Vivir sin gluten. En Argentina, las estadísticas indican que 1 de cada 167 personas adultas son celíacas, mientras que en niños la prevalencia asciende a 1 de cada 79. En el Día Internacional de la Enfermedad Celíaca, consejos y recetas para que comer rico, no tenga límites.
Cada 06 de mayo se conmemora, en todo el mundo, el Día Internacional de la Enfermedad Celíaca (EC). Esta fecha, instaurada conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Asociaciones de Enfermos Celíacos (FACE) en honor al pediatra holandés Willem-Karel Dicke -que descubrió la relación entre el gluten y la enfermedad celíaca, en 1950-, tiene por objeto sensibilizar a la población sobre esta enfermedad, promover el acceso a la información y el diagnóstico temprano, fomentar la investigación y el desarrollo de tratamientos que permitan mejorar la calidad de vida de quienes padecen celiaquía, según publicó TN.
Según estimaciones de la Organización Mundial de Gastroenterología, el uno por ciento de la población a nivel mundial padece esta enfermedad, aunque las cifras podrían ser aún mayores, ya que sólo alrededor del 30 por ciento de las personas con EC están diagnosticadas.
En Argentina, las estadísticas indican que 1 de cada 167 personas adultas son celíacas, mientras que en niños la prevalencia asciende a 1 de cada 79, y si se discrimina por género, los datos indican que la frecuencia de la EC en mujeres es entre dos y tres veces mayor que en los hombres.
Ahora bien… ¿Cómo se manifiesta y de qué se trata?
La celiaquía es una enfermedad crónica, de base autoinmune, que puede aparecer en cualquier momento de la vida, y que se desencadena en personas que tienen una determinada predisposición genética como consecuencia de la ingesta de las proteínas presentes en el trigo, avena, cebada y centeno, habitualmente llamadas gluten.
Cuando esto ocurre se produce un daño en la mucosa del intestino, como consecuencia disminuye la capacidad de absorción de nutrientes y aparecen una serie de síntomas que pueden variar de un individuo a otro, y que por tanto dificultan o retrasan el diagnóstico.
No obstante, la diarrea crónica, distensión abdominal y dolor, pérdida de peso, anemia, aftas orales, constipación, reflujo gastroesofágico, cefalea o depresión, suelen ser los síntomas más comunes.
La detección temprana es fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes, y se realiza mediante un análisis de sangre, en el que se incluye el anticuerpo Antitransglutaminasa IgA, que debe ser confirmado con una biopsia intestinal que se realiza siempre antes de iniciar el tratamiento que consiste, básicamente, en evitar la ingesta de las harinas de trigo, avena, cebada y centeno y sus derivados; y aquellos productos industrializados que pudieran contener gluten.
Vivir con celiaquía
“El diagnóstico de celiaquía tiene, sin dudas, un impacto en la vida emocional de quienes lo padecen. Y si bien esto posibilita un tratamiento adecuado y habilita la posibilidad de consolidar un bienestar, a veces es un proceso engorroso, y aceptarlo implica un cambio de hábitos alimentarios que encuentra ciertas dificultades en una sociedad que no está adaptada todavía”, explica la Lic. Daniela Gasparini, Psicóloga UBA (MN 50.200).
Este proceso puede ser aún más complejo cuando se trata de niños o adolescentes, ya que la socialización suele verse afectada, en ocasiones, por las restricciones alimentarias que presupone el tratamiento. “Esto va a implicar cambios de hábitos para madres, padres, e incluso hermanos, que no tienen dicho diagnóstico, lo que muchas veces se vive con cierto sentimiento de culpa por parte de las niñeces”, indica.
Evangelina Cueto, pediatra, especialista en adolescencia (MN 120230), comenta que con “acompañamiento y buena información es totalmente posible que los chicos vivan su día a día con tranquilidad y sin sentirse distintos o excluidos”,
“Una de las claves está en cómo las mamás y los papás presentamos la situación. Si transmitimos el mensaje de que comer sin gluten no es una limitación, sino una forma de cuidarse, es más probable que ellos también lo vivan así. Incluirlos en la elección y preparación de los alimentos, explicarles con claridad lo que pueden o no pueden comer, y fomentar que hablen abiertamente del tema con sus amigos y en la escuela, son pasos importantes”, comenta.
Hay que poder brindar a los niños “la información necesaria para sobrellevar esto de una manera positiva, como un hábito saludable en su vida. Si bien la celiaquía es catalogada como enfermedad, y es fundamental que se incorpore en el lenguaje social, es necesaria su despatologización en las infancias, la aceptación social y sobre todo practicar la empatía, de lo contrario, puede generar estigmatización, segregación, bullying, discriminación, que en mayor o menor medida tiene impacto sobre la salud mental de las niñeces que la transitan, pudiendo generar trastornos alimentarios, del sueño, ansiedad, estrés, sentimiento de culpa, vergüenza o aislamiento, entre otros padecimientos psíquicos”, concluye.
Que tu alimento sea tu medicina
Tras el diagnóstico, es posible llevar una vida saludable y sin complicaciones, disfrutar de la comida, las salidas, los encuentros con amigos y esas cosas que tanto nos gustan. Solo se trata de modificar algunos hábitos alimenticios y aprender a convivir con una serie de nuevos cuidados diarios.
“Hoy existen múltiples alternativas sin TACC (Trigo, Avena, Cebada y Centeno) ricas en nutrientes, sabrosas y accesibles”, afirma la cocinera Alejandra Temporini, cuyo vínculo con la celiaquía es personal y familiar: a sus hijas, Cata y Martu, les diagnosticaron celiaquía, y poco después, ella misma recibió el mismo diagnóstico.
Este hecho transformó su vida y su enfoque culinario, llevándola a trabajar junto a Essen -compañía de diseño, desarrollo, fabricación y comercialización de productos para la cocina-, en campañas de visibilización y acompañamiento a personas diagnosticadas con celiaquía; a especializarse en la cocina sin gluten y a compartir sus conocimientos con otros. Tanto que en 2019, publicó su primer libro, Mi aventura sin gluten, y en 2022, Mi panadería sin gluten, centrado en la elaboración de panificados.
“Asistir con un profesional, un nutricionista especializado que acompañe el proceso de cambio y brinde información confiable; elegir lo natural, verduras, frutas, carnes y huevos son alimentos naturalmente libres de gluten y pueden ser la base de preparaciones sabrosas y nutritivas; conocer las distintas opciones disponibles, además de las harinas tradicionales, existen alternativas como el almidón de maíz, la fécula de mandioca y la harina de arroz; evitar la contaminación cruzada de los alimentos; y revisar siempre el logo “Sin TACC” a la hora de consumir un producto industrializado”, son algunos consejos claves de esta cocinera para llevar adelante una vida saludable, libre de gluten, pero llena de sabor.