Parece que el polémico ministro cada tanto sufre de ataques de una fobia que se conoce en psiquiatría como “atazagorafobia”, que es la del miedo a ser olvidado y entonces casi de manera desesperada y con la ayuda de algunos medios y comunicadores que tiene rentados para que promocionen su imagen, fabula situaciones que lo convierten en noticia. En otras palabras, miente para tener trascendencia.
En diciembre del año pasado, por ejemplo, hizo trascender que había contraído coronavirus pero casi nadie le creyó; ni siquiera los que divulgaron la información. Tampoco aceptó el desafío de publicar el resultado del testeo que probaba que –efectivamente– tenía Covid y todo quedó ahí; en la nebulosa.
Aunque no fueron pocos los que se dieron cuenta de que la supuesta enfermedad se le declaró justo después que tuviera aquella todavía recordada discusión con el gobernador, en la que Arcioni (su mentor) le habría pedido la renuncia.
También coincidió con el tiempo en que el vicegobernador Ricardo Sastre –con quien no se llevaría bien– estuvo al frente del Gobierno de Chubut por la licencia de Mariano Arcioni y dio la casualidad de que justo cuando Arcioni volvió, Massoni se recuperó y retornó a su trabajo de ministro de Seguridad, pese a no haber cumplido el tiempo que debía haber estado de cuarentena si es que efectivamente se enfermó.
Fue curioso lo de Massoni porque nadie de su cercano entorno, de los que comparten con él diariamente la función pública; admitió haberse contagiado. Salvo que lo hayan disimulado y que a pesar de estar enfermos hayan ido a trabajar igual.
Lo cierto es que después de diez días de haber estado ausente volvió y lo llamativo también fue que no trascendió que alguno de los comunicadores que acostumbran a ir a sus conferencias de prensa le haya preguntado algo acerca de la enfermedad o de cómo y dónde se había contagiado, por ejemplo; todo lo contrario, lo único que supo la ciudadanía chubutense fue la noticia de que Massoni había contraído Covid y que cursaba el coronavirus de manera normal, casi sin síntomas. Después nunca más se habló del tema. Curioso ¿no?
Hace pocas horas el controvertido funcionario protagonizó algo casi similar, que también se podría considerar otra de sus mentiras. Como aquella ocasión volvió a utilizar su página web, la del Ministerio de Seguridad, para hacer trascender que “le habían querido robar la camioneta” y que “rápido de reflejos” (sin hacer nada) lo había evitado; como puso uno de los diarios de Trelew que lo quiere convertir en verdadero “ídolo de multitudes”.
En si la información es confusa, porque otro medio que también juega fuerte para Massoni puso que habían querido “hurtar” cosas del interior del vehículo pero sin siquiera acercarse al mismo.
Parece que el ministro los vio merodeando y a través de una conexión telepática con ellos se enteró de que tenían intenciones de robarle y entonces, enseguida, llamó a su fiel ladero el comisario Paulino “Chimango” Gómez que aparentemente andaba cerca y que los persiguió hasta lograr detenerlos en las inmediaciones de la Municipalidad, en pleno centro de Trelew.
En la comisaría con jurisdicción en donde Massoni había dejado estacionada su camioneta nunca se enteraron de lo del supuesto intento de hurto y tampoco de las demoras que se hicieron posteriormente enfrente del Municipio, en Rivadavia y San Martín. Tampoco, según aseguraron cuando este portal preguntó, Massoni se presentó a hacer alguna denuncia y si lo hubiera hecho ¿qué iba a denunciar?
Por eso, ahora hay que tener mucho cuidado al pasar por al lado de la camioneta del funcionario, porque cualquiera puede terminar inculpado de un intento de robo o de un delito peor.
Es evidente que el histrionismo de este hombre es patológico, y debería recibir asistencia profesional. En ocasiones lo hace tener conductas payasescas y en otras actitudes abusivas.
Ahora, como ya lo hemos denunciado hasta el cansancio desde aquí; por sus intromisiones en los allanamientos, ingresando a las propiedades privadas sin autorización de un juez, se hace sacar fotos pasando por el frente de los domicilios en los que su policía realiza las diligencias.