Amado por muchos, despreciado por varios, pero indiscutidamente ícono argentino. El mate une a quienes lo beben y nos identifica como rioplatenses. Hay tantas maneras de tomarlo como materos en el país. La grieta, como si nos faltara alguna dicotomía más, es dulce versus amargo. También están los que ponen el agua en el termo, la jarra automática y los que prefieren la pava caliente con el tejido a croché para que no se dañe la mesa. ¿En qué recipiente? Acá arranca otro debate.
El mate se toma en calabaza curada -los quechuas le decían puru o purungu-, de cuerno de toro, madera, alpaca, plata, acero inoxidable, plástico, silicona y, como si fuera poco hay una flamante versión eléctrica. El invento, lógicamente argentino, se viralizó en las redes sociales y quien lo fabrica es uno de los pocos empresarios que está pensando en expandirse en plena recesión de la era Macri.
“Los pedidos empezaron a llover incluso antes de que compartimos el video. Calculo 10 mil. No los puedo contabilizar individualmente. Muchos me piden compras mayoristas”, le cuenta a minutouno.com Damián Gallego. Su caballito de batalla es que el mate eléctrico mantiene la yerba siempre a la misma temperatura y no se lava.
¿Desplazará el mate eléctrico a los otros mates? La sommelier de yerba mate Karla Johan Lorenzo cuenta que el mate tradicional es en calabaza. La calabaza es el fruto de la legendaria vulgaris que es una hiedra descubierta por los guaraníes”, explica a minutouno.com.
“Mate deriva de ‘mati’ que es una palabra quechua. Significa vaso o recipiente. Es el recipiente más noble. Bien curado y bien higienizado es el mejor ya que le aporta ese sabor de mateada en mateada a la yerba mate”, cuenta la misionera catadora de yerba que ilustra a los materos desde su sitio www.sommelierdemate.com.
Damián Gallego coincide. “El mate de calabaza es parte del mate. El de madera se inventó para suplantar la calabaza. El real es ese. Después vino la madera, la plata, la alpaca y ahora este que es el eléctrico. Es de acero inoxidable. Yo no te tomo en plástico. Entre un mate de plástico y una taza de café prefiero la segunda”, detalla quien en su foto de perfil de WhatsApp está, como no puede ser de otra manera, tomando un “verde” en la playa.
El consumo de yerba por habitante en la Argentina promedia los seis kilos por año. Cada uno consume un paquete de medio kilo por mes. Cada litro de agua consume unos 50 gramos. El matero de ley, no baja de los dos termos por jornada.
“El acero no afecta el sabor de la yerba. Estás tomando la yerba pura. Con la calabaza sí tenés un sabor que afecta la yerba. Por eso también se pone tan feo cuando se enfría”, defiende y vende su mate eléctrico Gallego. Al respecto, la sommelier dice que “no está tan de acuerdo” con que el cambio de temperatura sea lo que genere esos palitos flotando en agua que demuestran que por la bombilla no subirá lo esperado. “La yerba mate va perdiendo sabor en el tiempo en el que va transcurriendo el contacto del agua con la hierba”, describe.
Karla Lorenzo aún no cató mate en el eléctrico. Para ella, el de vidrio es uno de los más nobles y prácticos. “Está bueno porque si te olvidas de sacar la yerba es mucho más higiénico y podés tomar dulce o amargo sin problemas”, aunque admite que “el mate clásico y por ahí el tradicional es el de calabaza”.
“Estamos expandiendo la fábrica. Sé que es pasajero y que las novedades pasan. En una semana seguramente cuando se hable del mate eléctrico dirán que es viejo, pero queda claro que es una alternativa y se insertará en el mercado”, cuenta Gallego.
El mate eléctrico tiene cuatro versiones. Va desde los $699 en su modelo económico a $2.699 en el modelo inductivo con base de carga rápida. “Cuando prueben un mate rico después de tres horas, no hay calabaza que aguante”, dice quien lo diseñó.
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