El heavy metal y el rock duro están concebidos para ser escuchados a todo volumen mientras se marca el ritmo con la cabeza (o melena). No hay ningún problema cuando se escucha esta música en un concierto o en tu casa, pero hacerlo mientras se conduce podría ser un peligro. Así se desprende de un estudio que acaba de publicar el Instituto de Automovilistas Avanzados (IAM Roadsmart) y la revista Auto Express, ambos de Gran Bretaña.
La conclusión del estudio es clara: los que escuchan heavy metal al volante son los que peor conducen. Para llegar a esta demoledora (y dudosa) afirmación hicieron unas pruebas en el circuito Red Bull Ring Grand Prix de Austria donde había que dar dos vueltas. Incluía una zona de aceleración rápida, una serie de curvas difíciles y una zona velocidad limitada. En la línea de meta se debía hacer una parada controlada.
Los encargados del estudio quisieron ver cómo influenciaba la música al volante y usaron de conejillo de indias al reportero de Auto Express Tristan Shale-Hester. Cronometraron su prueba en silencio y después la repitieron cuatro veces con cuatro canciones distintas, pero en ningún momento aclaran por dónde van los gustos musicales del piloto, algo que sería clave para ver cómo le influye.
La primera canción elegida fue Sic, de la banda de heavy metal Slipknot, un tema oscuro y muy acelerado. La segunda canción fue una de pop muy bailable: Shake it off (Taylor Swift). A continuación tenían que escuchar el rap de Kendrick Lamar Humble. La última de la prueba era música clásica, Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach.
Sin música completó el recorrido en cuatro minutos y 34 segundos, con ‘Sic’ fue 14 segundos más lento y sus movimientos fueron más irregulares porque, según él, le costaba concentrarse. Con los tonos suaves de la música clásica dio las vueltas 12 segundos más lento que en la prueba de control, recudiendo su velocidad a 35 mph en una zona de 50 sin darse cuenta.
Con el pop de Taylor Swift el periodista solo fue dos segundos más lento que sin música, mientras que con ‘Humble’ prácticamente repitió el tiempo de la prueba de control, pero sobrepasó la línea de meta unos 20 metros.
La primera conclusión del estudio fue clara: “Cuanto más heavy y extrema es la música, más errático y peligroso termina siendo el comportamiento del conductor”. Aunque la música clásica tampoco sería conveniente porque relajaría demasiado a la persona que va al volante y su capacidad de conducir quede mermada. El pop quedó como el ganador de la prueba al ser considerado el más apto “para una conducción controlada”.
Un factor que también fue considerado muy importante fue el volumen. Cuanto más alta está la música, peor es la concentración. “Tiene un gran efecto. Sin duda recomendaría a los conductores que reduzcan el ruido al realizar una maniobra y que guarden el tras metal para otro momento”, concluyó Tim Shallcorss, de IAM Roadsmart.
La Vanguardia