El foco de incendios fue en el noreste de la provincia, que provocó el daño a unas casi 90.000 hectáreas. El testimonio de los productores afectados
Los campos en el noreste de Chubut, allí en un triángulo ubicado frente al ingreso de Península de Valdés, ardieron durante cuatro días y solamente la falta de viento logró frenar las llamas. Esto provocó la quema de casi 90 mil hectáreas, y también la muerte de ganado ovino y fauna autóctona, y la destrucción de pastos naturales, alambrados, aguadas, tanques y bebederos, también de corrales y molinos. En definitiva, el fuego dejó destruido un medio ambiente que tardará al menos 10 años en recuperarse. Por ello la pérdida es irreparable en una provincia en crisis financiera y económica.
En ese lugar, con la imposibilidad de contar con aviones hidrantes por el efecto de vientos de hasta 80 kilómetros por hora, la pérdida resulta irreparable para sus escasos pobladores. Más allá del incansable trabajo de grandes equipos viales para cortar los focos ígneos, tras extenderse por más de 60 kilómetros, la línea del fuego solamente logró cesar por falta de viento.
Gonzalo Abril, presidente de la Sociedad Rural de Camarones, afirmó que “lo que ayudó a que esto fuera un desastre fue la falta de planificación. El INTA había realizado un plan contra el fuego para la Península de Valdés, y pese a funcionar la alerta temprana, cuando ocurrió el problema, no hubo la articulación suficiente entre todos los organismos del Estado para hacer efectivo el control de este incendio. Lamentablemente, cuando se comenzó a trabajar en el combate contra los incendios, ya era tarde”.
“Tiene que hacerse un llamado para que esto no vuelva a ocurrir. Hay que hacer planes estratégicos en el campo patagónico para tener las herramientas necesarias para trabajar en cortafuegos, con bomberos y defensa civil. Igual es complicado. Son grandes las extensiones, la zona está despoblada, y en mi campo, mi vecino lo tengo de 10 a 15 kilómetros”, explicó Abril.
El titular de la Sociedad Rural de Camarones explicó que la política oficial, junto cuestiones como la inflación, el tipo de cambio y las retenciones “no ayudan” al desarrollo de la actividad ovina en la región. “Hoy en día producir ovejas en la zona quemada es muy complicado, la rentabilidad es baja y no hay posibilidad de mejora. Varios de los campos quemados, están fuera de producción. Así los lotes están con pastos finos, que arden fácilmente y esto hizo que el fuego fuera difícil de controlar”, agregó.
Otras opiniones
Matías “Cucho” Iriarte, productor ganadero del Istmo de Ameghino, corrió de atrás al fuego durante todos los días en que se mantuvo vivo. Logró que los incendios, tras cortarle el paso, llegará hasta las puerta de su establecimiento y comentó: “El fuego se desarrolló en unos 60 km de ancho. En la entrada del Istmo Ameghino. Yo no tuve perdida, mis vecinos no corrieron con la misma suerte. En mi caso logramos evitarlo gracias al clima, a la suerte, y a la labor de la gente de Vialidad Provincial. Así que lo tuve en la puerta. Lo trabajamos y frenamos a lo largo de una línea de 40 km. Se quemaron unas 80 a 90 mil hectáreas. Desde El Riacho hasta la Isla de los Pájaros. Próximo a Punta Quiroga. En un triángulo entre las rutas 3, 2 y 1″.
Iriarte manifestó también que “tuvimos viento de los cuatro puntos cardinales, y eso movió siempre las llamas y favorecido por vientos de 20 a 80 km por hora. Por el clima, los horarios para atacar el fuego son desde la primera hora de la mañana o a última hora de la tarde. En la zona perdimos ganado, principalmente ovejas. Estuvo a las puertas de entrar en Valdés. Gracias a los bomberos y a Vialidad de Chubut: más allá de esto, el fuego puso en evidencia las falencias que tenemos para coordinar el trabajo para enfrentar los focos” que se fueron generando a lo largo de esta última semana.