La recesión por el COVID-19 alcanzará todos los rincones del continente americano este año con la única excepción de Guyana, donde los descubrimientos petroleros mantendrán la economía a flote. Ese debilitamiento generalizado va a generar un terremoto de grandes proporciones sobre los mercados laborales de América Latina y el Caribe: más de 11,5 millones de trabajadores perdieron o perderán su trabajo este año y pasarán a engrosar las listas del desempleo en la región, según los cálculos presentados este jueves por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los 26,1 millones de desocupados de cierre de 2019 (cuando el desempleo también creció, aunque en mucha menor medida) subirán, así, hasta los 37,7 millones a finales de este año, un ejercicio marcado por la crisis sanitaria del coronavirus que llevará la tasa de desocupados del 8,1% al 11,5%. Este incremento ocurre en una región ya de por sí atravesada por la desigualdad, en la que los seguros de desempleo brillan por su ausencia y en la que más de la mitad de la población se desempeña en la informalidad y los ingresos de quienes tienen la fortuna de mantener su puesto de trabajo bajan, todo un cocktail social de difícil digestión.
En medio de la mayor contracción del PBI regional desde la década del ’30 del siglo pasado y tras siete años de muy bajo crecimiento, estas proyecciones de aumento del desempleo son incluso “conservadoras”, en palabras de la secretaria ejecutiva del brazo de Naciones Unidas para el desarrollo económico del bloque, Alicia Bárcena. Y se van a traducir irremediablemente en un aumento en el número de personas en situación de pobreza, que subirá hasta los 214 millones (casi 30 millones más). “Son números muy preocupantes, aterradores y son solo la punta del iceberg por la informalidad. Solo si conseguimos mantener el tejido social en hibernación, será más rápida la recuperación”, remarcó el director regional de la OIT, Vinicius Carvalho Pinheiro. Una vuelta de la economía a la vida que, según Bárcena, será «lenta por miles de razones, pero sobre todo porque vamos a tener que coexistir con este virus, obligando a las empresas a adoptar un cambio muy profundo”.
El golpe será severo para los asalariados, los que sufrirán la mayor carga de despidos. Pero también para los trabajadores por cuenta propia, que representan más de la cuarta parte del empleo total en América Latina y el Caribe, y que en algunos casos vieron sus entradas de caja reducidas a la mínima expresión. Y para los empleados domésticos, casi todas mujeres, que están mayoritariamente en casa hasta el fin de los desconfinamientos. Según los cálculos de la Cepal y la OIT, más de cuatro de cada 10 empleos de la región se desempeña en los sectores más afectados por las medidas de distanciamiento social encaminadas a reducir los contagios por el coronavirus y el número total de horas trabajadas este año caerá en algo más de un 10%, en línea con la media mundial. El “fuerte deterioro” en las percepciones de los estratos intermedios de la sociedad provocará, además, un movimiento a la baja en el ascensor social: todo lo contrario de lo que necesita un bloque de ingresos medios y medio-bajos.
Hace poco más de una semana, el brazo de Naciones Unidas para Latinoamérica proponía la puesta en marcha de una garantía mínima de ingresos equivalente a la línea de la pobreza de cada país que cubriese a las capas de la población más expuestas al vendaval económico y que fuese puente hacia una verdadera renta básica universal. “Se está explorando seriamente: los países están analizando con cuidado esta propuesta y Brasil es una muestra de que sí se puede. Igual con la protección social universal”, subrayó Bárcena en su comparecencia virtual de este jueves.
De esta crisis, argumentó en la misma línea Carvalho Pinheiro, “vamos a salir más pobres y con más desempleo, y en este escenario, políticas como el ingreso básico saldrían muy baratas». El jefe de la OIT en la región llamó también a la universalización de los sistemas de salud. “Tenemos que aprovechar la situación para buscar una nueva normalidad que sea mejor que la anterior”, concluyó.