Debería aumentar un 55% para alcanzar este mes el valor de diciembre de 2015.
El Consejo del Salario Mínimo fue convocado para el próximo 27 de abril para fijar un nuevo valor al Salario Mínimo, Vital y Móvil ( SMVM), cuando enfrenta en los últimos 15 meses una pérdida de 15% del poder adquisitivo y respecto de fines de 2015 retrocedió un 36%. Y si se considera el aumento del valor de la canasta de pobreza -los que cobran el SMVM lindan en la pobreza-, el SMVM perdió más del 40%.
Veamos. Alberto Fernández asumió la presidencia con el SMVM en $ 16.875. A fin de marzo era de $ 21.600, un aumento del 28% frente a una inflación en 15 meses del 51/52%, dato que se conocerá el jueves. Representa una pérdida del 15/16%. Para mantener el valor de diciembre de 2019, en marzo el SMVM debería haber sido de unos $ 25.500.
Durante la gestión de Mauricio Macri, el salario mínimo pasó de $ 5.588 en diciembre de 2015 a los $ 16.875 en igual mes de 2019: un incremento del 202%. La inflación en esos 4 años fue del 299,2%. Esto implicó una pérdida del 24,4% del poder adquisitivo, superior a la caída del salario real del conjunto de los trabajadores.
En tan solo 5 años y 3 meses, el Salario Mínimo Vital y Móvil perdió un 36% de su poder adquisitivo. Debería haber estado en $ 33.600 en marzo pasado –o sea, en más de $ 12.000 o un 55% por encima de los $ 21.60- para igualar en términos reales el valor de fines de 2015.
Con relación a la canasta de pobreza la pérdida supera el 40%.
Por eso, para una familia tipo (matrimonio y dos hijos), el salario mínimo está a “a kilómetros” de cubrir el valor de la canasta de pobreza, incluso si ambos cónyuges trabajan. Restando los descuentos de jubilación y salud (17%), más las asignaciones por 2 hijos, el ingreso salarial total es de poco más de 26.000 pesos frente a una canasta familiar de pobreza valuada por el INDEC en 60.000. Menos de la mitad.
Si ambos cónyuges perciben el salario mínimo, el ingreso familiar rondaría los $ 44.000, casi $ 16.000 por debajo del valor de la línea de pobreza. Y por la definición legal, el salario mínimo debería superar con creces el valor de la canasta familiar de pobreza.
La ley de Contrato de Trabajo le asigna tres características al salario mínimo, vital y móvil. Es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia por su jornada laboral. Debe asegurarle alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte, esparcimiento, vacaciones y cobertura previsional. Y debe ajustarse periódicamente de acuerdo a las variaciones del costo de vida.
Es más que evidente, y desde hace mucho tiempo, que el salario mínimo no cumple esas funciones a pesar que incide sobre un amplio número de trabajadores no registrados o informales que toman por referencia ese parámetro. Además, impacta en convenios de trabajo con ingresos aún más bajos, como pasa entre empleados provinciales y en trabajadores formales “fuera de convenio”.
También impacta sobre más de 700.000 beneficiarios de planes sociales, que perciben la mitad del salario mínimo. Y por eso, en el Gobierno algunos funcionarios plantean eliminar esa relación entre el salario mínimo y los beneficios de los planes sociales para que no incida sobre el Presupuesto público.
Además ajusta la jubilación mínima de los que se jubilaron sin acudir a las moratorias. En esos casos debe equivaler al 82% del SMVM. Hoy el haber mínimo es de $ 20.571,44.