quieren prohibir el uso del glifosato pero las nuevas licencias se definirán recién en noviembre.
En la Unión Europea el debate por la prolongación de uso o no del herbicida más usado en el mundo está candente. Francia y Bélgica quieren su prohibición total por su clasificación como “probable cancerígeno” según la AIIC (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer)
Desde Argentina la polémica también está candente. Este país es uno de los mayores consumidores de agroquímicos en el mundo desde los años 90 cuando incorporó los transgénicos. El uso de Glifosato aumentó un 983 por ciento en 25 años para pasar de unas 38.000 toneladas en 1990 a 370.000 en 2015 según estimaciones de la Red Universitaria de Ambiente y Salud.
En los últimos años en Argentina se han multiplicado las denuncias y presiones sobre el Estado en relación a las fumigaciones con agroquímicos.
La multisectorial Paren de Fumigarnos presentó un proyecto que incluye nuevos límites de distancia para las fumigaciones, promoción de la agroecología y regulación de silos y depósitos de granos y pesticidas en centros urbanos, pero aún no se ha avanzado en ello.
En la semana, la Unión Europea decidió aplazar hasta el mes que viene la decisión sobre si sigue permitiendo el uso del herbicida, ya que la licencia para usar glifosato en Europa expira a finales de este año. Si no se renueva, el producto debería —en principio— ser retirado del mercado. Pero todavía no existe acuerdo entre los diferentes órganos europeos respecto a qué decisión tomar: por una parte la Comisión Europea había solicitado otros diez años de licencia, mientras que el parlamento solicitó su retirada gradual del mercado antes del año 2022.
Por ahora, no existe consenso entre las diferentes agencias europeas respecto a los efectos peligrosos del Glifosato tanto en humanos como en el ambiente, ya que si bien para la AICC es “probable cancerígeno”, otros actores institucionales como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y la Agencia Europea de Productos Químicos descartaron estos efectos.
Sin embargo una investigación llamada “Monsanto Papers” encabezada por el diario francés Le Monde estableció que la multinacional semillera manipuló los informes de los expertos presuntamente independientes sobre el Glifosato , que oficiaban en realidad como “escritores fantasmas” de los organismos que debían controlarlos.
Además de su lado político y técnico, la decisión de los expertos también tiene un aspecto económico a tener en cuenta ya que el sector de los agroquímicos está en plena concentración con la compra de Monsanto por parte del alemán Bayer, de la firma suiza Syngenta por parte del chino ChemChina y como consecuencia de la fusión de los gigantes estadounidenses Dow y Dupont.