Un arco opositor de derecha comienza a cerrarse para enfrentar al Frente Amplio en noviembre. Qué puede pasar y cuáles son los desafíos.
Los uruguayos guardaron las banderas y como cualquier otro lunes retomaron su rutina casi como si el domingo no hubiese ocurrido nada. Bajo la lluvia, desenfundaron paraguas y siguieron con su vida. La Corte Electoral, en cambio, terminó de contar votos y ratificó lo que para muchos fue una sorpresa: un oficialismo que no llegó ni siquiera a los 40 puntos en la elección presidencial y que ahora deberá navegar contra la corriente frente a un rival que ya tiene, desde antes de la primera vuelta, «cocinada» su red de alianzas para ir al balotaje.
Eso explica cómo con apenas conocidos los resultados extraoficiales, el Partido Colorado, del economista Ernesto Talvi, y el flamante espacio Cabildo Abierto, de Guido Manini Ríos, salieron públicamente a apoyar a Luis Lacalle Pou del Partido Nacional en la segunda vuelta, sin esperar más.
«La campaña empieza mañana (por ayer)», había anunciado Lacalle Pou que con 28,59% de los votos enfrentará el 24 de noviembre a Daniel Martínez, del Frente Amplio, con 39,17% en el balotaje.
Los comandos de ambos partidos confirmaron a Clarín que este lunes fue un día de agenda a puertas cerradas y de reuniones privadas.
Lacalle Pou y Martínez se dedicaron a tejer estrategias. El primero ya negociando ministerios ante lo que cree será una victoria cantada en noviembre. El segundo, buscando aliados en soledad y una manera de re-enamorar al voto broncaque ayer le pasó factura, cansado de 15 años de gobierno, inseguridad y economía a dieta.
Los números del FA, que se creía cosecharía entre un 40 y un 45%, fue «un impacto grande. No se esperaba que fuera tan bajo», explicó a Clarínel periodista Antonio Ladra.
Es tarea del FA reconquistar miles de votos perdidos. Pero «tiene los puentes muy cortados», agrega Ladra, argumentando que los dirigentes del Frente ya consiguieron en la primera vuelta lo que querían: sus bancas en el parlamento. Y hay dudas de que vuelvan a salir de campaña a favor de Martínez.
Con todo, habrá que ver que tan disciplinados son los votantes a la hora de votar.
La figura de Manini Ríos es por demás polémica. Un hombre que encarna a la ultraderecha y que puede provocar, según algunos analistas políticos,cierto espantoen el voto del centro desencantado.
¿Pero hasta qué punto? Ladra no cree que la figura del militar impacte mucho en el voto. Tal vez afecte «a los votantes más sensibles –dice–, pero no será determinante».
La respuesta a lo que pueda pasar en el balotaje puede estar encerrada en una elección pasada: en las primeras elecciones con balotaje celebradas en Uruguay, entre octubre y noviembre de 1999. Por entonces Tabaré Vázquez se impuso en primera vuelta con algo más del 40% de los votos frente a Jorge Batlle, que salía segundo con 32,8%.
Como hoy, entonces surgía el interrogante de si Tabaré podría imponerse en segunda vuelta. No pudo. Fue Batlle, con el apoyo del Partido Nacional, quien ganó la presidencia después de cinco intentos.
Ahora, el Partido Colorado devolverá el favor, con el agregado además de las fuerzas de Manini Ríos.
Si Lacalle gana, la derecha regresará al sillón presidencial después de 25 años.
Lo que está en juego es la oferta del oficialismo de seguir el rumbo progresista de los últimos años «con cambios graduales», según palabras de Martínez, y la propuesta de una alternancia «variopinta» de derecha, que en esta elección ha buscado la moderación del centro, en momentos en que las posiciones más a la derecha en la región (Sebastián Piñera en Chile,Jair Bolsonaro en Brasil más la derrota de Mauricio Macri en Argentina) atraviesan malos vientos, por decir lo menos.
Esto explica también la estrategia de Lacalle Pou de encerrarse en las fronteras de su país para hacer campaña. No ha hecho viajes al exterior. Le huyó a la prensa extranjera. Y en su discurso de la noche del domingo no hizo referencia alguna a sus vecinos. Miró hacia adentro y tendió la mano. Solo tiró un palazo sin nombrarlo a Nicolás Maduro, al indicar que no quiere «un gobierno que se ate a dictadores y violadores de los derechos humanos».
Otra novedad de esta elección fue el resultado de un Congreso con la mayor cantidad de bancadas de la historia, en la cámara de Diputados, con 7 agrupaciones, y en el que el oficialismo perdió la mayoría absoluta.
El Senado quedó dividido en 13 bancas para el FA, 10 para el PN, 4 para el PC y 3 para Cabildo Abierto.
Diputados quedó fragmentado entre 41 bancas para el FA, 31 para el PN, 13 para el PC, once para Cabildo Abierto, 1 para el Partido Independiente, 1 para el Partido de la Gente y uno para el PERI (ecologista).
Con un Congreso así, gobernar será difícil. Habrá que negociar para aprobar leyes de emergencia y el propio presupuesto.
Quien sea que tome las riendas en noviembre tendrá en frente además otro desafío: corregir una economía que si bien ha crecido ininterrumpidamente en los últimos quince años, muestra señales de fatiga.
Si gana la derecha tendrá un problema adicional: enfrentar a la Confederación Sindical Gremial, 99% puro FA.Si gana Martínez podría haber tregua. Si gana Lacalle, la historia será otra. Y lo que viene podría ser un gobierno acechado por huelgas.
Según recuerda Antonio Ladra, ya el 1° de Mayo de este año, la central sindical advirtió en su discurso queno permitirá ninguna política neoliberal, informó El Clarín.