A Jorge Luis Borges nunca le interesó que escribieran sobre su vida. ¿Qué sentido tiene despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron sino a un tercero? «Es una paradoja evidente», publicó alguna vez el argentino. «Ejecutar con despreocupación esa paradoja es la inocente voluntad de toda biografía». Te recomendamos…
Cerrarán para siempre una librería consentida de Borges Este mapa desnuda el cuento infinito de Borges, ‘El Aleph’ En su aniversario 120 —nació un 24 de agosto de 1899—, recordamos a uno de los escritores más importantes del siglo XX, quien creó una literatura que versaba con gran ingenio sobre el tiempo, el universo, los mitos y el ejercicio mismo de la escritura. Escribió gran parte de su obra estando ciego Desde su nacimiento, Borges empezó padeció la misma enfermedad que su padre que le llevaría a una ceguera progresiva.
Perdió completamente la visión a los 56 años. Ese mismo periodo de 1955 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional en Argentina. La ironía de esta coincidencia la retrató en «Poema de los dones»: Nadie rebaje a lágrima reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche A pesar de su ceguera, el autor nunca abandonó la literatura.
Hacía que le leyeran en voz alta y continuó con su ejercicio de escritura dictando las palabras a su esposa María Kodama. Algunos especialistas incluso sugieren que su padecimiento generó cambios sobre su estilo literario. El cambio más evidente es la insistencia en los efectos de la ceguera a través de sus cuentos y poemas.
Tras su ceguera publicó todavía 10 poemarios, tres libros de cuentos y uno de ensayos, entre otros. Aún hoy se desconocen las causas que generaron la ceguera en varios miembros de su familia. ¿Un escritor anárquico y conservador? Al contrario de muchos escritores de su época, Borges siempre mantuvo distante sus afiliaciones políticas de su obra literaria. Además, el autor de Ficiones siempre se mantuvo alejado de partidos políticos.
«Yo creo en el individuo, decreto del Estado». Siempre se mantuvo escéptico a cualquier ideología religiosa o política. Si bien se identificaba más con el anarquismo, también estuvo afiliado al Partido Conservador. Aunque rechazaba los nacionalismos de Hitler y Mussolioni en Europa, no fue tan crítico en América Latina. En 1976 recibió un doctorado honoris causa a manos del presidente Augusto Pinochet. Fue este acto el que impidió que recibiera el Premio Nobel. Algunos círculos literarios lo acusaban de apoyar las dictaduras militares en América Latina, en específico la de la Revolución Libertadora, que derrocó a Juan Domingo Perón.
En varias ocasiones, el escritor afirmó estar en contra de la democracia en nuestro continente, pues consideraba que estaba lo suficientemente preparado para ésta. Sus visitas a México El escritor argentino tuvo una curiosa relación con México, al que consideraba un país pintoresco. Entabló amistad con personajes como Alfonso Reyes, a quien consideraba uno de sus maestros, y admiraba la poesía de Ramón López Velarde. Visitó nuestro país en algunas ocasiones. Por ejemplo, en 1973 recibió el Premio Alfonso Reyes.
En 1981, el Premio Internacional Ollin Yoliztli a manos del entonces presidente José López Portillo. En estas visitas conversó con escritores mexicanos como Octavio Paz y Elena Poniatowska. Su amigo, el también argentino Adolfo Bioy Casares escribió alguna vez en su diario: «¿Habrá mexicano que, matizando y todo, no le conceda alguna razón a Borges? Lo que es feo en México es espantosamente feo, después de todo». Lo cierto es que el autor de La invención de Morel confesó que Borges y él adoptaron el mexicanismo de usar el gerundio en frases como «Nos estamos viendo».
«Porque si tenés ganas de ver a alguien, más bien le decís como los mexicanos», escribió Bioy Casares. En su visita al país en 1973, Borges conversó con Juan Rulfo. A continuación un fragmento del diálogo. –Dígame, ¿cómo ha estado últimamente? —preguntó Borges al autor de Pedro Páramo. –¿Yo? Pues muriéndome, muriéndome por ahí —respondió Rulfo. – Entonces no le ha ido tan mal. – Cómo así. – Imagínese, don Juan, lo desdichado que seríamos si fuéramos inmortales. – Sí, verdad. Después anda uno por ahí muerto haciendo como si estuviera uno vivo. Nunca escribió una novela En alguna ocasión, uno de sus estudiantes le preguntó por qué nunca ha escrito una novela. Jorge Luis Borges le dio dos razones: «una, mi incorregible holgazanería, y la otra, el hecho de que como no me tengo mucha confianza, me gusta vigilar lo que escribo y, desde luego, es más fácil vigilar un cuento, en razón de su brevedad, que vigilar una novela». Lo cierto es que el autor argentino nunca tuvo gran aprecio por este género literario, al que consideraba inferior. En cambio, prefería escribir cuentos y poemas, géneros que han inaugurado la historia de la literatura.
«Continuamente me preguntan que cuándo voy a escribir una novela, pero me consuelo pensando que alguna vez le preguntaban a los escritores: “¿Y usted, cuándo va a escribir una epopeya?” o “¿Cuándo va a escribir un drama de cinco actos?”, y actualmente esa pregunta no se usa», dijo. Odiaba el futbol A pesar de que su natal Argentina era aficionada al fútbol, Borges lo despreciaba y no desaprovechó la oportunidad de expresarlo en numerosas entrevistas. En una ocasión, el escritor charló con el jugador César Luis Menotti, tras su éxIto en el Mundial de 1978. No fue una plática muy amena.
«El fútbol es popular porque la estupidez es popular. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos», dijo. «El futbol despierta las peores pasiones», dijo en otra ocasión. Se refería a la idea de nacionalismo que propagaban los deportes. Le parecía ridícula la idea de un juego en el que alguien gana y otro pierde. «Hay una idea de supremacía, de poder, que me parece horrible». así lo indicó el Millenio web.