La noticia sorprendió, aunque por cómo lo manejó el protagonista haya impactado menos. Facundo Corvalán, joven promesa del básquetbol argentino que juega en España, confirmó finalmente que su análisis de coronavirus le dio positivo, a diferencia de su mamá, con quien volvió de aquel país europeo hace algunos días. Ella, afortunadamente, no contrajo el virus. El base del Real Canoe de la Liga LEB Oro (segunda división española) continuará internado.
Corvalán, que permanece en el Hospital de Agudos Abraham Piñeyro de Junín, es un talentoso perimetral y armador de juego apenas mayor que la prometedora camada 2000, con la que ha compartido varios torneos juveniles: nació en 1998 en la misma ciudad en la que se encuentra hoy aislado.
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Iniciado en el club Los Indios (su papá Javier y uno de sus tíos también fueron jugadores), rápidamente su talento lo llevó a Ciclista Juninense, uno de los equipos más importantes de sus pagos. Sus precoces habilidades lo llevaron a debutar en la Liga Nacional con nada menos que 16 años y no pasaron desapercibidas para dos de los espectros que más se fijan en los pichones de cracks: los scouts de la Confederación Argentina y de Bahía Basket.
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Los primeros lo pusieron en la mira y en 2015 se puso la camiseta argentina para el Sudamericano U17 de Chaco.
Desde entonces, fue presencia infaltable en cada categoría, incluso dando hasta tres años de ventaja. Ese mismo año, esa máquina detectora de pibes que es el equipo conducido por Juan Ignacio Sánchez lo llevó a su cantera. No le resultó fácil dejar a su familia, amigos y compañeros en medio, además, del año lectivo, pero pasó el momento de la difícil adaptación y a partir de ahí no paró.
El crecimiento de Facundo en los últimos tres años fue exponencial. Le dio una gran prueba de su talento al público más seguidor del básquet en el Mundial U19 de Egipto, en 2017. Allí, compartiendo cartel con otras promesas destacadas como Francisco Cáffaro, Leonardo Lema, Mateo Chiarini, Franco Baralle y Santiago Vaulet -entre otros-, Corvalán impuso su jerarquía y, pese a que el equipo finalizó octavo, él se despachó con promedios de 13,3 puntos, 6,1 asistencias y casi 4 rebotes por juego. En aquella edición jugó su mejor partido ante Lituania, uno de los europeos más fuertes históricamente, al que le anotó 20 puntos y casi un doble-doble al sumar 9 pases gol.
La inyección de confianza que le dejó aquel torneo lo llevó a ser una de las figuras de Bahía, ya con minutos importantes entre los mayores de la Liga Nacional (en la Liga de Desarrollo se dio el lujo de ser campeón). Intenso en la defensa, con buen tiro externo y con un estilo que intenta acercarse al de su gran referente, Facundo Campazzo, el base de 1,90 metros promedió en la campaña 2018/19 12,4 puntos, 3,2 asistencias, 1 robo y casi 2 triples por noche en 27 minutos.
En la mira de varios clubes de España, fue el Betis el que se lo llevó, aunque -como les pasó a muchos otros compatriotas, sin ir más lejos el mismísimo Luis Scola- eligió cederlo para que conociera el juego y se adaptara en la segunda división.
Así llegó al Real Canoe, con el que jugó 23 partidos en la actual campaña bajo las órdenes de Pepe Laso, hijo del reconocido entrenador del Real Madrid, Pablo.Información y privacidad de Twitter Ads
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Amante de la fisioterapia (asegura que le encanta entender todos los procedimientos a los que se somete y que probablemente hubiera elegido esa profesión de no ser basquetbolista) y hombre de la 7 en la espalda en homenaje a su papá, Facundo fue muy puntilloso a la hora de seguir las recomendaciones a su regreso. De hecho, no tuvo contacto con su padre ni con el resto de la familia y, así, evitó que el virus se propagara.
Lleva tres días sin síntomas y espera recuperarse para volver a picar la pelota y soñar con más logros.