El Ministerio de Salud colombiano confirmó que para este 27 de marzo ya son seis los muertos y 539 los casos confirmados de personas infectadas con el nuevo coronavirus en el país.
Ese ministerio detalla que han sido 48 los nuevos casos reportados, 39 de los cuales se localizan en Bogotá y en localidades de los departamentos de Quindío, Atlántico y Caldas. Entre las ciudades afectadas se encuentran Barranquilla y Santa Marta.
Mientras tanto, las escuelas públicas en Nicaragua continúan abiertas y se mantienen la convocatoria de eventos masivos como las celebraciones de Semana Santa.
¿Por qué no toman medidas más drásticas?
Pero al contrario que la tendencia general en el resto de países, México solo ordenó el cierre parcial de una de sus fronteras: la que lo separa por tierra de Estados Unidos para viajes no esenciales como el turismo, algo que aseguró se había decidido de manera conjunta con Washington.
Y aunque Donald Trump llegó a anunciar entonces que su vecino del sur cancelaría los vuelos procedentes de Europa para evitar que esas personas llegaran después a suelo estadounidense, México no cerró sus fronteras aéreas ni restringió la llegada de viajeros desde países específicos.
Preguntado por BBC Mundo al respecto el pasado 11 de marzo, el subsecretario de Salud mexicano, Hugo López-Gatell, se mantuvo firme en su postura sobre las fronteras.
«Estas medidas no tienen un fundamento científico sólido, en toda la historia de las epidemias no hay demostración científica alguna de que estas medidas extremas pudieran ayudar a disminuir el riesgo de transmisión», aseguró.
«Y tampoco ayudan, porque tienen gravísimas consecuencias económicas y sociales», agregó el hombre que está al frente de la respuesta a la pandemia en el país.
Asimismo, 10 personas se han recuperado de la enfermedad, detalla esa cartera.
Este martes, manifestantes salieron a las calles de la capital colombiana para reclamar al Gobierno de Iván Duque garantías sociales que les permitan pasar la cuarentena de 19 días decretada por las autoridades. Los participantes, en su mayoría trabajadores informales, personas sin hogar y algunos miembros de la comunidad venezolana, sienten que las autoridades les han dado la espalda e ignoran las carencias que sufren.