Para analizar el alcance del desafío ambiental, el Extremo Sur dialogó con Lino Pizzolón, biólogo, Magíster en Ecología Acuática, docente e investigador de la Universidad Nacional de la Patagonia.
Pizzolón advierte desde hace años las consecuencias que sufre la región patagónica tras el avance de proyectos de forestación y megaminería, y afirma que «el problema central que enfrenta hoy la zona es lo que denomina ‘megapinería’: la invasión de la plantación de pinos en reemplazo de los bosques nativos».
Pizzolón señaló la forestación de pino como uno de los agravantes de los incendios forestales, sumado a un clima desfavorable, altas temperaturas y un sistema de leyes ambientales ineficientes. Detalló el largo proceso que deberá atravesar el ecosistema comarcal para regenerarse: «Necesitamos desarrollar acciones para tratar las especies, recuperar el suelo y reforestar con plantas de las zonas vecinas».
Además, advirtió que «hay una tercera ola de deforestación que vamos a recibir», con la complicidad de «muchos lacayos dentro de las instituciones de la investigación y dentro de los gobiernos dispuestos a abrirle el camino a las nuevas inversiones».
¿Qué consecuencias inmediatas se observan en los bosques tras los incendios forestales?
El problema central es que el bosque nativo de la zona de los incendios fue completamente sustituido por el pino. Se trata de un proyecto que empezó alrededor de 1980. Toda la zona que se ha quemado es plantación pura de pinos. Lo curioso es que incluso si no se siguen plantando luego del incendio las semillas siguen activas para volver a germinar.
Usted ha trabajado mucho sobre la industria relacionada con el pino. ¿Es una especie especialmente peligrosa para propagar los incendios?
Es combustible puro. El riesgo es cada vez mayor, sumado al cambio climático y altas temperaturas. Esto está advertido por científicos de primera línea. En Chile, por ejemplo, hay millones de hectáreas forestadas con pino, un proceso que empezó con la dictadura de Pinochet y supuso la expulsión de los pobladores. Los incendios en Valparaíso fueron por la forestación de pino. Lo mismo ocurre aquí en Esquel con los bosques comunales, han reemplazado el bosque nativo.
Hay grandes intereses de la industria de la alimentación en la forestación de los bosques.
Hay una tercera ola de deforestación que vamos a recibir. Hay muchos lacayos dentro de las instituciones de la investigación y dentro de los gobiernos dispuestos a abrirle el camino a las nuevas inversiones. Muchas empresas de alimentos, con Nestlé a la cabeza, se han comprometido a reducir las emisiones de carbono y los gases de efecto invernadero. En la Cumbre Internacional del Cambio Climático afirmaron que reducirían sus emisiones a cero para 2050. Al mismo tiempo, se calcula que Nestlé va a aumentar su producción en 68% para 2030. Sabemos que la industria de los lácteos, por ejemplo, es una de las que más producen gases de efecto invernadero. Es una estafa mundial que están planeando. ¿Cómo van a recudir las emisiones de dióxido de carbono si aumentan su producción? Eso implica un acaparamiento brutal de tierras; es peor de lo que hemos visto hasta ahora.
¿Esta situación agravó la magnitud de los incendios? ¿El bosque nativo podría haber atenuado el desastre?
Sí, totalmente. Los pinares transmiten el fuego cinco veces más rápido que el bosque nativo, más si se trata de estepa.
¿Pese a eso todavía hay intenciones y planes para continuar con la forestación?
Hay intenciones de volver a plantar pinos, lo cual sería la peor de las opciones. La zona que pasa por la Ruta 40 ya atravesó varios incendios en la última década. Los pinares que se quemaron rebrotaron y hoy son árboles que tras diez años tienen muchos metros de altura. Y todo eso se volvió a prender fuego. Este es el momento de sacarlos, cuando son pequeños, ya que si hay que sacar un pino grande cuesta un dineral. Tenemos que decir que en la Patagonia hay miles de hectáreas forestadas y que Benetton es el forestador más grande de Chubut. No ha parado de forestar en esta pandemia. La única especie que hay casi en un 90% es el pinus ponderosa, y nadie lo quiere como madera. Ni hablar para postes, se pudre. Es mentira que la forestación compensa la emisión de dióxido de carbono, eso se investigó y se demostró que es falso.
¿De qué manera afectan los incendios forestales a la composición del suelo?
Con los incendios se produce un cambio del suelo, se pierde una gran cantidad de nitrógeno, que contiene una numerosa cantidad de nutrientes para la tierra. Yo rogaba que no viniera una lluvia intensa, sino que viniera esa lluvia fina, para que las cenizas se quedaran ahí. De lo contrario, el nitrógeno se pierde con las lluvias y el agua. Por eso tras los incendios a veces utilizan los mismos troncos cortados y quemados para retener los suelos.
¿Podría producirse una contaminación hacia los ríos y lagos si las lluvias arrastran las cenizas o los materiales que permanecieron tras el incendio?
Hay trabajos que investigan, a nivel mundial, lo qué ocurre con el agua después de los incendios, especialmente la contaminación de metales pesados. En este caso, hay que estudiar qué sucederá con esta zona quemada en particular. Ya han empezado a tomar muestras para analizar. Lo que sí es cierto es que tenemos una gran pérdida de nitrógeno. Ahora lo importante es trabajar en el crecimiento de pasto y diversas plantas, no perder las semillas.
¿De qué manera se planea avanzar con la recuperación de la flora y fauna?
Está muy dañada la naturaleza, es una tristeza caminar por ahí. Se necesitan décadas para reconstruir el bosque de lenga. Las áreas quemadas se irán recolonizando por las áreas vecinas que se hayan salvado. Cuando el suelo se repare, irán creciendo las plantas pioneras y luego volverán los animales que habitan allí.
¿En cuánto tiempo, aproximadamente, se podría recuperar la totalidad de las áreas afectadas?
Todavía se está estudiando. Están trabajando en esto personas con más experiencia en la recuperación post-desastres. El bosque mismo se regenera, pero hoy nos preocupa la secuencia del incendio generado, que rompe ese ciclo y no permite que se regenere. Necesitamos desarrollar acciones para tratar las especies, recuperar el suelo y reforestar con plantas de las zonas vecinas.
¿Existen áreas de bosque nativo que no hayan sido invadidas por el pino?
Afortunadamente, hay lugares que se conservaron prístinos, es una belleza caminar por ellos. La invasión es bastante progresiva. Hay áreas que se incendiaron tres veces en una década y el pino sigue apoderándose. Hay muchos lugares que proteger, deberían plantearse no seguir con las plantaciones, o tener plantaciones acotadas, sujetas a estudios de impacto ambiental. Deberían ser pocas y en lugares específicos con poco viento.
¿Considera que las leyes ambientales no se cumplen o deben ser reformuladas?
Lo principal es el trabajo de la política forestal, que debe ser reformulada. Las leyes de bosques deben ser reformuladas de raíz. Tenemos una Ley de Incendios que dice que los bosques deben ser reforestados. Pero van a seguir plantando pinos en la estepa. Tenemos pino en toda la franja que cruza la Ruta 40, con las nacientes del Río Chubut.
¿La forestación de pino podría afectar el agua?
Sí. El pino consume entre 40 y 60% más agua que el bosque nativo. De tal manera, si plantan cerca de las orillas -como está haciendo Benetton- habrá un problema con los caudales del Río Chubut, que ya han sido afectados por el cambio climático. Se va a intensificar porque estamos plantando una especie ladrona de agua.
Hace tiempo advirtió: «Visite la Patagonia antes que desaparezca». ¿Considera que hay una contradicción entre la fascinación por los paisajes patagónicos y su constante desprotección?
El problema es que la gente no distingue entre pino y bosque nativo. La gente en Esquel planta pinitos. Entonces nos vamos adentrando en un túnel de pinos. Hay un secuestro del paisaje: es lo más aburrido ver la misma planta desde Neuquén hasta San Martín de los Andes. La belleza del otoño de los bosques nativos, con sus colores, todo eso se va a perder.