Si pensaba usted que el villano era Mariano Arcioni y que los diputados mineros constituían la maldad personificada es porque no se preocupó en conocer a lo peor de lo peor.
Ostentan poder de negociación en la mesa chica del estado provincial, y son millonarios gracias a la sagrada pauta publicitaria fuera de la cual nada existe: no existe pueblo, ni democracia, ni moral, ni sentido común.
Diario El Chubut es un ejemplo de esa hegemonía; el medio nunca cambió su “personalidad”, y esa consiste en que siempre funcionó como una gacetilla del poder público.
El extinto senador de la UCR José María Sáez fue el fundador del diario en 1975 y sucedido por su hijo al frente de la empresa, José María Sáez Jr.
Sáez Jr. es visto por su propio círculo íntimo como un sujeto extremadamente inservible, un fracasado de toda la vida sin ningún logro y que vivió colgado permanentemente de la teta de su padre hasta que éste falleció (2011).
Jamás terminó la carrera de arquitecto que tanto presumía estudiar en Buenos Aires (muchos dicen que nunca la empezó y que llenó de mentiras a su familia para gozar de los giros de dinero que le hacía su difunto padre) y parece que la única experiencia por la que se sentiría orgulloso tristemente consistiría en haber conocido Europa viajando clandestinamente en la cubierta de un barco, a pesar de tener suficiente dinero para pagar esos viajes, claro.
Este lunes por la tarde en el marco de los conflictos por la megaminería, un grupo de jóvenes incendió parte de la planta baja del edificio principal del diario, ubicado en la calle 9 de julio de la ciudad de Trelew.
El violento desenfreno fue una vez más la expresión del hartazgo de parte del ciudadano chubutense con respecto al flagrante chupamedismo del medio hacia las altas esferas del poder público, mediante una promoción vomitiva del proyecto de megaminería.
Se dice que José María Sáez “puteó” al jefe de Policía y al intendente de Trelew en el momento en que llegaron los uniformados a socorrerlo, mientras el grupo de manifestantes lanzaban elementos incendiarios contra la fachada del edificio.
Publicó en tapa un artículo cuyo título rezaba “brutal ataque a El Chubut y sus trabajadores”. Como podrán ver, Sáez busca refugiarse detrás de sus trabajadores para intentar empatizar con el público lector, pero la gran realidad es que sus mismos empleados lo odian como a un dolor de muela. Los tiene muy mal asalariados y sometidos a malos tratos mientras él gana millones; sin embargo, sería mortalmente alérgico a las amenazas de juicios laborales y quema de cubiertas de determinados “laburantes” de la redacción con suficiente apoyo político a sus espaldas, así que el “boludeo” es selectivo: con algunos empleados se jode, con otros no.
Por obra y gracia de contactos con cuellos encorbatados es que habría recibido un terreno de unas cuantas hectáreas al frente del mercado concentrador de Trelew, con el objetivo de instalar una imprenta, aunque los envidiosos digan que tenía el objeto de LAVAR ACTIVOS. Aparentemente la finalidad ulterior habría sido mudar la empresa a esta nueva localización, pero eso nunca ocurrió.
Se dice que por cada “publi-nota” minera, el colchón de billetes de Josecito Sáez se hacía cada vez más grande, pero eso sí, ese intento de “periodismo” habría venido acompañado de ocultamiento de información esencial para el pueblo chubutense, como lo es conocer las verdaderas consecuencias ambientales de la minería proyectada por gigantes societarios en la materia como lo sería “Pan American Silver”.
El Chubut tampoco dijo nada en estos años sobre la utilización de explosivos, ni tampoco publicaron investigaciones geofísicas y geológicas que concluyan los efectos nocivos en nuestro territorio de la minería a cielo abierto. Absolutamente nada… ¿Por qué será? Un personaje Josecito.
Luego tenemos a LU20, un medio radial que tiñe una hipocresía galopante toda vez que se disfraza del pastor de las ovejas (pueblo) que las protege del lobo (estado), pero que de vez en cuando tiene que ir compulsivamente al baño a tomarse su poción porque le empiezan a salir los colmillos, pelajes y no puede contener su aullido a la luz de la luna llena.
Hay un triste y a la vez oscuro individuo allí en el cual el medio deposita esa carga de ser el lobo vestido de oveja, y que nos provoca la extraña necesidad de compadecernos del micrófono. Ese sujeto se llama Carlos Enrique Di Filippo, un locutor entrado en años.
Carlos Enrique Di Filippo, locutor pro-minero de LU20.
Su hermano Alfredo “el peludo” Di Filippo, es un ex-diputado provincial por el FPV que en abril del 2019 fue denunciado por “Defraudación agravada por fraude en perjuicio de la administración pública y lavado de activos”.
Lo más tragicómico es que “el peludo” Di Filippo habría utilizado información que obtenía durante la presunta comisión de los delitos que se le atribuyeron para supuestamente extorsionar a aquellos que estaban en la misma que él, a efectos de obtener un rédito económico proveniente de la pesca y de la minería. Esta sospecha comenzó a brillar en todo su esplendor cuando Alfredo se constituyó como denunciante en las causas “Embrujo” y “Revelación”, allí se habría pisado solo y terminó denunciado.
De hecho, habría metido en los negociados a su propio hijo y sobrino de Carlos, Sergio Di Filippo.
Nos cuentan que esa “vocación extorsiva” habría estado siempre presente en la naturaleza de ambos hermanos. Carlos Di Filippo por su parte, siempre fue señalado, según fuentes gubernamentales, como un comprador compulsivo de información caliente a empleados del estado, con el supuesto objeto de extorsionar a importantes funcionarios con sacar a la luz esos datos si no obtenía algún rédito económico.
La realidad es que Carlos Di Filippo sería un profesional de la mentira, más pro-minero que el mismo Arcioni y un inquisidor en LU20 de las personas que no piensan como él. Así lo podría graficar Carlos Painenen, que tenía un programa en la misma emisora y se le ocurrió quitarle la careta a su colega Di Filippo por las redes sociales, fue inmediatamente despedido de la radio, ¿querés saber más? Hacé click aquí.
Carlos Painenen reveló cuáles eran los motivos por los que su colega viajaba tanto a la meseta chubutense, y tuvo una respuesta rápida a sus interrogantes.
Ahora, hay una consulta que les debemos hacer a nuestros lectores para que nos ayuden a refrescar la memoria ¿Carlos Di Filippo es el mismo periodista que había sido vinculado hace años atrás con las redes de pedofilia? ¿O estamos confundidos? Es una duda que nos genera mucha inquietud.
Por último, tenemos a Héctor González, “Héctor del bosque” para los amigos. Dicen las malas lenguas que contar billetes ya es historia vieja para él y que ya estaría a otro nivel, ahora directamente pesa sus cobros en una balanza.
Héctor González, sindicalista y socio pro-minero del diario Jornada.
Vive de los afiliados de “Luz y Fuerza” ganando como secretario general del sindicato, pero no le habría sido suficiente así que también percibe los dividendos del grupo Jornada en carácter de socio, de manera que también vive de la sagrada pauta del estado.
El año pasado, en plena pandemia, descubrieron en la mansión que compartía con su hoy ex esposa y su hijo, un verdadero “bosque cannábico”. Para ser exacto: 110 plantas de marihuana de alrededor de 2 metros de altura y 500 plantines. Había una compleja instalación lumínica en todo el “bosque” para estimular el desarrollo de los ejemplares.
Las ganancias netas de este hombre se contarían en millones y continúa acaudalando riquezas con verdadera autoridad.
Al frente del diario Jornada, otro medio pro-minero “llora-pauta”, se encargó de gestionar la información, dirigirla, se presume que para satisfacer los intereses políticos de Mariano Arcioni.
Como todo medio afín al gobierno en estas épocas turbulentas que se viven con la megaminería, JORNADA no es una excepción para la millonaria pauta del Gobierno, que tendería más al objeto de remunerar el apoyo al proyecto 128/20, mediante la redacción de asquerosas “publi-notas”.
Este lunes pasado, a raíz de lo acontecido en el diario El Chubut, habrían estado con el corazón en la garganta en el Jornada, temiendo ser los próximos mientras eran custodiados por nada menos que la policía de seguridad vial por el hecho de que la guardia de la policía convencional no fue autorizada en virtud de los hechos de represión suscitados en estos días.