Luisiana y Texas sobreviven al poderoso huracán Laura dejó cuatro muertos. estaba en boca de todos en su ciudad, Beaumont, en el sur de Texas, en la Costa del Golfo, pero no se sabía bien qué tanto poder tendría. Hasta que se encendieron todas las alarmas porque Laura se había vuelto un huracán de potencia arrasadora similar al de Katrina, que azotó la región en 2005.
“Comencé a preocuparme cuando comenzaron los vientos muy fuertes”, cuenta Dick, periodista de un diario local, a Clarín. Entonces el miércoles cerró su departamento, vació la heladera de comida, desenchufó los electrodomésticos y se fue con su mujer en auto a la casa de unos amigos en Houston, a unos 50 kilómetros al norte. Siguió las indicaciones oficiales de que había que evacuar la ciudad. “Por suerte la autopista no estaba colapsada, como en el huracán Rita, donde estuvieron atrapados por horas”, relató.
Por la mañana había partido el último ómnibus del estado que llevaba a gente a refugios a la ciudad de Austin. Muchos fueron a hoteles, pero otros se alojaron en escuelas o en centros de convenciones donde no tuvieron más remedio que convivir de a centenares, todos juntos, en tiempos de coronavirus.
Finalmente, Laura tocó tierra en la madrugada del jueves Luisiana y Texas llegó el feroz huracán de nivel cuatro con vientos de hasta 300 kilómetros por hora, pero no causó el daño “catastrófico” que temían las autoridades.
Sin embargo, hubo al menos 6 muertos, más de 600 mil hogares sin luz, centenares de casas destruidas y edificios con vidrios rotos, árboles desencajados, una planta de cloro que explotó y un potencial daño que es imposible de calcular: un posible rebrote de coronavirus en los próximos días, producto del hacinamiento en las evacuaciones.
El gobernador de Luisiana, Johan Bel Edwards, dijo que “está claro que no sufrimos ni sufriremos el daño catastrófico que imaginamos basados en el pronóstico que teníamos anoche. Pero hemos sufrido una cantidad enorme de daños» y miles de residentes del estado han visto «sus vidas trastocadas».
Laura llegó a la costa de Luisiana y Texas con nivel cuatro, pero en con el correr del día bajó rápidamente su intensidad hasta transformarse en tormenta tropical, lo que minó su poder de destrucción. El huracán Katrina, que dejó 1.800 muertos en 2005, era tormenta categoría 3 cuando tocó tierra. Solo una tormenta ha tocado tierra en la zona con vientos tan altos como Laura: el huracán Last Island en 1856, que dejó cientos de muertos.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) había alertado sobre mareas de hasta 6 metros y se habían emitido órdenes de evacuación para cientos de miles de residentes de Louisiana y Texas.
Por el temor a contagiarse del coronavirus, “mucha gente no se quiso evacuar porque temían las condiciones que podía haber en ciertos lugares y se quedaron en sus casas. Incluso muchas personas, por ser de riesgo, no podían ir por el tema del virus a instalarse en sitios públicos para evacuarse”, cuenta Dick, que pudo alojarse en casa de amigos.
Algunos no tuvieron más remedio que acomodarse con los recursos que les ofrecía el estado: algunos fueron a hoteles especialmente designados, pero la capacidad fue enseguida colmada con 3.000 evacuados en más de 1.000 habitaciones de hoteles en Austin, por lo que tuvieron que habilitar el Centro de Convención de la ciudad, donde alojaron a cientos de personas en distintos salones.
El gobernador Edwards ya había advertido que tomarían precauciones en los refugios y en las tareas de evacuación porque, dijo, si no lo hicieran el estado podría “pagar el precio” en un par de semanas con el resurgimiento de casos de coronavirus.
Las autoridades sanitarias aseguraron que se les tomaría a los evacuados la fiebre y habría cuidados especiales por el coronavirus, como el uso de barbijos y los colchones ubicados con distancia social.