La causa prescribió con tres pesquisas acumuladas. Todos los datos disponibles confluyen en el rastro de un sicario bonaerense que tuvo apoyo local para ejecutar al periodista por encargo. A 25 años, reflexiones de protagonistas del expediente y un reclamo que espera en la CIDH.
Tiempo que pasa, verdad que huye.
Lo repiten jueces, fiscales, defensores, policías, abogados.
Lo saben ladrones y asesinos.
Este lunes 13 de mayo se cumplen 25 años del crimen impune del periodista Ricardo Gangeme en pleno centro de Trelew, el homicidio de mayor trascendencia en la historia local.
Al caso todavía le queda una noticia: la decisión que tome la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
El dato pasó desapercibido pero en marzo de 2023 ese organismo internacional declaró admisible el reclamo de Pablo, el hijo del periodista, por las irregularidades y manipulaciones de la fracasada investigación original.
El expediente ingresó a la CIDH en junio de 2009 y tardó 14 años en ser admitido. Quién sabe cuánto más puede tardar en dar su conclusión. Lo más probable es que sancione al Estado argentino por lo que no hizo y por lo que hizo mal en el expediente.
A un cuarto de siglo del asesinato, los datos disponibles confluyen en el crimen por encargo a manos de un killer bonaerense.
En 1998 y 1999 la Policía del Chubut tuvo dos advertencias sobre la presencia en la provincia de un “pesado” prófugo de la Justicia de la provincia de Buenos Aires, que llegaba al sur del país para ejecutar un delito que por su magnitud los hampones locales no podrían terminar. Era Martín Laurindo Vélez Galván y el operativo era matar a Gangeme, exdirector de Jornada y de El Informador Chubutense.
Al periodista lo siguieron desde su última cena, en la Asociación Mutual de Empleados Provinciales en Rawson. La medianoche del 12 de mayo de 1999 un policía de civil lo esperó en la Escuela 5, detrás del busto en la vereda. Cuando Gangeme llegó, lo marcó. Se cree que la víctima conocía al policía y por eso bajó su ventanilla mientras maniobraba para estacionar en la vereda del edificio Albemar, Mitre casi San Martín. Entonces recibió el disparo calibre 38 en la cabeza, sobre su ojo izquierdo. Eran la 1.15 del 13 de mayo.
La primera pesquisa fue del juez Florencio Minatta. Llevó a juicio a Gustavo Fabián Smith como autor material; a Daniel Vitti como instigador y a Alejandro Zabala como partícipe. Fueron absueltos.
Hubo dos intentos más: la pesquisa que por orden del fiscal Ricardo Basílico comandó la Policía Judicial de Claudio Rojas en 2007/8, y el tramo que manejaron los fiscales Fernando Rivarola y Mirtha Moreno en 2010, que archivó los 15 cuerpos.
“Pasaron cosas raras”
En el juicio oral y público, Fabián Gabalachis defendió a Vitti y a Zabala. “Fue un juicio atípico, con un condimento mediático muy importante y conjeturas de todo tipo y color”, recuerda hoy en su estudio de Trelew. Tanta expectativa “implicó que pasen cosas anormales”.
El fiscal fue Ricardo Vázquez Pellegrini. “Tenía un caso muy endeble, muy frágil y débil, pero el clamor popular y la trascendencia implicaban que de ninguna manera podía cesar de acusar. Insistió y fue un tanto caprichoso”.
“Pasaron cosas muy raras”, dijo Gabalachis. Su ejemplo es Jorge “Turco” Castillo. “De la noche a la mañana este testigo estrella generó detenciones. Era un preso cuyo defensor oficial había intentado una serie de excarcelaciones y todas habían fracasado”. Hasta que repentinamente fue sobreseído. “La casualidad es que el día que queda sobreseído, declara para incriminar a otras personas. Quedó flotando la sospecha de que esa declaración no fue sincera sino a cambio del sobreseimiento”. El entonces defensor público Mariano Miquelarena denunció este presunto acuerdo.
“Universo de enemigos”
Según Gabalachis, “sin duda había otros caminos” para investigar el crimen. No se siguieron. “Se daba una situación muy particular porque la víctima reunía dos calidades: era periodista y la información que brindaba molestaba a mucha gente. El universo de enemigos que tenía Gangeme de gente dolida generaba que las hipótesis del móvil fueran muy amplias. Esto dificultó la investigación”.
-¿Cómo fue posible un crimen así?
-Pasaron 25 años y la tecnología varió sustancialmente. Hoy tenemos evidencias genéticas y ubicación de teléfonos, por ejemplo. Uno supone que para cometer un crimen, lo aconsejable no sería en pleno centro. Sin embargo este caso demuestra que fue la manera más eficaz porque nunca se pudo dar con los autores.
-De sus charlas con Vitti y Zabala, ¿hay datos que nunca podrá contar?
-No. Siempre la tuve la inquietud personal de qué había sucedido. Mi conclusión fue que esta gente no tenía nada que ver. Tuvimos charlas y alguno de ellos estuvo involucrado en otros inconvenientes con la ley penal. Pero nunca vi el mínimo dato de que hayan tenido alguna intervención.
-¿Cuál es su hipótesis?
-Al día de hoy no tengo un camino cierto. Estoy totalmente desconcertado. El colega y amigo José Orlando Romero estaba en el mismo camino y nos juntábamos para tratar de dilucidar esto. Nunca pudimos y nunca tuvimos un dato cierto.
Versión Rivarola
Junto con Mirta Moreno, el fiscal Fernando Rivarola fue designado por el procurador general Jorge Miquelarena para un último intento de esclarecer el crimen. El comisario Claudio Rojas, a cargo de la Policía Judicial, había encontrado la nueva línea de investigación vinculada al sicario.
“Se trabajó con las dificultades de retomar un caso del que habían pasado unos cuantos años. Fui convocado para formar un equipo y para tener más de una mirada –graficó-. Tuvimos que digitalizar todo el viejo expediente”.
Verificaron que Martín Vélez Galván estaba fallecido. “Corroboramos que había estado en nuestra zona, que había estado alojado en la Unidad 6, que había tenido contacto personal directo con algunos de los que habían sido imputados y otros mencionados, con antecedentes importantes”.
Esas conexiones y vínculos carcelarios llevaron al equipo a Comodoro Rivadavia, donde hubo más entrevistas. “Los datos no eran asertivos –aclaró el fiscal-, nunca tuvimos una prueba objetiva, directa y concreta que nos permitiera decir `Dimos con el autor aunque esté fallecido´”.
Rivarola explicó que “algunos testimonios que decían que esta persona había manifestado que había sido el autor tenían algún asidero, pero prueba para imputar, no”. La propia madre de Vélez Galván les confirmó su muerte en un accidente de tránsito.
-¿Notó algo en especial al revisar el expediente original?
-Uno advertía que en los primeros momentos de la investigación hubo un policía que hizo una tarea muy correcta. Y hubo un rastrillaje un tanto improvisado, porque siempre es así. Sí tengo presente que de acuerdo con los datos de la reconstrucción de los primeros movimientos, el autor (caminando por Mitre) dobló por Roca para un lado y un patrullerodobló para el otro lado por indicación de alguien y eso impidió que lo aprehendiera a 150 metros del lugar del hecho. Ese dato me quedó.
Consecuencias
Cauteloso en su valoración, Rivarola le dijo a Jornada que “analizando las pruebas no vi un material probatorio robusto con la gente que se llevó a juicio, por lo que el resultado era esperable. Tampoco con la otra línea de investigación”. Sí subrayó que por su formato “el hecho tiene características de haber sido por encargo”.
-¿Y sobre las motivaciones?
-Era un hombre que había generado muchos conflictos a nivel local. Su actividad periodística era inquietante para algunos sectores de la población. Invadía la intimidad con algunas de sus publicaciones y probablemente haya generado muchos rencores y molestias, pero por supuesto nada justifica lo sucedido. Indudablemente su actividad periodística generaba molestias. Enfrentarse con el poder siempre genera alguna consecuencia.
Según Rivarola, “intentar comprobar un homicidio que requiere mucho de prueba material después de tantos años es casi una misión imposible. A lo único que se puede recurrir en esta situación es a lo testimonial. Y no había un testigo presencial concreto y directo”.
“Hubo que absolver”
Sin ser amigos, Roberto Portela compartió un par de cafés y de charlas con Ricardo Gangeme en Vittorio, la confitería que estaba junto al Cine Coliseo en el Trelew de esos años. Jamás imaginó que sería el juez de su crimen junto con Daniel Rebagliati Russell y el ya fallecido Ángel Di Nardo. “Era conversador, encarador, sociable”, recordó al periodista.
“Fue un debate muy complicado, con un gran esfuerzo en la investigación original. Había varias hipótesis, algunas se descartaron, otras quedaron flotando”.
Ya jubilado, sentado en su oficina de su casa en Trelew, recordó que no se pudo concluir con certeza si la bala coincidía con el arma secuestradas. “Para una condena necesito pruebas contundentes que avalen en forma fehaciente y precisa que el imputado es el culpable. Si hay una duda, rige el beneficio para el acusado. No se pudo destruir el principio de inocencia y hubo que absolver”.
Portela explicó que en ese proceso “en lo subjetivo uno internalizó todo lo que iba pasando, las miradas, las formas, si un testigo transpira o no, la vehemencia con la que declaran para formar tu pronunciamiento”.
“Tenemos subjetividad y el deseo de hacer justicia. Cuando llegás al final recopilás todos los elementos para escribir las conclusiones. Cuando la conclusión es única, tomás la determinación. Pero cuando decís: `Uno más uno no es dos`, ahí hay dudas y es cuando no tenés la certeza y no podés probar en forma contundente que es el autor del hecho. No te queda otra que absolver”.
Al exjuez no lo convenció la hipótesis del fiscal Ricardo Vázquez Pellegrini, ya fallecido. “Hubo una manipulación del arma que pasó de una persona a otra y después apareció; el plomo también tuvo problemas y por eso se buscó la ayuda de un experto científico del Balseiro. Todos los esfuerzos fueron inútiles”.
“Algo falló”
-¿Recibió algún llamado?
-No, en mi larga carrera nunca recibí un llamado de nadie. Tampoco lo hubiera aceptado. Soy un reo de la vida, pude haber cometido errores pero jamás recibí una llamada.
Aunque niega presiones explícitas, Portela sí admite que sintió la mirada de los otros en el rol que ocupó. “Uno no es un zombi. Convive con los vecinos, sale a la calle, conversa, le hacen preguntas y lo conocen todos”.
-¿Cómo pudo ser posible un crimen así?
-Es la pregunta del millón. ¿Cómo es posible que desde la justicia no hayamos podido todavía dilucidar el caso? Es lo más preocupante. No sabemos autores ni motivaciones.
-Durante el juicio, ¿sintió que había elementos cercanos a la verdad pero que no se terminaban de probar?
-Hay sensaciones. Uno lo percibe pero no se perfeccionó como para demostrarlo. Hubo mucho esfuerzo para tratar de buscar pero en las hipótesis seguidas por la investigación no se llegó a buen puerto y la causa se elevó con esa deficiencia. Quedan cosas flotando, en la nebulosa. Hay cosas que van más allá de todo el esfuerzo del Estado de poder investigar; indudablemente en algo hemos fallado pero el esfuerzo se hizo porque era un desafío para todos.
-Pero en algo se falló…
-Y…puede ser, sí, algo falló…¿qué pudo haber fallado? No lo sé. Yo sé que de la parte de la Cámara Penal se hizo todo el esfuerzo posible. Falló algo que diera luz. Muchas veces cuando llegás a desatar el nudo del paquete encontrás todo. Acá uno desataba el paquete y faltaban elementos, no se podía llegar a esa conclusión a la que en muchos casos se llega. Acá no se pudo.
Duda de 25 años
-Suele decirse que no existe el crimen perfecto…
-Es una duda. Cuando se descubre, se dice que el crimen perfecto no existe. Los seres humanos somos limitados, no somos dioses, somos perfectibles e imperfectos. Ojalá tuviera la bola de cristal y la capacidad de reproducir todo como una película: éste estuvo, éste no, éste estuvo cerca del café, éste el vecino que miraba de arriba y escuchó el tiro, ¿los vecinos miraron? Y si vieron, ¿qué vieron? Hay cosas que a lo mejor no se reprodujeron en el expediente porque también hay gente que posiblemente no haya querido participar. Había una soledad total. ¿Había gente caminando? ¿No hubo ningún vecino que haya escuchado nada? ¿Nadie en ese momento abrió la ventanaa ver qué pasó? Es la duda que uno tiene. Un tiro de un 38 tiene una explosión importante. Son las partes de misterio que no se pudo develar.
-Gangeme fue un peso pesado, ¿cree que fue un crimen individual o con una organización detrás?
-No lo sé. Siempre detrás de esto aparece lo impensable o el sobredimensionar las cosas.
¿Fue la obra de alguien solo o algo mucho más organizado? No se pudo probar. Muchas veces lo imposible o impensado es lo que se da. Es una duda que hace 25 años está dando vueltas.
“Se contrató un sicario”
El procurador general Jorge Miquelarena fue quien decidió reabrir la causa y eligió a los fiscales Rivarola y Moreno. Tuvieron cercado a Vélez Galván. Mientras más se acercaban a su paradero, el buscado se mató en un accidente de tránsito.
“Se analizó todo el expediente que había fracasado en el primer intento de hallar culpables y se empezó una investigación apremiados por los tiempos, porque nos corría el plazo de prescripción”, recordó con Jornada.
“Concluimos que evidentemente se había contratado un sicario de provincia de Buenos Aires, que había sido traído a Trelew y había ejecutado el crimen por encargo en pleno centro y que el mismo día o al otro fue trasladado a Comodoro Rivadavia”, confirmó Miquelarena.
En el sur petrolero, Vélez Galván tuvo un altercado vecinal y fue denunciado, identificado y detenido el 15 de mayo, dos días después del crimen. “Tenía pedidos de captura, fue puesto a disposición de su Juzgado y se volvió. Nunca en ese momento se lo relacionó con Gangeme. Cuando dimos con él y lo teníamos individualizado para tomar alguna acción concreta, se había matado en un accidente de tránsito meses antes”.
El procurador lamentó que “ahí definitivamente se nos cayó la última posibilidad de empezar a tirar de la cuerda y de dar con quienes lo habían contratado, porque si vino fue por encargo de alguien, no porque tuviera un problema personal con Gangeme”.
“Cuando arrancamos la pesquisa evidentemente estaba vivo pero no lo tuvimos identificado hasta que cerramos todo el círculo”, describió.
“Hubo ayuda local”
-¿Se encontraron con los mismos nombres de la primera investigación?
-Sí, se creía que habían hecho un trabajo de logística local. Evidentemente si viene una persona de afuera, tengo dudas de que conociera la ciudad. Hay ayuda local para un hecho de esa naturaleza, sabían perfectamente los movimientos de Gangeme, dónde vivía y a qué hora podía llegar. Pero lamentablemente al no tener al autor material se complica muchísimo el resto de la investigación.
En más de una charla, Miquelarena le explicó la pista a Pablo Gangeme. “Le dije que nuestra intención era tratar de dar con los responsables, volcamos todo lo que pudimos para tratar de hacerlo porque eran hechos muy anteriores a nuestra gestión y habían pasado varios años, pero mientras estuviera viva la acción penal y pudiéramos hacer algo, lo íbamos a intentar”.
-Pleno centro, a metros de la Policía, a la vista de cualquiera, ¿cómo fue qué sucedió esto?
-Es evidente que esto no pudo ser obra de un solo sujeto foráneo. Hubo un trabajo de inteligencia previa seguramente con mano de obra local; se hablo mucho de una suerte de zona liberada. Ese juicio fracasó porque hubo absoluciones y cuando retomamos debíamos tratar de buscar otras hipótesis y otros responsables que no fueran los mismos. En este buscar nuevas líneas dimos con quien creíamos que tenía responsabilidad directa.
-Supongamos que Galván hubiese estado vivo, ¿tenían elementos para detenerlo de inmediato?
-Sí, claro. Lo íbamos a imputar con algunos testimonios. Y a partir de ahí contaríamos los 6 meses de investigación.
-¿El financiamiento fue local?
-No lo sé, sí sé que Gangeme no tenía pocos enemigos. Es probable que haya sido local porque gran parte de esos enemigos, algunos declarados y otros no tanto, son personas del ámbito local, por cosas que escribía o que decía. Por lo que fuere, no viene al caso justificar los enemigos.
-Un dato clave del primer juicio es que no se pudo vincular la bala con el arma secuestradas…
-Además la bala se lavó, algo realmente insólito que no resiste ningún análisis. ¿A quién se le ocurre lavar un proyectil cuando tiene muestras genéticas que se pueden sacar?
La verdad
“La mejor manera de sanar la historia sería que se sepa la verdad y quiénes estuvieron involucrados. Mi viejo no va a volver y todo lo que me perdí de vivir con él estos 25 años no lo voy a tener nunca”.
Tranquilo por haber hecho todo, en su charla con Jornada Pablo Gangeme tiene la emoción en la piel a un cuarto de siglo del crimen de su padre.
“La verdad es que hay veces que no caigo por perder a un ser querido de esa manera. Yo tenía 23 años. Mi viejo tenía una historia importante y tuve poco tiempo para aprender de él. Me quedó mucho por aprender. Me enseñaba todo el tiempo, a su manera particular, muy de la época de antes. Como era en el laburo, era conmigo. Con 25 años fue el director más joven de Crónica. Es un orgullo haberlo tenido y me marcó para bien en muchas cosas”.
-Pasaron tres investigaciones, ¿considerás que sabés la verdad?
-Sí, totalmente. En Chubut había una interna muy grande de todos los poderes y de los medios. El único que se movió fui yo desde el día uno, que viajé a ver todo. Leí toda la causa, la hice ver por personas distintas, me reuní con gente que estuvo en el proceso y con otra que sabía mucho más, más lo que averigüé por los que se me acercaron. Conecté todo lo que tenía, lo me decían y lo que vi.
-¿Tu teoría es la del sicario?
-Hay cosas que se dijeron que en parte son ciertas. Sé que vivía en Buenos Aires y que la Policía sabía que había una persona para algo grande. Los medios dijeron muchas cosas que no eran verdad y metieron testigos a decir cualquier cosa. Mi viejo tenía mucha información y documentación pero cuando ves lo secuestrado era una caja de zapatos y te das cuenta que todo eso se perdió.
-O sea que te inclinás por la autoría de Vélez Galván…
-Sí. Dijeron muchas cosas que nada que ver por internas de allá que no tenían que ver con mi viejo. La causa siempre se usó para eso. Yo sabía cómo jugaba cada uno en los medios y en la justicia. Siempre me mantuve en querer saber la verdad. Es lo único que me movía, no otra cosa. Es un caso complicado, muy politizado y usado. Yo tenía 23 años, era un pibe sin idea de nada. Creo que no me manejé mal porque llegué a hacer cosas que no son fáciles de lograr.
El precio
Sobre las pesquisas, Gangeme hijo considera que la Justicia no se interesó en gente que tenía datos importantes. “Y hay gente que incurrió en falso testimonio. Hubo gente que dijo cualquier cosa y otra que sabía cosas, las dijo y no se los tuvo en cuenta”.
Gangeme advierte que todos sus dichos están verificados en el expediente. “No digo cosas que no estén dentro de la causa. La tengo en mi cabeza y me baso en lo que se puede comprobar. Así hago la cronología de lo que pasó. Hubo gente que no tenía ningún vínculo, vio cosas y las dijo. Y no iban a decir algo sólo por decirlo”.
La CIDH admitió el reclamo de Pablo contra el Estado Argentino por las irregularidades y la manipulación de la investigación. En cualquier momento decidirá. “Fue un trabajo enorme y estaba solo. Puedo sentir que logré algo. Si no lograba a saber algo era mi responsabilidad. Era un peso personal importante”.
Aunque fue amenazado, nunca tuvo miedo. “Me movilizaba lo que había pasado, que me hayan sacado a mi viejo de esa manera, haberlo visto con un tiro en la cabeza. No hubiese podido estar el resto de la vida pensando en que no hice nada. Por eso tomé la posta”.
-¿Cuándo la CIDH decida vas a dartodo por cerrado?
-Con todo lo que tuve que hacer y atravesar, sería tener al menos el reconocimiento de que hicieron las cosas mal y de que está todo probado. Lo que pasó siempre lo voy a llevar conmigo y me gustaría que no le pase a nadie más. Todos los involucrados siguieron su vida normal y eso no es justo. Que al menos se sepa la verdad para mí tiene un precio enorme.