Con la popularidad en un piso de 24% y con un escenario en el que aparece derrotado para su reelección en 2022, el presidente defendió su postura negacionista ante las recomendaciones científicas de distanciamiento social.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, calificó este lunes de «idiotas» a los ciudadanos que respetan el distanciamiento social y las cuarentenas para evitar el contagio de coronavirus, al reivindicar la multitudinaria marcha de ayer organizada en Brasilia por empresarios ruralistas, en la que participó.
Con la popularidad en un piso de 24% y con un escenario en el que aparece derrotado para su reelección en 2022, el presidente defendió su postura negacionista ante las recomendaciones científicas de distanciamiento social, mientras una comisión del Senado investiga su muy criticada gestión de la pandemia.
«El agro no paró de trabajar. Hay algunos idiotas, los que dicen que hay que quedarse en casa. Hay algunos idiotas que hasta hoy están dentro de casa. Si el campo se hubiera quedado en casa, ese que se quedó en casa hubiera muerto de hambre, ese idiota se hubiese muerto de hambre. Se quejan de todo», afirmó el jefe del Estado.
El ultraderechista se encuentra en su peor momento de popularidad y se ha pasado denunciando posibles fraudes futuros desde la semana pasada, cuando un sondeo de la consultora Datafolha le adjudicó en primera y segunda vuelta la victoria al exmandatario y lider opositor Luiz Inácio Lula Silva (2003-2010).
Bolsonaro sostuvo el domingo ante miles de personas que no usaban barbijo en Brasilia que Lula «sólo ganará con fraude» si no se aprueba el proyecto para imprimir el voto de las urnas electrónicas que funcionan desde 1996.
Según el sondeo de Datafolha, el 75% dijo que el Gobierno demoró para comprar vacunas y perdió ofertas de inmunizantes, como los 70 millones de dosis de Pzifer ofrecidas en agosto de 2020.
El mandatario viene amenazando desde marzo con usar el Ejército para romper las cuarentenas en estados y municipios, pero como respuesta tuvo la renuncia de los jefes de las tres armas, que se han negado a encolumnarse con el ala militar del Gobierno, que se identifica con la defensa de la tortura en la dictadura (1964-1985).
Bolsonaro se encuentra políticamente bajo asedio debido a que la comisión investigadora del Senado ha revelado que el Gobierno apostó en un remedio al que intentó darle un matiz milagroso llamado cloroquina, un antipalúdico, para que la población no respete las cuarentenas de estados y municipios.
Esta semana, la comisión también tendrá más información para su investigación sobre el rol del Gobierno en la pandemia, con la declaración, mañana, del excanciller Ernesto Araújo.
Admirador público del expresidente estadounidense Donald Trump, otro negacionista del coronavirus, Araújo encabezó hasta el mes pasado un frente antichina inédito que provocó colisiones con el envío de insumos para el envasado de vacunas CoronaVac y AstraZeneca en Brasil.
El miércoles, se espera el testimonio más esperado ante la comisión del Senado, el del general Eduardo Pazuello, ministro de Salud de mayo de 2020 hasta abril pasado, investigado por distribuir cloroquina como remedio antiCovid y de omitir la crisis de oxígeno que mató pacientes en Manaos, Amazonas, en enero.
El Gobierno presentó ante la Corte Suprema -que lo otorgó- un habeas corpus para que Pazuello no sea obligado a declarar contra sí mismo y así evitar una posible detención.
El caso ha puesto en baja la imagen pública del Ejército, cuyos excomandantes y generales retirados forman parte del ala militar de la gestión.
El Senado investiga si existieron políticas paralelas comandadas por empresarios, el hijo concejal de Bolsonaro y su administrador de redes, Carlos Bolsonaro, para tratar la pandemia sin los expertos del Ministerio de Salud.
El relator de la comisión, Renán Calheiros, un opositor del ala desarrollista del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), calificó el domingo de «miliciano» (parapolicial) al senador Flavio Bolsonaro, hijo del presidente, que su vez lo llamó «canalla» en la sesión.