Desde antes de las fiestas de fin de año, cuando trascendió que ambos habían tenido una feroz discusión en la que hasta hubo insultos, se venía rumoreando de que el gobernador le había pedido la renuncia, él empezó a operar para no quedar afuera del Gobierno –eso trascendió de varias fuentes de Fontana 50– y a juzgar por los últimos acontecimientos da la impresión de que logró su cometido. ¿Qué le sabrá a Arcioni, que el mandatario prefiere no echarlo?
Cuando Arcioni se fue de licencia tras aquella discusión del mes de diciembre, los especuladores describían a un Massoni débil y que tenía los días contados en el Gobierno. Su comportamiento también alimentó esas conjeturas, se hizo el enfermo diciendo que había contraído coronavirus; estuvo ausente de la escena pública alrededor de una semana y cuando regresó adoptó un inusitado “bajo perfil”. Como que estaba esperando una confirmación.
Ni siquiera en el diario de Trelew que le hace publicidad aparecía algún título, declaración o foto suya en la portada y muchos ya estaban poniendo en duda su continuidad en el gabinete de Arcioni. Hubo incluso quienes revelaron que el mandatario no le atendía el teléfono, que no lo recibía y hasta una reunión de todos los ministros convocada por el gobernador en la que él no estuvo.
Las cuatro mujeres del barrio INTA que dicen ser sus fans, la comunicadora Silvina Cabrera, el fotógrafo exclusivo Morante, los Gómez en la policía y otros tantos que viven de la repartija que hace de dineros públicos ya se estaban preocupándose, cuando alguien –aparentemente– le confirmó que continuaría y Massoni este lunes volvió a ser el de antes, aunque el fin de semana ya había regresado a sus andanzas allanando sin orden judicial una iglesia evangélica o entrando con un ejército de policías a un centro cultural con el pretexto de los controles por la pandemia.
Lo primero que hizo Massoni retomando en una supuesta normalidad sus funciones de ministro de Seguridad, fue hacer política con la muerte del ciclista atropellado en playa Unión y seguir prometiendo como todo charlatán lo que nunca cumplió.