Cientos de personas se acercaron esta tarde, desde las 14, a la esquina de Corrientes y Callao para participar de una apostasía masiva, es decir, para dejar de pertenecer oficialmente a la Iglesia católica, en una actividad convocada por la Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL) a través de las redes sociales.
«La apostasía es un acto simbólico en el que estás diciendo ‘Yo no quiero que la Iglesia hable en mi nombre’ -explicó a LA NACION César Rosenstein, abogado y miembro de CAEL-. Es un acto individual que uno puede resimbolizar y hacer un acto político cuando la Iglesia es la principal fuerza que se opone a la ampliación y reconocimiento de derechos. Nosotros queremos hacer un movimiento no partidario y hacerlo en conjunto». Según Rosenstein, la cantidad de participantes superó ampliamente las expectativas.
Desde un escritorio montado en la vereda, los miembros de CAEL explicaban a los solicitantes cómo completar el documento para iniciar el trámite, en el que es necesario presentar nombre, apellido y fecha y parroquia de bautismo. La fila para participar alcanzaba por momentos la media cuadra de largo y en ella abundaban los pañuelos verdes, a favor de la legalización del aborto, y los anaranjados, por la separación de la Iglesia y el Estado.
Aunque CAEL fue fundada hace doce años y organizó la primer apostasía colectiva en 2009, el interés por desafiliarse a la Iglesia creció en las últimas semanas durante el debate por el aborto y, especialmente, después de que el Senado rechazara el proyecto para legalizarlo. Muchas de las personas que se acercaron hoy fueron bautizadas durante su infancia pero no se reconocen católicos practicantes.
Mario Astutti, un diseñador industrial de 44 años, explicó a LA NACION sus razones para renunciar: «Después de tantos debates sobre leyes inclusivas, en los que la Iglesia se opone, caés en cuenta de que tiene peso político por la cantidad de gente que representa. Soy un bautizado por default, porque mis padres son creyentes, pero yo no, y no se pueden tomar decisiones sobre derechos que tienen que ver con el Estado desde creencias personales».
Astutti opina que la «bajada de línea de la Iglesia es muy fuerte» y dice que la conoció «desde adentro» porque fue a un colegio de curas. «Las nuevas generaciones tienen otra mirada con respecto a la fe y las religiones y el debate sobre el aborto fue la gota que rebalsó el vaso por las exposiciones que se vieron», argumentó.
Aunque una de los propósitos de CAEL es que el Estado «deje de financiar a la Iglesia católica», Rosenstein indicó que eso no va a lograrse con la apostasía. «Si esta semana 30.000 personas apostatan, el mes que viene la Iglesia no va a cobrar ni más ni menos», explicó, rebatiendo la idea común de que ese dinero depende de la cantidad de bautizados que hay en sus registros.
Según el abogado, las partidas que recibe la institución religiosa están reglamentadas por «subsidios arrancados por los gobiernos militares, con lo cual es mentira que hay que reformar la Constitución para echar por tierra esas asignaciones específicas: con solo derogar esos decretos alcanza».
Los formularios que recibió hoy CAEL hasta las 18, junto a otros recolectados en diferentes puntos del país en actividades similares, serán presentados por la organización el próximo viernes a las 12 ante la Conferencia Episcopal Argentina, en un evento presidido por Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
La Nación