El ingreso de miles de indígenas a la capital ecuatoriana relanzó las protestas y la represión policial generando un clima de incertidumbre que obligó al presidente a anunciar en las últimas horas la evacuación del Palacio de Carondelet y el traslado de su gobierno a Guayaquil.
Desde esa ciudad, Moreno brindó una un discurso a la ciudadanía trasmitido por televisión y radio para pedir calma y tender la mano a los grupos sociales, y al mismo tiempo, señalar al ex presidente Rafael Correa como el artífice de un supuesto «intento de golpe de Estado».
«Lo que ha sucedido no es una manifestación social de protesta frente a una decisión de gobierno. Aquí hay una manifestación política para romper el orden democrático», acusó Moreno antes de apuntarle a sus tradicionales oponentes estos dos últimos años.
Y agregó que hay «individuos externos pagados y organizados» para utilizar la movilización de los indígenas con fines de saqueo y desestabilización.
En su mensaje, Moreno se mostró rodeado por el vicepresidente Otto Sonneholzner, el ministro de Defensa Oswaldo Jarrín, y cuatro generales en uniforme de combate.
Aunque sin mencionarla explícitamente, el mandatario ecuatoriano instó a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) «a un diálogo sincero», «una puerta que nunca se cerró».