Comodoro Rivadavia

Salud mental: 300 pacientes y los médicos sobreviven sin recursos y al borde del colapso

El pasado 14 de julio, el equipo de psiquiatras del Servicio de Salud Mental del Hospital Regional de Comodoro Rivadavia emitió un comunicado anunciando su inminente renuncia si no se realizan las modificaciones pertinentes para evitar un colapso.

Los psiquiatras que conforman el equipo sostuvieron que se sienten sobrecargados ante el aumento de consultas y la falta de recurso humano, y que de no tener respuestas por parte de los directivos del Hospital Regional, presentarían sus renuncias. A ello se suma una demanda salarial por la falta de reconocimiento de retribuciones del Convenio Colectivo de Trabajo.

«Se modificaron las formas de trabajo, se nos destinó a otros dispositivos y con esto también las condiciones laborales; en todos los casos y con el fin de ser colaborativos con la situación, flexibilizamos para dar atención a la demanda del sistema», expresa el comunicado.

Denuncian las «decisiones arbitrarias» de Eduardo Wasserman y revelan que no se cumplió con la incorporación de más profesionales para sostener la demanda.

«Pese a esto, hemos intentado sostener en los últimos meses la atención con gran esfuerzo y vocación, y en desmedro de nuestra salud», agregaron, y dijeron sentirse «acorralados, desvalorizados», con la única opción viable de la renuncia.

El Área Programática de Comodoro Rivadavia es el único servicio de Salud Mental disponible en toda la región. El equipo, cada vez más pequeño, atiende a pacientes de varias localidades provinciales.

La denuncia de los profesionales de psiquiatría es la punta del iceberg de un sistema colapsado que deja a un servicio esencial sin recursos, mientras la demanda de pacientes sigue creciendo.

La crisis en pandemia

En octubre del 2020 el área de Salud Mental ya peligraba a raíz de la pandemia. En ese momento se anunció el cierre del Servicio de Internación debido a la sobrecarga del sistema, la falta de camas y recurso humano disponible. Los usuarios del servicio serían trasladados de la internación a un dispositivo a 8 kilómetros de la ciudad, dispuesto especialmente para tal objetivo. La medida violaba la legislación provincial y nacional en materia de Salud Mental, que establece que las internaciones deben realizarse como último recurso y en hospitales.

La decisión finalmente no fue consumada, pero la crisis en el área se intensificó considerablemente. La pandemia no sólo provocó la falta de recursos sino el aumento de pacientes menores de edad y usuarios del sistema con crecientes problemas de ansiedad.

Actualmente atienden entre 250 y 300 pacientes, algunos de los cuales permanecen en tratamiento o recurren al servicio de manera constante. Durante la pandemia aumentaron las consultas de pacientes menores de edad, con un promedio que bajó a los 14 años y demandan atención específica para problemáticas vinculadas a las adicciones, la ansiedad o la autoagresión.

Los profesionales aún no han recibido respuestas concretas sobre las acciones a futuro para salvaguardar la salud y la labor del equipo y garantizar la atención médica. Exigen, fundamentalmente, que la atención sea descentralizada y que se fortalezca la atención en el ámbito comunitario.

«Hacen lo que pueden con lo que tienen»

En diálogo con El Extremo Sur, una paciente del área de Salud Mental del Hospital Regional detalló su paso por el servicio, reconociendo la sobrecarga de profesionales y la ausencia de presupuesto estatal: «Hacen lo que pueden con lo que tienen. Se nota la falta de recursos, de inversión, de personal. Antes tenían enfermeros que hacían de secretarios, pero con el recorte de presupuesto los sacaron».

Según relata, es evidente que los profesionales «trabajan en un ambiente laboral desbordado, con una sobreexplotación del personal con la que apenas pueden contener la cantidad de pacientes».

Subrayó las dificultades surgidas a partir de la pandemia, un momento arduo para quienes sufren problemas de ansiedad y depresión, padecimientos que se profundizaron con el aislamiento, las medidas preventivas y el colapso del sistema sanitario.

«El encierro nos incrementó los problemas de ansiedad y depresión. Como pacientes, solemos exigir mucho a esa área», expresó, y dijo que los reclamos urgentes de quienes se atienden en Salud Mental son la creación de espacios de contención y la entrega de medicamentos, que en farmacias a veces tardan hasta dos o tres semanas en estar disponibles. Se trata, además, de un tipo de medicación que no puede ser interrumpida de manera abrupta.

Confiesa que se siente una «privilegiada» al tener una red de contención por fuera del Hospital, pero reconoce que no es la realidad de la mayoría. «Muchos dependen sí o sí del Hospital. Y se nota la ausencia de intervención del Estado. Priorizan otras cosas, como si no importara. Pero Salud Mental también salva vidas», concluye.

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