Marcos Bulgheroni, CEO de Pan American Energy Group, trazó un recorrido contundente sobre el desarrollo del petróleo no convencional en Argentina, señalando a Vaca Muerta como el proyecto industrial más relevante de las últimas décadas. Desde su descubrimiento en 2011 hasta convertirse en una plataforma clave para la reindustrialización y generación de divisas, el shale argentino ya no es una promesa: es una realidad con impacto global.
Vaca Muerta y el shale argentino como proyecto industrial clave
El hallazgo de casi 1.000 millones de barriles equivalentes de petróleo y gas en Vaca Muerta marcó un antes y un después. En 2013, el acuerdo YPF–Chevron dio inicio a la perforación a escala industrial, y desde entonces, la inversión acumulada supera los 50 mil millones de dólares. Hoy, más de 2.000 pozos operativos —83% horizontales— reflejan el salto tecnológico de una industria que supo innovar, competir y evolucionar.
La infraestructura también acompañó: oleoductos, gasoductos y puertos se expandieron para llevar los recursos desde la roca hasta los hogares e industrias. Vaca Muerta representa el 60% del petróleo y gas producido en el país, y su impacto se extiende a la generación de empleo, el dinamismo regional y la mejora de la balanza comercial energética.
Inversión, tecnología y crecimiento acelerado
Pero el horizonte no termina allí. Pan American Energy apuesta al desarrollo no convencional en Cerro Dragón, en la cuenca del Golfo San Jorge, y otras compañías como YPF y CGC avanzan en la Cuenca Austral. La visión es clara: replicar el modelo de Vaca Muerta en otras regiones del país.
En un contexto internacional volátil, con precios presionados y competencia creciente, Argentina tiene una ventaja concreta en el gas natural. Su menor huella de carbono y flexibilidad lo posicionan como pilar de la transición energética. Exportar GNL no solo generará divisas, sino que impulsará nuevas industrias y oportunidades productivas.
Nuevas cuencas y oportunidades estratégicas
Bulgheroni subraya que el desarrollo del no convencional exige un compromiso colectivo: inversión privada sostenida, reglas claras desde el Estado y colaboración sindical. “Si no avanzamos juntos, no solo perderemos una oportunidad, sino también la posibilidad de transformar estructuralmente nuestra economía”, afirmó.
Con Vaca Muerta, Cerro Dragón y la Cuenca Austral como motores, Argentina tiene la posibilidad real de convertirse en un exportador estructural de energía. El mundo no espera, y el país está ante una oportunidad histórica de consolidar su liderazgo energético.