Mujeres profesionales y estudiantes de carreras espaciales esperan con expectativa el lanzamiento del satélite Saocom 2, proyecto en el que algunas trabajaron, mientras otras están haciendo su carrera en la NASA y en centros especializados de universidades argentinas, en un ámbito donde participan activamente generando desarrollos para la expansión de investigaciones y actividades en el espacio.
La ingeniera aeronáutica Sabrina Tántera es la responsable del equipo de integración y ensayos mecánicos de la Antena SAR 1A y 1B del proyecto Satélite Argentino de Observación Con Microondas (Saocom) en Veng, la empresa aeroespacial argentina.
Veng es la empresa designada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) para la comercialización de productos Saocom, una constelación de dos satélites SAR (Synthetic Aperture Radar, por sus siglas en inglés) que observa la Tierra noche y día.
El Saocom 1 fue su primera experiencia en el ámbito espacial, y mientras espera el lanzamiento del Saocom 2 que será en Cabo Cañaveral, en Estados Unidos, dijo a modo de balance en diálogo con Télam que el equipo que dirige «evolucionó profesional y personalmente, porque tenemos un trabajo consolidado que nos llevó a desarrollar una antena de excelente calidad».
El lanzamiento significa mucha emoción, porque es un desarrollo nacional, se está haciendo patria, que es también tener soberanía espacial, energética, desarrollo nuclear y en tecnología”
ANA SCARABINO, INGENIERA AERONÁUTICA
Se refiere a la antena radar SAR, que ya probó los mecanismos de despliegue que fueron capaces de soportar el ambiente de lanzamiento y las condiciones de vacío y temperaturas simuladas a las que se verá expuesto el satélite una vez en órbita.
Ana Scarabino también es ingeniera aeronáutica, profesora e investigadora en la carrera de Ingeniería Espacial de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP).
Para ella, el lanzamiento del nuevo satélite argentino «significa mucha emoción, porque es un desarrollo nacional, se está haciendo patria, que es también tener soberanía espacial, energética, desarrollo nuclear y en tecnología».
Los Saocom fueron diseñados para detectar la humedad del suelo y obtener información de la superficie terrestre en cualquier condición meteorológica y hora del día.
Scarabino trabaja en el proyecto Tronador, un cohete de transporte argentino diseñado para colocar satélites en órbita y enviar cargas, y desde el Grupo de Fluidodinámica Computacional que dirige hacen «simulación computacional de problemas de fluidos» aplicados a aeronáutica y vehículos terrestres.
Otra colega, la ingeniera aeronáutica Sonia Botta, vive como una de sus cuentas pendientes el participar en el desarrollo de la constelación Saocom.
«Trabajé en el 1A como ingeniera de control térmico y me salió la beca para la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, justo cuando se lanzó. Es emocionante, porque se completa la constelación. El 1B va a potenciar la posibilidad de prevención de catástrofes naturales y colaborará en la agricultura», afirmó a Télam la profesional, que trabaja en el Centro Tecnológico Aeroespacial de la UNLP.
Su paso por la universidad británica para especializarse en sistemas espaciales le significó una reconocimiento de la casa de estudios por sus investigaciones, y ahora coordina el proyecto de Satélite Universitario.
Es emocionante, porque se completa la constelación. El 1B va a potenciar la posibilidad de prevención de catástrofes naturales y colaborará en la agricultura”
SONIA BOTTA, INGENIERA AERONÁUTICA
Desde Estados Unidos, la ingeniera aeroespacial Clara O’Farrell, una argentina que trabaja en la NASA hace siete años, contó a Telam sobre el «orgullo» de ver a su país «enfrentar misiones espaciales cada vez más ambiciosas» y anticipó que espera el lanzamiento del nuevo Saocom «para hacerle hinchada al equipo».
La profesional trabaja en el Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, en el área de aerodinámica, con el equipo que se ocupa del aterrizaje de sondas en otros planetas, sobre todo en Marte.
«Actualmente estoy trabajando en el proyecto ‘Mars 2020’ que lleva al rover ‘Perseverance’ al planeta rojo. Se lanzó el 30 de julio y la llegada a Marte está prevista para el 18 de febrero de 2021», contó.
Camila Mucanna tiene 26 años y compartió con esta agencia que siempre le interesó el espacio.
«Busqué en Google ‘qué estudiar para ser astronauta’ y me salieron distintas opciones», contó y se decidió por ingeniería mecánica, que cursó en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero cuando se abrió la carrera de ingeniería espacial en la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) decidió hacer el cambio.
«Espero recibirme a fines del año que viene. Después me gustaría hacer un master afuera, pero quiero volver a mi país para aplicar lo que aprenda», señaló.
Junto a otros estudiantes de distintas universidades del país diseñaron «un experimento que podría ser puesto a bordo de un satélite de Satellogic, que a va tomar datos en el espacio que nos permitirán crear una herramienta de diseño de tecnología espacial gratuita para estudiantes de Argentina», dijo la joven que trabaja en el Instituto Colomb de la Unsam, especializado en ciencia y tecnología del espacio.
Desigualdad de género
Las entrevistas con estas argentinas que trabajan en temáticas espaciales también tuvieron relatos sobre las desigualdades de género.
Una recordó cómo la discriminaban sus profesores por ser la única mujer y hasta la mandaron a lavar los platos a fines de la década de 1980. Ahora, ella se emociona cuando ve los claustros universitarios de ingeniería con mucha circulación de jóvenes mujeres.
Otras siguen siendo minoría en las aulas o en los espacios de trabajo, pero eso no las detiene.
«Necesitamos revalorizar a las pioneras y que las chicas nos vean en estos lugares de trabajo, porque sino, no hay referencias a seguir», analizó otra de las profesionales.
En el JPL de la NASA hay un 25% de mujeres, contó O’Farrell y alentó a sus pares a seguir carreras espaciales.
La expectativa : «Es súper gratificante, presenta grandes desafíos y brinda la oportunidad de trabajar con gente excepcional. También presenta obstáculos, sobre todo para quienes han sido menor representados en el ámbito espacial (por nacionalidad o género). Pero hay avances que están ampliando el acceso al espacio, como los microsatélites, el surgimiento de nuevas compañías de lanzamiento, que espero que creen nuevas oportunidades para la próxima generación de jóvenes», resumió.
La expectativa O’Farrell es «cruzarme con alguna en congresos y que me cuenten las cosas espectaculares que están haciendo las jóvenes ingenieras argentinas».