En la constante búsqueda de alternativas naturales para prevenir enfermedades cardiovasculares, un alimento de uso cotidiano se posiciona como un componente esencial de las dietas de aquellos que busquen beneficios para la salud del corazón.
El tomate, también conocido como jitomate, es un fruto versátil y delicioso, presente en las cocinas de todo el mundo y, a su vez, un poderoso aliado para prevenir trastornos circulatorios y cardiovasculares.
Los tomates son una gran fuente de vitamina C y E, potasio y fibra. Son ricos también en licopeno, que se asocia con la reducción del riesgo de enfermedad cardíaca. Entonces, la incorporación de esta fruta en la dieta diaria, ya sea cruda, cocida, en preparaciones y sopas, representa una estrategia sencilla y efectiva para potenciar la salud cardiovascular.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el consumo de tomate y detalla que 80 gramos de esta fruta equivale a una de las cinco porciones de frutas y verduras al día que aconseja como parte de una dieta saludable.
Cuál es la fruta que ayuda a mejorar la circulación sanguínea
El nombre científico del tomate es Lycopersicum esculentum y forma parte de la familia de las solanáceas. También tiene un nombre que proviene del idioma náhuatl -tomat-, que significa fruto de agua. Sin embargo, es popular y mundialmente conocido como tomate o jitomate y ayuda a mejorar la circulación sanguínea.
Ayudan a mantener a raya la circulación sanguínea porque contienen un carotenoide clave llamado licopeno. Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el licopeno es un antioxidante natural utilizado para prevenir trastornos de la salud humana, entre los que se encuentran las complicaciones cardíacas.
Los antioxidantes del tomate puede ayudar a proteger las arterias, así como su alto contenido de fibra contribuye a reducir el colesterol malo.
Según un artículo de la American Association of Retired Persons (AARP) -una organización sin fines de lucro dedicada a mejorar la calidad de vida y la salud de las personas mayores de 50 años- la ingesta de tomate ayuda a reducir la presión arterial y el espesor de la sangre, evitando la acumulación de placas que pueden ocasionar coágulos. Es decir, el tomate actúa como anticoagulante, mejorando el retorno venoso, previniendo várices y arañitas.
El consumo del tomate “está asociado a un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares” y puede estar asociado también “a un menor índice de enfermedad coronaria”, explica Gemma Chiva-Blanch, profesora de Nutrición de la Universidad Abierta de Cataluña, en un artículo publicado en la revista The Conversation.