Un centenar de presos seguían fugados este martes después del brutal motín que se desató el primer día del 2018 en una cárcel del estado brasileño de Goiás (centro-oeste) dejando nueve muertos, todos carbonizados y dos además decapitados, así como 14 heridos, informaron las autoridades.
La rebelión ocurrió a las 2:00 p.m. del lunes en el Complejo de Aparecida de Goiania por un aparente enfrentamiento entre facciones del crimen organizado, devolviendo la memoria de los brasileños al espeluznante motín con 56 muertos que inauguró el año pasado en un complejo penitenciario de la amazónica Manaos.
El episodio de este 1 de enero ocurrió en una zona de régimen semiabierto cuando «el pabellón C invadió las demás alas e inició actos de barbarie contra sus rivales», explicó esta mañana en rueda de prensa el superintendente de administración penitenciaria de Goiás, el teniente-coronel Newton Castilho.
«Hubo heridos, carbonización de cuerpos y dos decapitaciones», añadió el funcionario al asegurar que la riña, en la que presos quemaron un pabellón, se debió a «divergencias en el mundo del crimen del tráfico de drogas».
Seis de los internos heridos siguen hospitalizados, uno de ellos en cuidados intensivos.
El motín de Goiania, nuevo reflejo de la guerra entre grupos rivales en los superpoblados presidios brasileños, vino acompañado además de una fuga masiva de presos.
Aunque inicialmente las autoridades habían reportado un número menor de fugados, 242 internos lograron escapar de la cárcel al realizar un hueco en un muro.
Después de decenas de recapturas, las autoridades aseguran que actualmente son 99 los que siguen fugados.
La guerra en los presidios entre las dos principales facciones criminales en Brasil, el Primeiro Comando da Capital de Sao Paulo (PCC) y el Comando Vermelho (CV) de Rio de Janeiro, y sus ramificaciones, ha dejado más de 100 fallecidos desde el año pasado.
Las principales masacres carcelarias de 2017 se produjeron en Manaos (56 muertos) y Roraima (33), ambas en el norte, seguidas de Natal (26), en el noreste.
Brasil suma la tercera mayor población carcelaria del mundo con 726.712 presos, según los últimos datos oficiales de junio de 2016. La cifra casi duplica la capacidad penitenciaria del país calculada en 368.049 cupos para 2016.
La superpoblación en penales muchas veces insalubres, que operan incluso hasta 197% sobre su capacidad, es vista por los expertos como el caldo del cultivo ideal para el dominio de las bandas, que tienen en los presidios sus centros de operaciones.
AFP