En su cuarto viaje a China en menos de un año, el líder norcoreano se entrevistó con Xi Jinping y visitó una fábrica de medicamentos
El tren personal de Kim Jong-un partió este miércoles de Pekín tras una visita sorpresa de dos días del líder norcoreano para reunirse con el presidente chino, Xi Jinping. Era el cuarto viaje del mandatario a China en menos de un año, y llegaba mientras crecen las expectativas de una nueva reunión entre Kim y el presidente de EE UU, Donald Trump, tras la celebrada en Singapur en junio pasado.
Muy pocos datos han trascendido hasta el momento sobre la visita. De acuerdo con la costumbre, los medios oficiales de ambos regímenes esperarán al menos hasta que Kim haya cruzado la frontera —algo que se calcula que ocurrirá a primera hora del jueves— para divulgar detalles de las actividades de Kim en Pekín. De momento se sabe que se reunió con Xi y, según la agencia surcoreana Yonhap, visitó una fábrica de medicamentos.
La visita tenía como objetivo, según han apuntado los analistas, coordinar posiciones entre Pyongyang y Pekín ante la posible próxima cumbre entre Kim y Trump, para la que ya se busca localización.
Aunque Trump calificó el encuentro de Singapur como un rotundo éxito, esa reunión se saldó con una vaga declaración conjunta sobre la desnuclearización de la península coreana. Desde entonces, el diálogo entre Washington y Pyongyang se encuentra estancado: la Casa Blanca exige para hacer concesiones que Corea del Norte se deshaga de su programa de armamento nuclear y balístico de manera irreversible, completa y verificable, mientras que ese país considera que ya ha dado suficientes muestras de buena voluntad y reclama que Estados Unidos levante al menos parte de las sanciones que pesan sobre el régimen. En su discurso de comienzo del año, el líder norcoreano había advertido de que si Washington no accede a levantar esos castigos, Corea del Norte optará por “un nuevo camino” que no precisó.
Los desplazamientos de Kim a China —su principal aliado económico y militar, y el país que tiene la llave del cumplimiento de las sanciones internacionales contra Corea del Norte— antes de acontecimientos de importancia en las negociaciones entre Pyongyang y Washington han sido práctica habitual a lo largo de 2018.
Pero en esta ocasión, el líder norcoreano, que se desplazaba acompañado de una comitiva que incluía a su esposa, Ri Sol-ju, y sus ministros de Defensa y Exteriores, puede querer presionar a Estados Unidos y demostrarle que su país cuenta con otras opciones y aliados económicos si las negociaciones con Washington fracasan.
Kim probablemente haya “presionado a Xi para que reitere el apoyo de China a un proceso de desnuclearización por fases, en el que Pyongyang y Washington hacen concesiones mutuas en vez de que Estados Unidos exija que Corea del Norte abandone de modo unilateral su armamento nuclear antes de que EE. UU. acceda a relajar el régimen de sanciones”, apunta en una nota la consultora Eurasia Group.
Aunque el presidente chino reiterase su apoyo a un proceso de concesiones recíprocas, “probablemente Pekín tenga pocas ganas ahora mismo de arriesgarse a agravar las tensiones con Estados Unidos porque parezca que cambia su posición sobre Corea del Norte para favorecer a Pyongyang”, apunta la consultora. El desplazamiento de Kim coincidía con el desarrollo de negociaciones en Pekín sobre la disputa comercial entre China y EE. UU.
Como en sus visitas previas el año pasado, la de esta semana incluía también un componente económico para el líder norcoreano. Según Yonhap, aprovechó este miércoles su estancia en Pekín para visitar una fábrica de fármacos de medicina tradicional china.
Kim anunció el año pasado que el programa nuclear norcoreano ya había sido completado, por lo que los esfuerzos se centrarían ahora en el desarrollo económico. En su discurso del 1 de enero, aludió específicamente a la industria farmacéutica como uno de los posibles motores. “Debemos modernizar las fábricas de medicinas y equipos médicos”, declaró entonces.
El País