Cordillera

Incendios en la cordillera: “Fue una pesadilla, no se terminaba más”

Agustín Aguayo, un vecino de la localidad de Las Golondrinas, relató a Crónica cómo vivió los incendios en el paraje ubicado al sur de El Bolsón. Algo más tranquilo, el joven contó que la gente ahora trata de volver a la normalidad y olvidarse del mal momento. Sobre los incendios, Aguayo señaló que fue algo “desesperante”, y destacó que la angustia es algo generalizado en los pobladores, que todavía no logran dimensionar la magnitud de la tragedia que golpeó a gran parte de la comarca andina.

“El día del incendio llegué de trabajar y fui a ayudar a mi prima a sacar sus animales del campo. Cuando volví, mi viejo estaba como loco, toda mi familia estaba igual, sacando los autos de abajo de los árboles. Cuando miré hacia la parcela veintiséis, el fuego se acercaba a una velocidad increíble.

No pudimos reaccionar, yo lo primero que hice fue sacar mis documentos y algo de plata, puse todo en mi auto. También agarré mis herramientas, mi motosierra y algunas cosas más que necesito para trabajar. Son todas cosas muy necesarias, que cuesta mucho trabajo conseguir, más para nosotros, que laburamos en el campo haciendo leña”.

Así empezó su relato Agustín Aguayo, un joven que vive en el paraje Las Golondrinas, ubicado al norte de Lago Puelo y al sur de El Bolsón. El campesino fue otro de los que perdió su casa durante los incendios que se dieron en la cordillera. Ahora, busca una manera de reconstruir su vivienda.

Inmediatamente al lado de la casa de Agustín, su familia alquilaba una chacra en donde tenían vacas, ovejas y otros animales. En un momento, la hermana del joven había ido a ver a los animales, pero transcurrido un rato, la chica no volvía. Desesperado, el muchacho vio el humo y fue corriendo a buscar a su hermana. “La encontré. Vi que las vacas estaban muy cerca del fuego.
En ese momento no pensé mucho, solo en salvar a los animales. Así que corrí, las rodeé y las junté a todas. Las dejé en una pampita que había, a los caballos no los pude agarrar pero también quedaron resguardados en una pampa. Cuando volvimos a buscarlos al otro día, gracias a Dios estaban ahí, sanos y salvos.

El humo nos empezaba a rodear, así que volvimos corriendo a mi casa. Yo en el camino me quedé ayudando a mis vecinos, que se les estaba quemando su casa. Llegaron los Bomberos y eran solo dos en un móvil, y la manguera no salía. Así que los tuve que ayudar para sacarla”, siguió Aguayo.

“Fue algo desesperante lo que vivimos”

Luego de ayudar a sus vecinos, Agustín volvió corriendo a la casa de su papá, que por fortuna se salvó. Por suerte, él y su familia tenían varios recipientes con agua. Tuvieron que ser inteligentes y esperar el momento justo para tirar el líquido. “Si nos poníamos a tirar agua al principio, el mismo aire iba a secar todo. Tuvimos que esperar”, contó. Como consecuencia de los incendios, Agustín perdió su casa, y los campos en donde tenía a sus animales también se quemaron. “Mi casa no la pude salvar, estaba muy rodeada de árboles.

Fue algo muy desesperante lo que vivimos. Mi hermana y mi mamá no quisieron irse en toda la noche, se quedaron conmigo y mi papá. A mi hermanito lo llevaron al barrio para que no viera lo que estaba pasando. Fue una pesadilla, no se terminaba más. Las llamas eran de más de treinta metros, las casas de los vecinos explotaban, las garrafas y los vidrios. Era como una guerra”, señaló el joven.

“La casa de mi papá no se podía perder, yo creo que si él la perdía se le venía el mundo abajo. Trabajó toda su vida para tenerla. Ahora estamos todos más tranquilos, ya volvimos a nuestras rutinas, cada uno a sus trabajos. Durante las tardes trabajamos en lo que podemos. El otro día yo estaba cerrando mi terreno, porque si no lo hacés, corrés riesgo de que lo ocupen”.

Agustín termina la entrevista con una reflexión. Su voz se entrecorta un poco. “Ver algo así de lejos es una cosa, pero haberlo visto en primera persona te deja muy mal. Es difícil, antes nos levantábamos todas las mañanas y veíamos nuestro paisaje, y ahora no lo tenemos más. Es muy difícil ver cómo tus amigos, familiares y conocidos perdieron todo. Yo dentro de todo estoy bien, pero hay gente que perdió todo lo que tenía”, concluyó.

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