Durante más de 40 minutos un grupo de 20 hombres escuchó atentamente las diferentes definiciones de acoso, violencia de género y, mediante videos, vio ejemplos de los clásicos piropos, que no son más que acoso callejero encubierto.
“¿Quién no ha dicho un piropo alguna vez?”, se sincera Jorge Medina, un trabajador de una obra en construcción en Santiago al 200, de la capital tucumana. Pero remarca: “nos dimos cuenta que estábamos equivocados con esta conducta y hoy está en nosotros hacer que nuestros compañeros no hagan más este tipo de cosas”.
Jorge fue uno de los participantes de una de las primeras charlas de sensibilización para prevenir el acoso callejero que organiza la Secretaría de la Mujer del Gobierno de Tucumán, con una modalidad única en el país: hablar de la temática en construcciones, sindicatos y colectivos, directamente con los trabajadores.
Durante más de 40 minutos un grupo de 20 hombres escuchó atentamente las diferentes definiciones de acoso, violencia de género y, mediante videos, vio ejemplos de los clásicos piropos, que no son más que acoso callejero encubierto.
Según la arquitecta Natalia Cytajlo, docente e investigadora del Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT, está estudiado por el Laboratorio de Género y Urbanismo “que generalmente las mujeres cambian su recorrido y sus formas de vestimenta en relación a los lugares por donde transitan en la ciudad”. Y en este caso las obras en construcción provocan esos desvíos en el itinerario.
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