Estado eléctrico Netflix 2025. El próximo 14 de marzo, Netflix contará en su catálogo con una película que produce una expectativa acorde a la millonaria inversión que requirió su producción. Se trata de «Estado eléctrico», un film de ciencia ficción protagonizado por Millie Bobby Brown.
Netflix parece dispuesto a arrebatarle la posición hegemónica a los cines en lo que a superproducciones refiere y quiere romper el mercado con el estreno de «Estado eléctrico», una película con un presupuesto de 320 millones de dólares.
Este espectáculo de ciencia ficción se convirtió en la película más cara en la historia de la plataforma, superando con mucho los 200 millones que costaron tanto «Alerta roja» como «El agente invisible».
Dado que, con semejante suma de dinero invertida, Netflix no se puede permitir el fracaso, el objetivo primordial del servicio de streaming es destrozar el récord de 230,9 millones de visualizaciones en 91 días de «Alerta Roja» para así encabezar la lista de las películas más vistas de Netflix, publicó Canal26.
Por qué «Estado eléctrico» requirió tanta inversión y de qué se trata
El abultado costo de la película se debe a que cuenta con un reparto repleto de actores conocidos. Con Chris Pratt entre los más reconocidos, también se podrá ver a Stanley Tucci, Ke Huy Quan, Giancarlo Esposito, Holly Hunter o Jason Alexander.
Además, dando voz a diferentes robots, estarán Woody Harrelson, Anthony Mackie, Brian Cox, Colman Domingo o Alan Tudyk. Reunirlos a todos no es nada barato.
En cuanto al desarrollo de la película, está ambientada en una versión alternativa de los Estados Unidos a finales del siglo XX. La historia sigue el viaje de una joven llamada Michelle que está en búsqueda de su hermano pequeño junto a su misterioso compañero, un pequeño dron amarillo, a través de un paisaje desolado y plagado de ruinas tecnológicas.
El relato se desarrolla en un mundo donde la tecnología avanzó de manera descontrolada y la sociedad colapsó bajo el peso de una realidad virtual. Enormes estructuras mecánicas, parecidas a robots gigantes, permanecen abandonadas en las rutas y ciudades mientras un extraño sistema de cascos de realidad aumentada sumió a la población en una existencia desconectada de lo tangible.
A lo largo de su travesía, Michelle encuentra rastros de lo que una vez fue la vida cotidiana: tiendas vacías, estaciones de servicio cubiertas de polvo y casas que aún conservan huellas de quienes vivieron en ellas. A través de estos lugares, la historia deja entrever el impacto de la realidad virtual y los sistemas automatizados en la sociedad, mostrando cómo las interacciones humanas fueron reemplazadas por experiencias digitales cada vez más absorbentes.