Es una enfermedad poco conocida y tiene una tasa de mortalidad mayor a varios tipos de cáncer como el de mama y próstata. Uno de los objetivos del tratamiento es ayudar a retrasar su progresión.
A veces la sensación de mareo, cansancio o malestar puede estar ligada con un tipo de enfermedad común y la solución está en iniciar un tratamiento médico sin mayor complejidad. Sucede que, en otros casos, estos síntomas pueden confundirse y pasar por alto la hipertensión arterial pulmonar, ya que tiene muy baja prevalencia y por ende, es difícil llegar al diagnóstico.
“Se hace un diagnóstico diferencial a partir de la insuficiencia cardíaca que presentan los pacientes con patologías pulmonares como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, anemia, o dolores musculares”, cuenta a Con Bienestar Nicolás Atamañuk, médico cardiólogo (M.N. 108951), responsable de Hipertensión Pulmonar en el Hospital General de Agudos Dr. Juan A. Fernández y miembro del Comité de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar de la Sociedad Argentina de Cardiología.
La hipertensión arterial pulmonar (H.A.P.) es una enfermedad crónica y progresiva que se caracteriza por el aumento de la presión en las arterias pulmonares. Se vuelven más angostas dejando menos espacio para que circule la sangre, y de no ser detectada y tratada a tiempo puede dar lugar a una insuficiencia cardíaca, una de las causas más frecuentes de morbimortalidad (muerte causada por enfermedades) en este tipo de pacientes.
Suele presentarse entre los 30 y 60 años, y pese a que puede ser diagnosticada en pacientes de todas las edades incluyendo los jóvenes, es mucho más frecuente en las mujeres: en promedio, dos veces más que los hombres.
En Argentina hay cerca de 2500 personas con esta enfermedad y muchos de ellos atraviesan numerosas consultas con distintos profesionales hasta alcanzar el diagnóstico correcto. Suele confundirse con asma o ataques de pánico.
Características de H.A.P.
Tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de las personas. Quienes conviven con ella se fatigan y agotan ante situaciones cotidianas como lavarse los dientes o caminar dentro de su propia casa, y pueden sufrir frecuentes episodios de mareos y/o desmayos.
Se presentan con mayor frecuencia a medida que la enfermedad avanza, hasta que la persona deja de llevar una vida normal para permanecer en un estado de reposo permanente. Este tipo de enfermedad es grave y aún no tiene cura, pero su detección precoz y posterior tratamiento puede ayudar a controlarla y mejorar la calidad de vida del paciente.
La H.A.P. puede producirse por causas desconocidas o hereditarias, asociarse al uso de ciertos medicamentos para adelgazar o a cardiopatías congénitas presentes al momento del nacimiento; también en pacientes que padecen otras enfermedades como infección por VIH o enfermedad hepática crónica (cirrosis).
El doctor Atamañuk tambien señala que es importante concientizar tanto a los médicos como a la población para que se tomen los recaudos correspondientes ante posibles síntomas: “Desde el punto de vista general en que la hipertensión pulmonar suele asociarse con afecciones hepáticas y crónicas, entre otras, es importante que aquellos pacientes que tienen esta ´segunda enfermedad´ se hagan controles porque quizás tengan la ´primera enfermedad´ (HAP) ”. Además, agrega: “El primer eslabón siempre es el médico, quien mandará a la persona a hacerse estudios sencillos como el electrocardiograma y permitirá ver si la padece o no”.