Conarpesa. “Sí, la idea es vender”, dijo Fernando Álvarez Castellano. No lo dudó, no titubeó. El presidente de Conarpesa confirmó que está dispuesto a desprenderse de la empresa que lideró durante décadas.
Reveló que ya mantiene conversaciones con posibles compradores. Entre ellos, la firma española WOFCO, que actualmente posee una parte de la compañía. También apareció un fondo internacional con interés de adquirir la totalidad del paquete accionario, según publicó Lu17.
Aclaró que no se trata de una venta apurada ni improvisada. Dijo que se encuentra en una etapa de transición personal y profesional. “Estoy trabajando activamente para que se venda”, aseguró, y agregó que su objetivo no es otro que ordenar el proceso de salida para que la empresa continúe funcionando, crezca, y conserve sus valores y su estructura.
WOFCO ya es parte de Conarpesa. Actualmente posee el 42% de la compañía. Esa parte pertenecía originalmente a los hermanos de Álvarez Castellano. El resto de las acciones le pertenece en forma directa. “La empresa es mía y yo la manejo”, afirmó. Comentó que sus socios lo acompañan en esta nueva etapa y que lo respaldan en las decisiones estratégicas que está tomando para el futuro.
Además de WOFCO, hay un nuevo actor en escena. Se trata de un fondo inversor que, según contó, llegará al país en los próximos días. “Vamos a entrar en conversaciones serias con ellos”, adelantó. Afirmó que estos interesados tienen intención de comprar toda la sociedad. No solo la parte que aún está en sus manos, sino también el porcentaje que controla WOFCO. De concretarse, el cambio sería completo.
Aseguró que no busca deshacerse de Conarpesa por cansancio o desilusión. Muy por el contrario. “Quiero vender bien, en valor, y a alguien lógico”, explicó. Dijo que busca un comprador que entienda el negocio, que respete a la gente, que potencie la estructura y que garantice continuidad. Su mirada está puesta en el largo plazo.
Contó que, en caso de concretarse la operación, él seguiría en funciones. No como dueño, sino como ejecutivo. “Me comprometería a estar al frente como un CEO normal, cobrando un sueldo”, detalló. Su intención es asegurar una transición ordenada. Que el traspaso no impacte negativamente en los trabajadores ni en los clientes. Y que el nuevo liderazgo se consolide con su apoyo.
Dijo que su decisión está vinculada también a razones personales. Quiere empezar a soltar, sin poner en riesgo lo construido. Habló con claridad de su familia. “Tengo familia y quiero que estén tranquilos”, dijo. Contó que su hija no tiene interés en el negocio y que no desea que cargue con una responsabilidad que no le pertenece.
“Mi hija es vegana, no come carne ni pescado. No tiene nada que ver con esto”, explicó con ternura. Dijo que no desea dejarle una mochila pesada. Que no busca convertir la empresa en una herencia obligada. Prefiere cerrar un ciclo con responsabilidad y sentido común. “No pinto nada si ella no quiere estar”, reconoció.
Álvarez Castellano recordó que su decisión no es nueva. “Antes de que muriera mi papá, ya le había dicho que yo no iba a heredar nada”, contó. Desde hace años tiene claro que su salida es parte del camino. Por eso ahora busca una salida firme, con proyección y cuidado. No quiere dejar nada librado al azar.
Valoró todo lo que logró con Conarpesa. Reconoció que la empresa es fuerte, estable y reconocida. Dijo que está en una buena posición para atraer inversión. Pero también advirtió que los desafíos del sector son cada vez más complejos. “Hay que tener espalda para lo que viene”, remarcó.
Contó que otras empresas ya no aguantan. Que muchas, incluso más grandes, están en manos extranjeras y acumulan pérdidas. Dijo que el mercado es cada vez más difícil. Las ventas se caen, los precios bajan, los costos suben. En ese escenario, una inyección de capital podría ser la llave para sostener la estructura y evitar retrocesos.
Afirmó que la empresa no está en venta por necesidad, sino por planificación. “No necesito vender, pero quiero hacerlo en el momento justo”, explicó. Dijo que si encuentra un comprador que entienda el negocio, que valore lo hecho, y que proyecte a futuro, el acuerdo será posible. No busca un mejor postor, sino un socio serio.
Habló de sus trabajadores con respeto. Dijo que no quiere dejarlos en manos de improvisados. Que la gente que lo acompañó durante años merece seguir en un lugar digno. “Yo quiero que cuando me vaya digan: nos dejó bien, no nos tiró a la buena de Dios”, aseguró. Esa es su verdadera meta.
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Rechazó versiones que hablaron de vaciamiento o cierre. Dijo que la venta es para fortalecer la empresa, no para debilitarla. “Esto es para que la compañía crezca más, no menos”, remarcó. Y que no hay espacio para la improvisación. Todo se va a hacer con orden, con números sobre la mesa y con un plan serio.
El empresario insistió en que sigue al frente mientras todo se define. Dijo que no tiene apuro, pero sí decisión. Que este es el camino natural, que toda empresa necesita renovarse. Y que después de décadas, su ciclo como dueño está llegando a su fin. “Yo me voy, pero quiero dejar todo ordenado”, cerró.