La proyección anticipa una merma de entre el 30 y el 40% de la producción de agua en la provincia para finales de siglo y afirman que además impactará en la calidad del agua. Sostienen que es necesario adoptar decisiones con bases científicas para anticiparse a ese cambio climático.
Científicas del Laboratorio Ecofluvial CENPAT-CONICET advirtieron que las tendencias registradas en el aumento de la temperatura y la disminución de precipitaciones en la cabecera del río Chubut proyectan una fuerte disminución en la producción de agua de Chubut. Esta tendencia que ya se registra llegará a alcanzar para después de 2070 entre el 30 y el 40% de la producción del agua, por lo que consideran fundamental incluir este tipo de datos en la toma de decisiones sobre el recurso hídrico.
Las investigadoras son la doctora en Ciencias Biológicas, Ana Liberoff, y la doctora en Ciencias de la Atmósfera, Natalia Pesacg, miembros del equipo de investigación del laboratorio junto a otros investigadores. El trabajo lo desarrollan desde 2014 junto al grupo técnico Comité de Cuenca del Río Chubut, integrado por otros entes científicos como el INTA, la UNSJB y la UTN para hacer diagnósticos consensuados y líneas de trabajo en común.
Liberoff y Pesacg desde 2012 trabajan en temáticas relacionadas al agua y al VIRCH mediante el laboratorio Eco Fluvial asentado en el CCT Cenpat- Conicet, dentro del IPEC (Instituto Patagónico para el Estudio de Ecosistemas Continentales).
Liberoff explicó que los estudios anuncian que en la zona de cabecera -en la precordillera, donde se produce el agua- habrá una disminución de precipitaciones del orden del 20% y un aumento de la temperatura en 1,5º de acuerdo al estudio. Afectará directamente la provisión de agua «porque baja la producción y aumenta la evapotranspiración, lo que significa una disminución del orden del 30 o 40% de la producción del agua en la cabecera» explicó. Si bien el impacto se registra en la cabecera, «finalmente vamos a recibir también menos agua en el orden del 30 o 40% para fines de siglo» adelantó.
El estudio analizó el uso del recurso. «Una de las cosas interesantes es que por el sistema de Riego, como está dado actualmente, la calidad del agua depende también de la cantidad que viene al Valle». Si el río transporta muy poca agua, «toda la influencia del territorio es mucho más grande que si el río transporta mucha agua, lo que nos hace pensar que al disminuir en un 30 o 40% la cantidad de agua, si no lo planificamos y si el agua no está bien gestionada, vamos a tener problemas en cantidad y calidad».
De acuerdo al estudio, el 80% del agua es utilizada por la agricultura y la ganadería y el restante se destina a los centros urbanos, la industria y otras actividades. «Como el sistema es tan ineficiente, el 80% la usan la agricultura y la ganadería. En muy menor proporción, los centros urbanos y la industria, por eso nos enfocamos en esas actividades, para ver cómo optimizar el uso para que los impactos sean menores» atento a la reducción de la producción que se proyecta.
«Hasta ahora no hay mucha organización en el uso del agua y entonces se desperdicia» afirmó la científica. «El sistema que se utiliza es el que usaban los galeses, que hicieron los canales a pico y pala». Se vuelve necesario modernizar ese sistema. «No digo cambiarlo, porque sería millones y millones y millones invertidos ahí y tiene que ser una decisión política. Pero sí se pueden impermeabilizar los canales en algunos puntos clave para mejorar el sistema por el cual llega el agua y cómo se organizan los productores para mejorar el uso».
El uso de estos estudios para definir políticas públicas es un aspecto relevante. «Hay un poco más de fluidez para al menos transmitir los resultados, pero las decisiones son políticas y no se basan en conocimiento científico. Debe haber decisiones meramente políticas, pero podría avanzarse en un asesoramiento» planteó Liberoff.
Las investigadoras comenzaron otro estudio relacionado a la equidad de género e inclusión social para las decisiones sobre el uso del agua y encontraron que «los cargos de máxima jerarquía que están ocupados de gestionar el agua son varones en el 95%». El dato obedece a que en el VIRCh los dueños de la mayoría de los campos son varones y son quienes participan de los consejos y finalmente de la decisión sobre la distribución del agua.
«No hemos estudiado aún dónde están las mujeres, pero tenemos la percepción de que – a diferencia de otros lugares donde hacen labores domésticas en el campo- en la provincia los varones se ocupan de la tierra, del cultivo y las mujeres trabajan en la ciudad, en la administración pública o en otros lados. Se da una división de trabajo y los dueños de la tierra deciden y opinan sobre el uso del agua las mujeres no están ahí» explicó.
La excepción se observa en la horticultura que desarrollan las familias de origen boliviano. «Es la única actividad que es familiar y están los hijos, las mujeres, todos. Pero la mayoría de las tierras son para pasturas, la horticultura es un porcentaje bastante menor». Según la científica, «para prepararnos para esta reducción en la producción, necesitamos tener una sociedad resiliente que se adapte a estos cambios, con sistemas de gestión más inclusivos y equitativos. En esta parte del VIRCh nos falta mucho por recorrer porque es muy notoria la desigualdad en la toma de decisiones y eso debe cambiar para que haya sistemas de decisiones más fuertes y mejores».
Más temperatura
Más de 1ºC aumentó la temperatura desde 1950 en la región central durante el verano. El valor es mayor a los registrados en el resto de las regiones del país. Además hubo cambios en los extremos de temperatura en la región, como disminución en el número de días y noches frías y aumento de días y noches cálidas desde 1960. Se estima que en la costa la temperatura aumente más: entre 1,8º y 2,4º. Las precipitaciones en el norte de los Andes Patagónicos disminuyen un 5% por década. Pero la tendencia no es homogénea en toda la región ya que hay zonas donde aumentó la precipitación y otras donde cae.