El papa Francisco aterrizó este lunes en Roma tras su histórica gira de tres días por Irak, la primera visita de un pontífice al país, en la que pidió proteger a su minoría cristiana y apoyo a la reconstrucción del país, condenó al extremismo y se acercó al islam chiita.
«Con fervientes buenos deseos y plegarias por la paz, unidad y prosperidad de la nación, invoco sobre todos copiosas bendiciones del Dios Altísimo», dijo el Papa en un telegrama de despedida dirigido al presidente iraquí, Barham Salih.
En el telegrama, Francisco volvió a agradecer a las autoridades y al pueblo de Irak por la bienvenida y la hospitalidad recibidas.
El avión que trasladó al Papa aterrizó en el aeropuerto romano de Ciampino a las 12:20 (8:20 de la Argentina) tras cuatro horas y media de vuelo desde el aeropuerto internacional de Bagdad, informó un enviado de Télam.
Durante su estadía en Irak, que transcurrió sin incidentes, el Papa, de 84 años, visitó la capital Bagdad y las norteñas ciudades de Mosul y Qaraqosh, que sufrieron el terror del Estado Islámico (EI) cuando el grupo yihadistas sunnita tomó su control, en 2014.
Francisco instó a las autoridades iraquíes a proteger a la minoría cristiana del país, perseguida y diezmada por sucesivos espasmos de violencia posteriores a la invasión estadounidense de 2003, entre ellos la crisis provocada por la irrupción del EI.
El Papa tendió además la mano a los musulmanes chiitas, que son minoría en el mundo pero mayoría en Irak, al visitar al gran ayatollah Ali al-Sistani, líder de los chiitas iraquíes y uno de los clérigos más importantes del chiismo, en la ciudad santa de Nayaf, al sur de Bagdad.
«Irak siempre permanecerá conmigo, en mi corazón», dijo Francisco anoche, después de una misa frente a miles de fieles en un estadio de la norteña ciudad de Erbil, en el Kurdistán iraquí, la parte del país de mayoría y control kurdo.
Debido a la pandemia de coronavirus, salvo el domingo en Erbil, el Papa no pudo reunir a multitudes como sucede en cada uno de sus viajes al extranjero.
En Irak, Francisco denunció el «terrorismo que abusa de la religión», pidió «paz» y «unidad» en Medio Oriente, y lamentó la salida de los cristianos de la región como un «daño incalculable».
También participó en una oración ecuménica con las diferentes religiones presentes en Irak desde hace milenios en las ruinas de la antigua ciudad sumeria de Ur, lugar natal según la Biblia del patriarca Abraham, padre del monoteísmo.