La familia Oyarzo tenía un pequeño aserradero en el paraje Las Golondrinas. El emprendimiento y la casa desaparecieron en las llamas. “Hay mucha gente que nos está ayudando con comida, con ropa, pero ¿quién nos devuelve todo lo que se perdió?”, se pregunta Sandra, la esposa del brigadista.
“Fue todo tan rápido que lo único que pude hacer fue agarrar mis documentos. Salí con lo puesto”, relató Sandra Oyarzo, vecina del paraje Las Golondrinas, donde el incendio que arrasó a la Comarca Andina la dejó sin casa y sin trabajo. Su esposo, Ángel Oyarzo, es brigadista del Servicio Nacional de Manejo del Fuego en Chubut y no llegó a tiempo para salvar su propia casa. La familia Oyarzo tenía un pequeño aserradero, un negocio familiar que habían comenzado hacía cuatro años y que no creen poder recuperar. “Trabajábamos desde el amanecer hasta la noche”, señaló la mujer en diálogo con Página/12 y agregó una frase que luego repetiría más de una vez: “ahora no tenemos nada”.
El martes pasado, cuando el fuego se expandía por El Hoyo y El Maitén y llegaba a la zona de Golondrinas, Sandra estaba en el jardín, arreglando unas plantas. “No me había dado cuenta de que el fuego estaba acá, atrás de mi casa. Yo estaba en el jardín, eran las cinco y media de la tarde. Lo vi de golpe, venía muy rápido y nadie podía hacer nada”, señaló la mujer. Su hijo vive en el mismo predio, sobre la ruta 40, un terreno que compraron hace varias décadas con ahorros y ayuda familiar. “Él me avisó que había que irse, yo entré y agarré lo primero que vi, que fue la cartera que estaba sobre la mesa. Los vecinos hacían lo mismo, salíamos de las casas sin nada y bajábamos al pueblo aunque no sabíamos si íbamos a llegar porque estaba muy peligroso”, advirtió Sandra. “Todavía no lo puedo creer. No salvamos ni un tornillo, se consumió todo”, añadió.
El aserradero fue un proyecto que la pareja decidió encarar después de haber perdido a su hijo más grande. “Hace cuatro años y medio mi hijo tuvo un accidente. El aserradero era un proyecto de mi marido con él, algo que iban a hacer juntos. Un poco en homenaje a él fue que lo abrimos”, recordó la mujer y remarcó que les «estaba yendo bien, le dábamos trabajo a dos chicos, dos muchachos de la zona que tenían que mantener a sus familias”. En la casa que se quemó ella vivía con Ángel y tres de sus hijos, y detrás, en el mismo predio, estaba la casa de quien ahora es el mayor de los hermanos. “Cuando llegó mi marido nuestra casa ya estaba prendida fuego. La de mi hijo la salvaron con un camión cisterna que trajeron en ese momento”, relató Sandra. «Lo más difícil de recuperar es el aserradero, una de las máquinas sale más de dos millones de pesos y habíamos sacado créditos para comprarla, créditos que todavía ni terminamos de pagar”.
Ángel Oyarzo es brigadista desde hace 24 años. Cuando su casa se prendió fuego, él estaba trabajando en los incendios de la zona; no llegó a tiempo para salvarla. Cuando la familia volvió al terreno, al otro día, no quedaba más que la cabañita de su hijo. “Ahora estamos en una casa muy precaria que nos prestaron, que no tiene habilitación ni nada. De a poco y con las donaciones que vamos recibiendo y la ayuda de familia empezamos a construir de nuevo”, señaló la mujer.
En diferentes provincias del país organizaciones sociales y de la sociedad civil reúnen artículos para mandar a las familias de la Comarca Andina. Por su parte, el Ministerio nacional de Desarrollo Social destinó 5 mil kilos de alimentos y diferentes cantidades de otros artículos –sábanas, mudas de ropa, chapas, frazadas y colchones– para las localidades afectadas por el incendio. “Hay mucha gente que nos está ayudando con comida, con ropa, pero ¿quién nos devuelve todo lo que se perdió?”, se preguntó Sandra y agregó: “nunca me imaginé que podía pasar algo así”.
Fuente: Página 12