Nuestros corazones están destrozados por la pérdida de nuestra querida Saoirse», informó la familia Kennedy en un comunicado enviado a los medios de comunicación
Saoirse Kennedy Hill, nieta de Robert F. Kennedy, hermano del ex presidente de EEUU John F. Kennedy, ha muerto a los 22 años y todo apunta a una posible sobredosis, según informa el diario The New York Times. La muerte la joven está siendo investigada por la Policía Local y Estatal.
Los equipos de emergencias recibieron una llamada el jueves por la tarde desde la villa portuaria de la familia en Hyannis, en el estado de Massachusetts. Saoirse Hill fue trasladada al Hospital Cape Cod, donde los médicos confirmaron su defunción.
«Nuestros corazones están destrozados por la pérdida de nuestra querida Saoirse», informó la familia Kennedy en un comunicado enviado a los medios de comunicación. «Su vida estaba llena de esperanza, promesas y amor», destacó.
Ethel Kennedy, abuela de Hill y mujer de Kennedy, más conocido como ‘Bobby’, lamentó lo sucedido y expresó que «el mundo es hoy menos bello que ayer».
«Saoirse estuvo apasionadamente conmovida por las causas de los derechos humanos y el empoderamiento de las mujeres y encontró gran alegría en el trabajo voluntario, trabajando junto a las comunidades indígenas para construir escuelas en México», dijo la familia en su declaración. «La amaremos y la extrañaremos para siempre».
Hill era hija de Paul Hill y Courtney Kennedy, la quinta de 11 hijos de Ethel Kennedy y Robert Kennedy, el ex fiscal general de los Estados Unidos, que fue asesinado mientras buscaba la nominación presidencial demócrata en 1968.
Saoirse Hill, ex vicepresidenta de Demócratas Universitarios en la Universidad de Boston, donde se especializó en comunicaciones, fue portavoz de la concienciazación sobre la depresión y las enfermedades mentales.
En un artículo de 2016 para The Deerfield Scroll, el periódico estudiantil de Deerfield Academy en Deerfield, Massachusetts, Hill escribió que intentó suicidarse antes de su tercer año en la institución.
«La gente habla sobre el cáncer libremente; ¿por qué es tan difícil discutir los efectos de la depresión, los trastornos bipolares, la ansiedad o los esquizofrénicos?», escribió.