El polémico ministro de Seguridad de Chubut no solo infringe la Ley cuando entra a una propiedad privada sin orden de un juez o al momento en que encabeza procedimientos policiales que terminan en violaciones a los Derechos Humanos; sino que además demuestra a diario su desconocimiento del protocolo que paradójicamente él y los otros miembros del Gobierno le dicen al ciudadano común que debe respetar para no contagiarse de coronavirus.
A Massoni se lo ve protegido con barbijo en los actos, por ejemplo, pero no respetando el distanciamiento social y saludando efusivamente a todo aquel que se le acerca; en vez de utilizar el codo o los puños, como ya nos hemos acostumbrado todos o la gran mayoría.
El otro día en un acto de la policía hasta anduvo a los abrazos, curiosamente, con personas a las que está viendo a cada instante.
Son reglas que Massoni como todos los funcionarios y los policías inclusive deberían cumplir porque –insistimos—ellos deben dar el ejemplo; son la autoridad, son quienes nos gobiernan.
Pero qué se le puede pedir a alguien que cuando se saca el traje de ministro de Seguridad, en su tiempo libre, anda en una motocicleta por las calles de Trelew con el caño de escape abierto, infringiendo el Código Contravencional que prohíbe “los ruidos molestos”.