El abogado ambientalista Enrique Viale acaba de publicar, junto con la socióloga Maristella Svampa, El colapso ecológico ya llegó.
– El título El colapso ecológico ya llegó, y suena a fin del mundo. Sin embargo, hay un subtítulo un poco más alentador, “una brújula para salir del mal desarrollo”.
– Es la idea, nos parece fundamental encontrar una brújula al mal desarrollo, el nombre pretende llamar la atención. No somos colapsistas, sí estamos en un colapso sistémico que tiene muchos orígenes en la degradación ambiental. Dedicamos gran parte del libro en subrayar las alternativas en los territorios que venimos recorriendo. No creemos que esté todo terminado, planteamos la necesidad de un pacto social y económico, con la sociedad, la naturaleza. Queremos firmar un pacto para unir justicia social con justicia ecológica.
– ¿Qué fue lo que visibilizó esta pandemia a nivel ambiental? – Nosotros estamos obsesionados de que se hable de los orígenes de la degradación ambiental en esta pandemia. La relación de los virus zoonóticos que saltan de los animales a los humanos, relacionados con la pérdida de su hábitat, el arrinconamiento, la alimentación industrial. Estamos “combatiendo el virus”, hasta con un discurso bélico, pero la vuelta a la normalidad pareciera que es volver a los mismos lugares que nos llevaron hasta acá. Greenpeace dio datos de que durante la pandemia se deforestó más que el año pasado, el bosque nativo, los humedales. Destruyendo cuando deberíamos reflexionar más que nunca. El modelo extractivista está en su momento más destructivo de la historia en su ampliación permanente de sus fronteras. No ha encontrado límite moral ni ético, la forma más barata de deforestar es quemando.
– ¿De eso se trata el “maldesarrollo”? – Nos referimos a modelos productivos que traen más pobreza y más desigualdad. En Argentina, nosotros tenemos un modelo extractivista a todo vapor y la mitad de los pibes pobres. Tenemos 25 millones de hectáreas soja transgénica, fracking en la Patagonia, megaminería.
– Poco se habla del costo ambiental de Vaca Muerta. – Ni del social. Incluso en términos económicos, te lo discuto. Más que hidrocarburos, está distrayendo subsidios para sostenerlos, con la excusa de no despedir trabajadores. Hay petroleras que meten una presión enorme para recibir subsidios, aún más de lo que invierten.
– ¿Qué es lo que podemos hacer como ciudadanos para lograr que se generen cambios concretos? ¿Cómo logramos crear una masa crítica en torno del cambio climático?
– Creo que hay un cambio cultural muy grande, en la sociedad, que la clase política y dirigente no acompañó, sobre todo de los y las jóvenes, con una impronta muy grande y van de forma avanzada. Están generando un nuevo sentido común, de la mano de Greta Thunberg, y acá, por ejemplo, el movimiento Jóvenes por el clima. La clase política sigue repitiendo las mismas fórmulas con las que llegamos a los mismos resultados de una sociedad, sobre todo en América del Sur global, relacionada con el extractivismo, que hace que estemos en situación de pobreza permanente.
– ¿Quiénes son los principales actores en esta cuestión? ¿Qué papel está jugando la gura del empresario Hugo Sigman, fundador y CEO del grupo Insur? – Tiene un papel central a través de las distintas empresas. Es el gestor del acuerdo porcino con China, es también la empresa que está detrás del trigo transgénico. No es casualidad que lo haya aprobado de la manera en que lo hicieron, de sorpresa, y que esté Sigman, un tipo con tantos lazos en el poder. Greenpeace hizo un informe acerca de los desmontes, grandes transnacionales, poderes locales, el grupo IRSA. Es importante hablarlo. A veces tenemos como algo abstracto y son responsables del estado de cosas. El ambientalismo más superficial trata de querer atribuirnos a todos la responsabilidad de la situación, cuando no es así.
– ¿Es posible detener estos negociados peligrosos para el ambiente, a nivel legal? – Se puede pero es una disputa en otro sentido. Lo legal siempre acompaña lo que va pasando en otros territorios. Hacerlo de forma desconectada no tiene sentido, yo no creo en lo legal como salvador, es parte de lo que me enseñaron, también.
– Decimos que tiene que cambiar el modelo productivo, en el caso de la agricultura, se ve claro que el modelo debería ser el agroecológico. Pero en la minería, ¿cuáles son las alternativas a la extracción de minerales que usa una industria dependiente de ellos?, como el litio, por ejemplo.
– Creemos que hay que buscar otras transiciones energéticas, el litio es un debate grande, no tiene por qué ser la degradación de nuestros territorios, financiando con nuestro cuerpo, para la transición energética del Norte. El litio no tiene que ser usado para que cada estadounidense tenga un automóvil eléctrico, es la misma lógica. Hay que buscar un cambio en los sistemas de consumo, en relación Norte y Sur. No podemos poner nosotros el impacto, y que ellos se queden con las ganancias.
– Con Maristella Svampa escribieron libros, también mencionás a la socióloga Norma Giarraca como referente. ¿Qué te enseñaron ambas? – Ambas me enseñaron que lo fundamental es aprender a pensar y a ponerle una duda a todo. Eso que la sociedad y los medios, el sentido “común” tenían resuelto, no era tan así, lo colonizadas que tenemos nuestras cabezas. Ellas me enseñaron a dudar, a pensar con otros parámetros, a no invisibilizar otras formas de pensamiento. Ese sigue siendo el gran aprendizaje.
Fuente: La Gaceta