De las 1.641 muertes totales por agresiones (en todas las edades y ambos sexos), casi el 83% (1.361) fueron varones; en todos los casos, la mayor cantidad de decesos se concentra en las franjas etarias correspondientes a la adolescencia y la juventud (entre 15 y 29 años) con 694 fallecimientos.
Los datos corresponden a las Estadísticas Vitales de 2018, publicadas a fines de 2019 por la Dirección de Estadística e Información de Salud (DEIS).
«Lo primero que cuestionamos es que haya un carácter inevitable en esta realidad, los jóvenes no son violentos por naturaleza, la juventud es una construcción social», señaló a Télam la socióloga Ana Miranda.
Miranda, responsable del Programa de Investigaciones de Juventud de Flacso Argentina, indicó que «esta violencia se encuentra presente en toda la sociedad, existe una construcción social de lo que es la masculinidad, un mandato que emerge en casos como los de Villa Gesell».
«La división sexual del trabajo, la represión de la emocionalidad como parte de lo masculino, forman parte de esos mandatos que si bien atraviesa a todos, en cada grupo social se expresa de una forma diferente», describió.
En julio de 2019, la entonces Secretaría de Salud de la Nación y Unicef Argentina publicaron un informe analizando, entre otros factores, el fallecimiento de los adolescentes en Argentina sobre la base de datos de la DEIS en 2017.
«Si bien la mortalidad en la adolescencia no es un evento frecuente y apenas representa el 1% del total de muertes que se producen anualmente en el país, adquiere una gran relevancia el hecho de que más de la mitad (57%) de las defunciones de adolescentes resultan evitables, ya que son secundarias a causas externas».
Se entienden por «muertes externas» accidentes o eventos no intencionales, suicidios o lesiones autoinflingidas, las agresiones o lesiones intencionales y las defunciones por intervención legal.
En ese contexto, el informe advirtió que «en las defunciones por violencias existe una marcada sobremortalidad masculina: por cada mujer adolescente fallecida, murieron cerca de tres varones».
Y continuó: «La relación se verifica tanto en el caso de las lesiones no intencionales como de los suicidios, incluso en las defunciones de intencionalidad indeterminada, pero es en el caso de las agresiones cuando la tendencia se incrementa sustancialmente: cinco varones fallecidos por cada mujer».
«Se trata, en definitiva, de modalidades de expresión de la misma violencia, intragénero cuando se aplica sobre otros varones, y de género cuando es sobre mujeres y a otros géneros subordinados», describió -por su parte- el médico psiquiatra Enrique Stola.
«A falta de educación sexual integral -sostuvo- los varones son educados a través de los videojuegos y los medios de comunicación que le marcan que el ‘macho’ tiene que ser violento».
«Entonces, en el mismo acto que constituye el mandato del macho se fija el de ‘la hembra’, que es someterse. Y a la vez, ese acto lleva implícito múltiples mandatos como la superioridad de clase, de la raza blanca, la heterosexualidad, que uno separa a los efectos de analizar, pero que se dan en forma conjunta», concluyó.